Capítulo 21

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A las 2pm estaba saliendo por la puerta del hotel y ahí estaba Anthony. Distraído en su propio mundo escuchando música por los auriculares. Se movía lentamente, de manera casi imperceptible, al sonido de la música.
Se había cambiado de ropa y esta vez tenía una camisa de manga corta azul oscuro con pequeñas estrellitas blancas. Las mangas cortas dejaban ver sus brazos perfectamente esculpidos y por mucho que lo intentara no pude evitar quedarme mirándole embobada. También llevaba una mochila azul a la espalda. (Me pregunto para qué...)
Mis ojos brillaban ante aquella hermosa escena, no me lo podía creer...
Intenté salir de mi estado de hipnosis y caminé hacia él. Le toqué suavemente el hombro y se rodó sorprendido:
- ¡Qué puntual! Pensé que tardaría más...
- Si. Me gusta mucho la puntualidad.
- Algo nuevo que sé de usted. ¿Está lista para conocer un poquito?
- Si, listísima. Jajaja.
- Perfecto. ¿Qué le gustaría hacer? ¿Caminar por el Central Park? ¿Caminar por la ciudad? ¿Ir en metro a algún sitio en especial?...
- No lo sé. Me da igual. El guía hoy eres tú. Ya estuve aquí otras veces así que ya conozco alguito de la cuidad.
- ¿Alguna vez caminó por el Central Park?
- No, una vez hicimos el recorrido de los caballos pero nunca caminé...
- ¿Le gustaría?
- Claro. Me encantaría.
Hizo un gesto con los brazos dejándome paso, cómo muy buen caballero que es, y comenzamos la aventura.

Debo decir que el Central Park es demasiado gigante pero tiene tanto de gigante como de bello.
Caminamos y caminamos sin parar, sin rumbo, sin saber dónde queríamos ir. Disfrutamos del paisaje, de los olores y de los sonidos. Me parece muy increíble cómo es que en una ciudad tan grande, con tanta contaminación, puede existir un jardín tan inmenso, diversificado y lindo. Sus colores, tan vivos, me fascinan completamente. Giro sobre mis talones y me pierdo en todo lo que tengo a mi alrededor.
Anthony me mira como si no se creyera que existo, como si fuera lo más bello del mundo mundial y yo, sinceramente, me derrito completamente ante su mirada.
Sus ojos son marrones, del mismísimo color del café, café ese que no me deja dormir, color de la tierra, donde tengo yo todas mis raíces, color del chocolate, el único chocolate que deseo.
Debo admitir que los nervios me comían por dentro pero por increíble que parezca en cuanto empezamos a hablar todo desapareció: los nervios, el miedo, las dudas... todo desapareció dando lugar a los sentimientos más lindos de toda mi vida.
Estar con él era algo tan natural... y sé que es raro porque estoy perdidamente enamorada de él desde el día uno, desde la primera vez que escuché su voz, pero así es: aunque no lo había visto nunca estar con él se siente tan natural. Se supone que debería estar demasiado nerviosa como para poder decir algo... pero no. Lo estaba, ya no lo estoy.
Hablo con él y todas mis preocupaciones desaparecen, es increíble lo que me hace sentir.
La conversación fluye como un río cristalino, no hay momentos incómodos y todo va a las mil maravillas.
Sin saber exactamente dónde nos dirigíamos y muy entretenidos conversando terminamos en un parque infantil del Central Park.

- Ayyy, yo quiero columpiarmeeeee. - no pude evitar decir.
- Jajaja, pues siéntese. Yo la empujo. - dijo con la sonrisa más hermosa que vi en toda mi vida.

Desde pequeña siempre me encantaron los columpios. En primaria siempre que intentaba subir a uno me tiraban y por eso nunca disfruté muy bien de esa época.
Me senté y sentí unas cálidas manos tocándome suavemente, como si yo fuera un vaso de cristal, en la espalda y empujándome.
Me sentía como en una película, todo con él era tan perfecto...

Cuando ya estaba el columpio alto él dejó de empujarme y se situó delante mío:
- Nooo, que soy torpe. Ten cuidado. - grité.
- Lo tendré, tranquila.
Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas mirándome, sonreímos los dos y pude jurar que era feliz.
Y es que ¿cómo no serlo? Lo tengo todo si lo tengo a él.

Dicen que el amor a distancia no existe, que todo es solo una ilusión y que la realidad es distinta pero la verdad es que nadie me mira como él me escribe. Ni nadie me mira como lo hace él.
En sus ojos se puede apreciar amor, puro amor, y aunque aún no me lo haya dicho directamente yo sé que nos queremos mutuamente, lo sé porque lo siento.
Porque así es: el amor se siente... Y da igual lo que digan o lo que piensen todos los demás. El verdadero amor se siente y es imposible de negar.

Me miraba como si estuviera viendo algo imposible y sus ojos brillaban como si estuvieses hechos enteramente de estrellas.
Al rato sacó su móvil del bolsillo (por primera vez desde que estamos juntos) y empezó a sacarme fotos.
- Jajaja. ¿Qué haces? ¿Para qué las fotos?
- Quiero guardar este momento, no quiero olvidarme jamás de este día. Además, se ve muy linda columpiándose como una niñita.
- Awww... gracias. Bueno pues ven, nos hacemos fotos juntos.
Y eso hizo. Vino y se colocó detrás de mi. Intentó sacar las fotos sin apenas tocarme por miedo así que me levanté del columpio, lo rodeé y me apoye en su hombro para las fotos. Vi como se sonrojaba y me pareció muy lindo..
- Envíamelas, ¿si?
- Si, tranquila. Ya te las estoy enviando.
- Bueno, aquí no tengo internet. ¿Puedo verlas en tu móvil?
- Claro. ¿Cómo no señorita?
Se acercó y vimos las fotos juntos. Salieron muy lindas... Parecíamos una pareja de verdad. Parecíamos novios. Nos veíamos muy felices juntos.
- Qué sonrisa hermosa tiene... - dijo mirando la foto con los ojos brillantes.
- Gracias... Tú igual. Nunca te haces fotos sonriendo y no lo entiendo. ¡Tienes una sonrisa encantadora! - su sonrisa era más que encantadora. Era perfecta.
Me volví a sentar en el columpio.
- Ven, nos hacemos más fotos aquí.
Se acercó una vez más con miedo y por eso agarré sus manos y tiré de él para que se acercara. Sonreímos.
Estiró el brazo y nos sacamos un selfie. Una señora que estaba paseando se ofreció a sacarnos una foto y accedimos.
Me abrazó por la espalda para la foto y a cada mínimo roce de su piel sentía fuegos artificiales dentro de mi, sentía una felicidad indescriptible. Me sentía tan bien, tan feliz.
- Ya está. - dijo la señora dándole el móvil a la mano - Se ven muy lindos juntos. Se nota que se quieren de verdad.
Enseguida los dos nos sonrojamos y nos miramos sin saber qué hacer o qué decir. La señora se fue y nos reímos de lo sucedido.
- Lo había pensado antes, la verdad. En las fotos parecemos una parejita. Jajajaja.
- Si... Es muy cierto. Bueno.. ¿la columpio?
- No. Mejor sigamos paseando. ¿Te parece?
- Claro.

Paseamos por el Central Park, nos hicimos más fotos, vimos monumentos, hablamos y nos reímos como nunca.
El tiempo a su lado volaba... Y cuando quise darme cuenta ya estaba oscureciendo.
En cierto momento nos compramos unos perritos calientes en unos carritos que hay por todo Central Park y Anthony me llevó a un sitio con mucho césped. Sacó una gran toalla de su mochila y la abrió en el suelo. Nos sentamos y comimos.
Después nos acostamos en la toalla y admiramos las estrellas.
Qué lindo era todo. Con él todo era perfecto...
Sinceramente antes de estar con él tenía miedo de que nuestra química sólo existiera por móvil. Que fuera puramente tecnológica y no encajáramos en persona. Pero fue todo lo contrario...
En persona la química sólo aumentaba. Sentí que estábamos hechos el uno para el otro...

"Anthony...
Te quiero. Te quiero y te amo.
No me gusta usar esa palabra porque me parece demasiado importante, demasiado única como para usarla sin estar segura de que vivirás toda tu vida con esa persona.
Y si... contigo estoy rompiendo todas mis reglas... pero si: te amo.
Te amo hasta el confín del mundo.
Te amo hasta la luna, ida y vuelta infinitas veces.
Te amo...
Te amo y te amaré aunque tú no lo hagas.
Te amo y quiero compartir una vida contigo.
Te amo y sólo espero que tú sientas lo mismo.
Te amo y haría todo por ti.
Te amo...
Y si tan solo me das una oportunidad prometo no decepcionarte nunca...
Porque te amo.
Te amo como nunca pensé que sería posible.
Te amo y prometo enamorarte cada día de nuestras vidas.
Te amo...
¿Me amas?"

Un momento define una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora