Ironias de la Vida

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Estaba demasiado cansada, solo quería dormir necesitaba sentir la suavidad de su cama y la comodidad de las sabanas de seda que tocaban su piel, no quería ver a nadie después de que fueron testigos de sus recuerdos. No era como si le importara demasiado que supieran de su relación familiar, pero odiaba que las personas llegarán a sentir lástima por ella, Morgiana la acompaño a la puerta de su habitación, la fanalis se despidió mientras la yato abría la gran y hermosa puerta color blanca con detalles dorados.

Al entrar vio a una conocida figura recostada en su cama. 

-Que quieres inútil? — no tenía humor de hablar con nadie.

-Te han dicho que no deberías de hablar tan groseramente, bruja — el de pelo negro se removió un poco en la gran cama para poder verla, el intruso se veía extremadamente sexy con su larga trenza, ojos tan penetrantes que hipnotizaban, y qué decir de esos músculos bien marcados, todo perfectamente combinado con esa ronca y seductora voz masculina.

-Te han dicho que no deberías de hablar tan groseramente, bruja — el de pelo negro se removió un poco en la gran cama para poder verla, el intruso se veía extremadamente sexy con su larga trenza, ojos tan penetrantes que hipnotizaban, y qué decir ...

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-Me importa un comino — puso las manos en su cintura, se estaba comenzando a molestar — está es mi habitación así que largo.

El magi se puso de pie para quedar frente a la oji azul.

-Te sientes bien? — la pregunta la tomo por sorpresa, nunca pensó que ese rebelde llegara a preocuparse por alguien y menos por ella. Si bien había sido quien lanzó el ataque responsable de exponer sus recuerdos sabe que no fue intencional.

-Solo me duele un poco la cabeza — contestó más calmada — deberías practicar tu puntería, esta vez te perdono, considérate afortunado pero si vuelve a pasar te patearé el trasero — sentía que si no lo amenazaba un poco no estaría satisfecha.

Sin embargo la actitud del magi era un tanto misteriosa, no lo conocía pero desde el momento en que lo vio y le recordo a su pelirrojo hermano supo qué clase de persona es, un chico rebelde era la mejor manera de describirlo aún asi ahora es una persona diferente a lo que había pensado.

Judar recargo su cabeza en el hombro de Kagura, estaba aliviado de saber que no la dañó con su ataque, por que estaba actuando de esa manera? Ni siquiera él sabía la respuesta.

Le agrada a pesar de ser poco femenina, le gusta su actitud firme y segura que no se deja intimidar ni mandar por nadie, es tan libre, hace y dice lo que quiere así como él, al menos como le gustaría ser la mayor parte del tiempo.

No tenía idea de cómo disculparse sin embargo quería hacerlo, el ruck oscuro que siempre acompañaba al magi se hizo presente mientras Judar trataba de guardar el dulce aroma de la chica en su memoria.

-Estoy bien — dijo mientras sentía como la tensión del cuerpo del moreno comenzaba a desaparecer, por suerte sabe lidiar y entender a idiotas impulsivos. Sabe que esta preocupado por haberla herido — soy muy fuerte por si lo olvidaste.

-Eres una bruja — contestó mientras ponía una pequeña sonrisa en sus labios mientras seguía escondido en el hombro ajeno.

-Tu eres un bebé llorón — no pensaba dejarse insultar sin decir nada, no es de esas que se quedan calladas.

-Demos un paseo, estoy aburrido — en realidad solo quería tener un tiempo con la yato para poder saber más de ella. La tomo de la mano mientras habría la ventana y subían a su alfombra.

Kagura no se opuso a pesar de que no se sentía con muchos ánimos para estar con nadie, supuso que un poco de aire fresco le vendría bien además no quería hacer sentir peor al chico, ya le había dado una lección de su fuerza ahora le daría una oportunidad para que le mostrara otro lado de él.

Un día muy agradable, perfecto para dar un paseo y ver lo hermoso de ese país desde las alturas.

-Por que siempre traes esa cosa? — preguntó refiriéndose al paraguas con el que se cubría del ferviente sol — no pienso atacarte otra vez así que deja de estar a la defensiva.

-No podrías hacerme daño aunque quisieras — Sabe que Judar no es débil y aunque su magia es misteriosa, tiene confianza en sus reflejos y habilidades — no traigo mi paraguas porque tenga miedo o piense que alguien me podría atacar.

-Presumida — eso le agrada de ella, su seguridad ante cualquiera es admirable — entonces por que lo traes?

-Mi piel es sensible al sol — respondió con total tranquilidad mientras veía como las personas caminaban alegremente por el mercado.

-Te la pasas presumiendo tu fuerza y dices que eres sensible al sol? — Le estaba tomado el pelo o era una gran ironía de la vida.

-Los yatos somos una raza fuerte y resistentes para las batallas, sin embargo por alguna extraña razón el sol nos provoca un gran daño por lo que buscamos lugares lúgubres y sombríos para vivir.

-Pero a ti no parece molestarte mucho.

-Tengo varios años viviendo en la tierra por lo que estoy más acostumbrada a la luz y alta temperatura, no es como si me agradará demasiado, pero puedo tolerarlo además es lindo poder admirar el sol.

-Eres un tanto extraña — dijo el moreno mientras levantaba ligeramente una ceja — te gusta admirar una de las cosas que más puede dañarte.

Ante el comentario solo sonrió al darse cuenta de la verdad en sus palabras, el paseo fue muy refrescante, su cabeza ya no dolía, el peli negro la llevo de regreso a su habitación para dejarla descansar, lo que ambos ignoraban era que cierto sadico los había observado mientras regresaban muy sonrientes, algo que no le agradó para nada.

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Perdón por la tardanza y lo corto del capítulo pero estado bastante ocupada últimamente y no me ha dado mucho tiempo de continuar el fic, pero prometo actualizar pronto.

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Kagura y Sougo - Aventura en MagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora