Capítulo 12: "Despertar"

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Despertaste cuando escuchaste el sonido de una puerta cerrándose y unos pasos. La noche anterior, después de decirle que lo ayudarías a recuperar sus recuerdos, te sentiste cansada y solo te dormiste. Ya había amanecido y al levantarte te tocaste el cuello mientras veías a Bucky caminar hacia la mesa y poner sobre esta una bolsa.

– ¿Saliste a la calle? ¿Cómo...?

Preguntaste confundida. Bucky había salido a la calle sin pensar que por esa razón esos hombres casi lo matan en el museo.

– Tienes que comer.

Te levantaste y lo viste quitarse la gorra roja que llevaba y la casaca, además de los guantes que llevaba, dejando visible su mano de metal. Te diste cuenta que esa vestimenta era una especie de camuflaje para lograr pasar desapercibido. Te levantaste y te estiraste ligeramente. Diste unos masajes suaves a tu cuello.

– Debí decirte que el colchón no era muy cómodo

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– Debí decirte que el colchón no era muy cómodo.

– Ya lo noté, pero me acostumbraré.

Como ya había amanecido, observaste nuevamente con detalle el lugar. Te asomaste a la ventana que estaba a tu lado, corriste un poco las cortinas y viste la calle. Intentaste reconocer el lugar observando algunos detalles. Viste una especie de reja que cercaba el lugar, luego, algunos árboles pequeños y después varias casas y ya a lo lejos varios edificios. Estaban en la ciudad, pero en un lugar de poco tránsito y ruido.

– Reconozco dónde estamos – dijiste mirando a Bucky. Él solo te observaba. – Bueno, eso creo – dijiste. – Había una constructora, no recuerdo el nombre, pero construyeron varios edificios. Iban a venderlos amoblados y con los servicios básicos, pero hubo un problema, al parecer la infraestructura no era segura – cerraste las cortinas y miraste a Bucky. – Los demandaron, los empleados renunciaron y la constructora fracasó.

Miraste a un lado y observaste las columnas – Mira, las columnas están ligeramente rajadas, por eso lo declararon no seguro – dijiste señalado las rajaduras, Bucky las observó. – Pero no creo que suceda nada, el edifico debe tener más de un año abandonado. – ¿Desde cuándo estas aquí?

– Casi tres meses.

– Desde la caída de esas naves, ¿verdad?

Bucky asintió. Notaste que él te miraba fijamente mientras hablabas.

– Debo estar toda despeinada, lo siento – dijiste sobándote el rostro y poniendo tu cabello hacia un lado.

– Puedes lavarte la cara, hay agua.

Te extrañaste ante sus palabras. Bucky te señaló la puerta que estaba al pie del colchón y entraste. Había un pequeño inodoro y un lavamanos, además de un espejo pero estaba rajado por una esquina. Abriste la llave el caño y el agua salió, sonreíste – No puedo creerlo – dijiste y te lavaste el rostro, lo necesitabas. Te enjuagaste la boca, lavaste tus manos y acomodaste tu cabello mirándote al espejo. No tenías con que amarrártelo, pero no le diste importancia, lo tenías a media espalda en ligeras capas, así que solo lo tiraste para atrás, dejando unos mechones cayendo adelante. Cerraste el caño antes de salir y miraste a Bucky, estaba en la misma posición que antes, al costado del sofá, de pie, mirándote.

– Me sorprende que haya agua, seguro no cortaron los servicios o quizá hay un tanque en el techo.

Lo miraste e hiciste una mueca con tus labios, no sabías que más decir y Bucky solo te observaba. Miraste hacia la mesa, te acercaste y viste la bolsa que había traído. Reconociste inmediatamente que eran, ciruelas. Las contaste, habían 6 y pensaste de qué manera Bucky había salido e ido a comprar, además con qué dinero. Dudaste en preguntar, pero decidiste que no.

– No las robé, si es lo que piensas – lo escuchaste decir. Lo miraste inmediatamente. – Antes de encontrar este lugar, recorrí los demás departamentos y encontré algunas monedas.

– La explicación es suficiente para mí. De igual manera, si necesitas dinero, solo tómalo de mi cartera.

Bucky continúo mirándote. De pronto se acercó a ti y cogió las frutas, y se fue a lavarlas. Aprovechaste para mirar hacia la puerta que daba a la salida, te acercaste, la abriste y saliste.

Observaste el exterior, todo estaba lleno de tierra y algunos papeles. Caminaste unos pasos y te asomaste a la baranda de la escalera, miraste hacia abajo y contaste unos 10 pisos aproximadamente. La escalera continuaba hacia más pisos arriba, eran unos 5 o 6 pisos. Y notaste que había una especie de techo de vidrio en el último piso, lo que permitía que la luz iluminara las escaleras.

Al bajar la mirada, notaste a Bucky, él te observaba desde la puerta del lugar donde estaban.

– Lo siento, es solo que quería conocer el lugar donde estamos.

Bucky no dijo nada, así que supusiste que no había mayor problema. No estabas haciendo nada malo.

Caminaste hacia el departamento que tenías al frente, la puerta estaba rota, así que entraste por un lado. Bucky te seguía, no era necesario que lo miraras, escuchabas sus pasos. Al entrar y girar hacia la puerta, viste que él la tomó y sin hacer ningún esfuerzo la movió y apoyó a una pared.

Observaste el lugar donde estabas, las ventanas estaban rotas y el frío entraba e invadía toda la habitación. Tenías puesto un polo manga larga, tu jean y unas botas cortas. Era la ropa con que habías ido al museo hace 2 días, pero hubieras querido tener tu abrigo, el frío venía poco a poco y ya lo sentías.

Cruzaste los brazos y caminaste por el lugar. Supusiste que Bucky había limpiado y ordenado el lugar donde se quedaban y que en parte era acogedor.

– No te acerques a las ventanas.

La voz de Bucky te sacó de tus pensamientos. Lo miraste. Dedujiste porque te había dicho eso.

– Un edifico abandonado deja de serlo cuando hay personas viviendo ahí, ¿no? – dijiste – Lo siento, tienes razón. – Te alejaste de las ventanas. – Hace frío, será mejor que volvamos.

Él asintió y se hizo a un lado para que saliera. Sonreíste y entraron nuevamente a la habitación donde se quedaban. Observaste las ciruelas en la mesa, sobre un pequeño tazón.

– ¿Puedo? – preguntaste.

– Son tuyas.

– Solo quiero dos. Gracias.

Cogiste dos y te sentaste en el colchón. Probaste la fruta, estaba deliciosa. Creíste que Bucky cogería algunas, pero no lo hizo.

– ¿No vas a comer?

– No tengo hambre.

Diste unos cuantos mordiscos y la fruta desapareció. Lo miraste, notabas que te miraba de reojo y solo se mantenía de pie, al lado de una ventana.

No lo entendías, la noche anterior habían platicado de una manera normal y hasta lo habías visto sonreír, pero ahora lucía extraño. Respiraste hondo.

– Te dije que te iba a ayudar, así que... – hiciste una pausa al notar que te miraba fijamente – te ayudaré. Te contaré los hechos desde la llegada del Capitán américa, si recuerdas algo, dímelo, eso me ayudará a mí también a recordar.

Él asintió y empezaste.

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Gracias por leer y votar.

Hoy dejaré dos capis, porque creo que no publicaré hasta el jueves. Muak

#TeamPlums ♥_♥

Debes recordar quien eres - Bucky Barnes (Sebastian Stan) y tú - CA3: Civil WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora