La reunión acaba de comenzar. Estaban todos presentes y expectantes a esperar las ordenes inminentes de Don Carlos. La imagen de Germán todo dolorido y con la ropa cortada era símbolos de burlas.
¡Te agarró fuerte la bruja eh! Se jactaba del aspecto Don Carlos, mientras todos se reían de la situación y Germán estaba caliente como una pipa. Don Carlos estaba de buen humor. Sabían que después de esto debían irse, pues ya estaban muy marcados por la policía y ya el riesgo de caer era muy elevado.
Rodrigo seguía con vida. Anoche había sido alimentado normalmente, según las ordenes de Don Carlos. Gabriel que sabía de primeros auxilios, y algo de medicina, dió un diagnóstico bueno de la salud del niño. Aparentemente había bajado dos kilogramos y se lo notaba algo anémico, pero sin riesgo de perder la vida.
La reunión empezó.
Don Carlos habló:
- Dejando de lado las bromas, éste día debemos ejecutar nuestro plan a la perfección.
- ¿Informe de las calles?
Un súbdito que conocía las calles mejor que nadie informó:
- No hay moros en la costa. No hay rastro de la policía ni de esa detective entrometida.
- ¡Bien Santiago! Ve a ver si todo sigue igual.
Santiago salió del recinto sin perder tiempo. Pasó por un pasillo oscuro, subió una escalera de metal, entró por la parte de atrás que da a un local que es utilizado para dar clases de danzas, los lunes y viernes de las cinco a las siete de la tarde. Luego el edificio queda completamente oscuro y abandonado.
Salió a la calle y tomó la bicicleta que había dejado Germán y se dispuso a dar un par de vueltas, para controlar las calles.
- Con Santiago en las calles, prosigamos. Germán te quiero en la plaza Kennedy, ahí, camuflado, bien cerca del lugar pactado del intercambio. Quiero saber quien anda, quien pasa, todo. ¿Me entendiste? Don Carlos, rugía las instrucciones con mucha seguridad y nadie se animaba a contradecirlo.
Germán se levantó de su silla y se retiró. Su ánimo era igual que su aspecto. Sabía que sí advertían que fue el quien había entregado información confidencial estaría flotando dentro de una bolsa de consorcio al igual que su querido primo Walter.
Don Carlos siguió con sus rigurosas instrucciones.
- A ustedes dos los quiero cerca de la comisaría. Son mis ojos allí. Se dirigía a los hermanos Ariel y Damian Córdoba. Dos buenos para nada, y chupamedias del jefe.
- Gabriel vos te quedas conmigo acá, te necesito por si el pibe tiene alguna complicación.
- Bueno, Jefe. Fueron las palabras de Gabriel. Quien advierte que tenga cuidado con los hermanos Córdoba.
- Nunca me cayeron bien, esos pelotudos. Remataba Gabriel.
- ¡Vos tranquilo! Son sólo leña para el fuego. Los únicos que disfrutaremos el asado, seremos nosotros dos. Don Carlos estimaba mucho a Gabriel, por eso era su mano derecha y confidente. Además de ser un gran habilidoso con los cuchillos.
- ¡Siempre tan poético vos! Dijo sarcásticamente Gabriel.
Pasaron diez minutos en silencio, solo viéndose a los ojos. Luego el teléfono sonó.
- ¿Diga? La voz Don Carlos se puso seria.
- El dinero ya está para usarse en el intercambio. Alicia me pidió que le alcance un dinero que le había dejado su hermano. ¿Te acordas de Anibal? Bueno, el se lo consiguió. Debo cortar. ¡Te amo! Fueron las palabras dulces de una mujer del otro lado del teléfono.
- Siempre tengo los recaudos necesarios. Gracias Henriqueta. Hubo un silencio y terminó rematandolo con un:
- ¡Te amo! Frío y más seco que un iceberg, Don Carlos.
El jefe narco cortó la comunicación y tiró el teléfono al tacho de la basura.
- Vamos Gabriel, tenemos cosas por hacer.
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La Danza de la Mariposa ©
AçãoUn homicidio perfecto, un secuestro inoportuno, historias entrelazadas, sangre y muertes. ¿Podrán resolver éste caso? ¿Cómo influyen las mariposas y sus danzas en ésto? Descúbranlo aquí.