Capítulo 13

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Lo segundo: hacer caca, mientras que 'lo primero' es hacer pis (qué vas a hacer, ¿lo primero o lo segundo?)

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Emma caminaba como león enjaulado por la sala de espera, hacía más de veinte minutos que Whale y unas enfermeras habían desaparecido con Regina tras las puertas de emergencias y la mujer estaba que no cabía en sí de la preocupación. ¿Qué le iba a decir a Henry si le pasaba algo a su madre? No Emma, no pienses en eso. Regina va a estar perfectamente bien, seguro que es algún virus o una gripe. Sí, seguro que se agarró una gripe con esto de que el pueblo esté congelado. ¡Mierda, es mi culpa! ¡Ya tendría que haber encontrado a la reina de la nieve!

El auto flagelo al que la Sheriff se estaba sometiendo fue detenido por el ruido de varias personas corriendo en su dirección, la mujer levantó la vista y vio a sus padres y a su hijo. El chico parecía fuera de sí y, obviamente, fue el primero en llegar a ella.

"¿Qué le pasó a mi mamá? ¿Dónde está?" Era imposible no escuchar el miedo y la desesperación en su voz.

"Tranquilizate, Henry." Intentó calmarlo la mujer mientras lo abrazaba. "Estábamos con Regina en Granny's cuando de repente se puso pálida, creo que vomitó en el baño y al salir se desmayó en mis brazos." La rubia se pasó una mano por el pelo. "La transporté acá enseguida y Whale la atendiendo ahora, todavía no salió nadie para informar nada."

"No sabía que habías aprendido a transportarte con magia, Emma." Comentó Snow.

"No lo hice." Tres pares de ojos se clavaron en ella y la mujer se encogió de hombros. "Regina necesitaba llegar al hospital y cuando me quise dar cuenta estábamos acá."

Snow achicó los ojos pensativamente, inclinó levemente la cabeza hacia un lado y tras unos segundos abrió la boca para decir algo no llegó a hacerlo ya que una enfermera salió de la sala de emergencias, se acercó a ellos y se detuvo frente a Emma y Henry. "La Alcaldesa fue ingresada en una sala, si quieren seguirme los llevo hasta ella." La enfermera frenó delante de una puerta y les indicó con un gesto que habían llegado.

Henry se soltó del brazo de Emma y sin un segundo de duda abrió la puerta e ingresó al cuarto donde se encontraba su madre, la imagen con la que se topó lo hizo detener en seco. Regina estaba aparentemente dormida o aún inconsciente, pálida con unas enormes ojeras y vestida con un camisón de hospital que no ayudaba en nada a aliviar el miedo del adolescente sobre el estado de salud de la mujer.

Toda su vida Henry tuvo la percepción de que su madre era un ser enorme e invulnerable, más allá de haberla visto sufrir cuando él la llamó malvada y se negó a reconocerla como madre y otra vez cuando el idiota de Hood eligió a su esposa en vez de a ella, esta era la primera vez que caía en la cuenta de que su madre era un ser de carne y hueso que era tan mortal como cualquiera. El corazón se le estrujó de angustia, él no quería que su mamá muriera.

La cama tenía un tamaño normal, sin embargo la reina parecía pequeña y vulnerable en ella, puede que fuera el camisón horrible o el simple hecho nunca nadie la haya visto enferma o tan pálida y ojerosa, pero los cuatro Charmings se sintieron casi abrumados por la necesidad de proteger a la mujer que había perseguido a más de la mitad de ellos con sed de sangre.

Snow siempre había amado a Regina, incluso cuando era perseguida ferozmente por ella nunca pudo erradicar esa llama que prendió por primera vez cuando tenía diez años y fue salvada de un caballo desbocado, había logrado sepultar el sentimiento en medio de tantos otros y, al final, todo lo que quedó en la superficie fue desconfianza, resentimiento y miedo. Pero ahora que habían alcanzado una especie de reconciliación, no pudo evitar que la llama creciera para hacerse notar de nuevo.

Del odio al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora