Capítulo 1

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Un edificio muy alto. Una azotea amplia con vistas hacia toda la ciudad. Una noche oscura que jamás olvidaría.
- No, no. Por favor no lo hagas. ¡Te lo suplico! - dije entre lágrimas mirando su silueta dibujada en el cielo negro decorado con estrellas.
- ¿Por qué Bella? ¿Por qué no? Nadie notará mi ausencia. ¡No hago nada en este mundo y estoy harto de él!
- Por favor...no lo hagas... Y-yo te necesito. Yo notaría tu ausencia. Yo...no podría vivir sin ti.
- ¡Mentira! ¡Eso es una mentira! Una mentira más en un mundo de mentiras. Déjame. Vete. Si no quieres verme ¡vete!
- No lo entiendes...
- Eso no es verdad. Tú eres la que no entiende: No sirvo para nada. Soy un mal chico, un mal amigo y un peor hijo. Nunca fui muy bueno en clase y nunca conseguiré un trabajo. Si llegase a casarme sería un marido horrible y si tuviera hijos sería el peor padre. Estoy completamente harto de este mundo. Los moretones cada vez son más difíciles de ocultar y los cortes más profundos y aún así no logro terminar con mi sufrimiento.
- Todo mejorará. ¿Me escuchas? Todo mejorará y saldremos de esta juntos, como siempre hicimos. ¡Por favor!
- Escúchame Bella. No puedo más, no puedo ni quiero. Hoy terminaré con todas las libretas de historias tristes y dibujos deprimentes. Hoy romperé todos y cada uno de los espejos que alguna vez me dijeron lo feo y horrible que soy. Sé que lo dije muchas veces y nunca lo cumplí...pero hoy será diferente.
- No... - las lágrimas me nublaron la vista y cuando vi que de verdad lo haría di un paso hacia él.
- Bella, ni te acerques. Por favor. Aléjate.

Estamos hechos de momentos. Todo nuestro pasado, nuestras elecciones, lo que nos hicieron, la gente que conocimos, todo, absolutamente todo en nuestro pasado es lo que hace de nosotros ser quien somos. Pero un momento define nuestra vida.

De los buenos momentos aprendemos como ser felices y como hacer felices a otros, aprendemos que, aunque los momentos no lo puedan, las memorias si pueden ser eternas y aprendemos que es posible ser feliz con muy poco. Aprendemos que los buenos momentos podemos, y vale la pena, repasarlos una y otra y otra vez, pues quizás sean lo único que nos queda de alguien...

Y de los malos momentos aprendemos que no todo en este mundo es bonito, que hoy nada es perfecto, aprendemos cómo no queremos ser o qué queremos cambiar. Aprendemos que las personas, por el momento, no son eternas y nada en este mundo lo es. De estos aprendemos que, por mucho que quieras evitarlo, muchos tardan una eternidad en olvidarse. Aprendemos que la vida duele...
Básicamente son los momentos los que nos definen.

Me llamo Bella, tengo 17 años y soy apenas una incomprendida más. Una simple chica con un pasado bastante único. Como todos, ¿no?
De pequeña, con poco más de 2 años, la vida me premió: Un matrimonio de venezolanos me acogieron y me brindaron la oportunidad de tener una familia, o mejor dicho la familia.

Nunca conocí a mis padres biológicos y nunca supe por qué me dieron en adopción. Muchos dicen que seguramente me abandonaron simplemente porque no era deseada pero yo prefiero pensar que no me abandonaron si no que mis padres tuvieron un accidente o una enfermedad y al morir me llevaron al centro de adopción. La verdad es que no sé nada sobre mis primeros dos años y...tampoco quiero saberlo, lo único que sé es que mi nombre originalmente era Karina Karen, nombre raro lo sé. Muchas veces firmo como "K2" ("K" al cuadrado) porque, aunque no lo admita, me importa mi pasado y si hay una pequeña probabilidad, aunque muy pequeña, de que mis padres biológicos fueran buenos y me quisieran me gustaría ser buena con ellos. No sé si me explico...

En mi opinión todos pasamos por malos momentos, todos tenemos una historia que contar y esa historia es la que nos define.
Y aunque todos pasamos por malos tragos no todos reaccionamos igual ante ellos.
Creo que todos tenemos dos opciones: la primera, y también la más fácil, es hacernos fríos, es cerrarnos al mundo y hacernos personas malas, esas personas que sólo se preocupan de sí mismas y les da igual los demás y la segunda, mi favorita, es seguir siendo quien somos, seguir amando por encima de nuestras posibilidades, seguir preocupándonos por los demás...
Yo me decidí por la segunda, aunque es verdad que en mi vida pasé por mucho no dejé nunca que eso me hiciera una persona fría, de hecho me da pánico que algún día eso me pueda pasar. Aprendí varias lecciones en toda la vida pero siempre seguiré siendo yo.

Hasta los 6 años mi familia me cuidó en casa, no tuve que ir a infantil nunca, siempre me cuidaron mucho y siempre me quisieron mucho. En verdad me gusta mucho mi familia, la familia que me adoptó. Ellos son mi mundo, siempre sentí una gran admiración por ellos ya que considero que me salvaron la vida.
En casa éramos: mi madre, Jadellys, mi padre, Jhonny, y mi hermana mayor, hija biológica de mis padres, Janny (una mezcla del nombre de ambos).

Muchos podrían pensar que el tener a una hermana que si es hija biológica de mis padres es algo malo, pero es todo lo contrario, por lo menos en mi caso.
Mis padres nunca me trataron mejor o peor por ser adoptiva, siempre me trataron como si fuera su hija de verdad. Además, mi hermana nunca me "odió", como es costumbre de algunas hermanas mayores, siempre me ayudó mucho en todos los aspectos. Siempre me dio buenos consejos, me ayudó con mis padres e incluso me ayudó a estudiar.
Cuando me adoptaron Janny ya tenía 12 años, es decir que tenemos casi 10 años de diferencia, así que ya tenía plena conciencia de lo que iba a pasar al adoptarme. Ella quería mucho tener una hermana y ella fue quien se encargó de convencer a nuestros padres. Ella siempre me cuidó mucho y, aunque pueda sonar a cursilada o a exageración, la verdad es que no sólo es mi hermana, en algunos momentos es madre y también mi mejor amiga.

Hoy tiene 27 años, está casada con Bruno, un hombre italiano de lo más dulce que hay, (también es como un hermano para mí) y tiene un hijo con 3 años, Ethan, que lo es absolutamente todo para mí.
Ethan, por muy "fantástico" que pueda parecer, es un niño de lo más perfecto, tiene ojos azules (como su padre), pelo rubio rizadito (rubio del padre y rizos de la madre), la piel ni morena ni clara, un intermedio perfecto, es muy dulce, bueno y tranquilo. La verdad es que es todo lo que podía alguien imaginar en un hijo perfecto.
¡Le quiero tanto! Estamos juntos casi todos los días, muchos fines de semana incluso se viene a dormir a mi casa (sigo viviendo con mis padres).

Básicamente esa es mi familia inmediata. Ellos me hacen ser quien soy. Y a ellos les agradezco lo que soy.

En primaria me hicieron bullying, no le decía nada a ningún familiar pues consideraba que ya me habían dado demasiado. No quería ser una carga, y por eso sufrí, sufrí y sufrí...
Algunas veces fui para el hospital pero ellos pensaron que simplemente había sido un "accidente".
Cuando completé primaria, al empezar la ESO, me mudé a un instituto algo lejos del colegio y entonces tuve la oportunidad de empezar de nuevo. Era muy tímida así que me costó bastante integrarme pero, a poco a poco, lo conseguí.

Dicen que no podemos elegir a la familia pero sí a los amigos, yo tuve mucha suerte con la familia y no tanta con los amigos.
Sufrí mucho por malas amistades y por ello a día de hoy soy muy selectiva con los amigos. Considero que tengo bastantes conocidos y apenas algunos amigos.

Además, al tener 17 años siento mucha presión para tener novio, hoy en día todos tienen novios y novias. Pero yo no. No quiero. Considero el noviazgo algo demasiado importante, no es algo que se debiese tomar tan a la ligera. Cuando tenga un novio quiero que este sea el chico. Quiero casarme con él y vivir toda mi vida con el mismo.

¿Qué me hizo pensar así? Busquemos la respuesta en mi pasado.

Un momento define una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora