Capítulo 21

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Diario: periódico.

Polleruda: sometida, calzonuda, dominada, etc.


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Emma estaba echada hacia atrás en la silla con las manos sobre la panza, tras comer dos platos de lasagna y dos porciones de cheesecake. Sabía que no debió aceptar el postre con todo lo que había almorzado, pero de nada servía llorar sobre la leche derramada. Estuvo muy tentada de desabrocharse el botón del pantalón, pero sabía que no era algo de buen gusto y no quería que Regina tuviera que reprocharle algo con lo bien que venía el fin de semana.

El sábado había empezado con la nueva desilusión que le había propinado su madre, pero había continuado con la sorpresa de Regina al darle un cuarto para hacer de él lo que ella quisiera, después lo habían amueblado y como broche de oro, había pasado la tarde con su hijo y su otra madre mirando películas y comiendo porquerías.

Pero lo mejor había ocurrido a la noche, bastante después de que Henry se hubiera ido a acostar y sus padres se hubieran despedido. Cuando Emma y Regina se dirigían cada una a su cuarto, la rubia pensaba que no quería dormir sola, en realidad, no quería dormir sin Regina y, no estaba hablando de sexo es decir, ¡claro que quería tener sexo con Regina! Pero estaría igual de feliz con acostarse a su lado y, ¡ni hablar si pudiera abrazarla! Las dos se habían detenido delante del dormitorio de la reina, quien parecía como abstraída, mientras Emma no se decidía entre despedirse o pedirle dormir con ella.

Regina vio que la mujer abría la boca y, dejando sus dudas de lado, cubrió de un paso la distancia que las separaba y la besó con avidez. Emma sintió el fuego recorrer su cuerpo en una milésima de segundo para terminar explotando en su sexo, mojándolo, haciéndolo latir dolorosamente. Rodeó a la reina con los brazos y la levantó contra sí, la respuesta de la mujer fue la deseada, le abrazó la cintura con las piernas y ondeó las caderas contra su pelvis.

Emma despegó la boca de Regina y jadeó. "Mierda. Tu habitación." Moviéndose con torpeza, casi sin ver por tener la cabeza enterrada en el cuello de la mujer, logró entrar al cuarto y cerrar tras de sí. Llevó a su majestad a la cama y la dejó en ella con suavidad, inmediatamente la siguió acostándose sobre ella, pero antes que pudiera acercarse, la mujer la detuvo con un gesto.

Para su enorme sorpresa, alegría y excitación, Regina las desnudó con un movimiento e hizo aparecer en su mano un strapless strap-on negro, con una sonrisa que haría llorar de envidia a la reina malvada y mirándola a los ojos, la penetró lentamente con la parte más corta. Emma soltó un gemido y cerró los ojos unos segundos para recuperar el control, cuando los abrió, los clavó en Regina y, sin desviar la vista tomó el dildo y ubicó la cabeza en la deseosa entrada de la mujer. Regina se mordió el labio inferior. Esa fue toda la señal que Emma necesitó, con un movimiento de cadera la penetró hasta quedar pegada a su pelvis, volvió a salir casi por completo para volver a penetrarla inmediatamente.

"¡Oh sí, Emma!" Jadeó Regina alzando la cadera para recibir las acometidas de su rubia. "¡Así!" Tres penetraciones más fue todo lo que necesitó la morocha para tener un orgasmo explosivo. "¡Aaahhh!" Ver a la reina acabar, fue todo lo que precisó la rubia para dejarse ir, la penetró una vez más con fuerza, arqueó la espalda despegándose unos centímetros de Regina, dejó caer la cabeza hacia atrás y abrió la boca en un grito mudo. Unos segundos después, su cuerpo tenso se relajó y se abrazó a la morocha, acomodando la cabeza en el hueco entre el hombro y el cuello.

Del odio al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora