Capítulo 17

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Advertencia: este capítulo tiene casi nada que sumar a trama de la historia, pero tuve que hacerlo por razones ajenas a la razón, y a pedido. El próximo capítulo se volverá a la programación habitual.

Laissez faire: Expresión francesa que significa "Dejar hacer". También es una doctrina económica basada en la proposición de que el funcionamiento de la economía debe dejarse al libre juego de la Oferta y la Demanda, evitando la intervención del Estado.

Estar caliente: estar excitada.

Ni a palos: ni loca, ni de casualidad, ni que te muelan a golpes/palos (no hacer algo: ni a palos voy al cine, está carísimo)

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Regina entrecerró los ojos, la tomó del cuello de la camisa, la atrajo hacia sí y le devoró los labios con hambre, le mordió el labio inferior y lo fue soltando de a poco mientras se alejaba dos pasos. El cuerpo de Emma se inclinó levemente hacia adelante como imán siguiendo al hierro, abrió los ojos para clavarlos en Regina, quien estiró la mano hacia atrás y le estampó una cachetada que le dejó la mejilla ardiendo, pero que no contuvo toda la fuerza que la Reina tenía.

"¡¿Regina, qué mierda te pasa?!" la mujer se llevó la mano al cachete ardiente por el golpe, se sentía estafada, ¿cómo había pasado del cielo al infierno en cuestión de segundos?

La reina no sabía qué responder, una mezcla de sentimientos la invadía y parecía que quería expresarlos todos. "Me embarazaste." Acusó incrédula, repitiéndose.

Emma no tenía idea del motivo, pero cada vez que pensaba que Regina iba a tener un hijo suyo una sonrisa pugnaba por asomarse en sus labios. Cuando vio que la mujer entrecerraba los ojos y levantaba la cabeza apenas, decidió mandar la cautela y las dudas a la mierda.

De una zancada cerró la distancia que las separaba, la tomó de la cintura con un brazo apretándola contra sí y le agarró la nuca con la otra mano para mantenerla en el lugar mientras la besaba con todas las ganas que venía acumulando desde la última vez que habían estado juntas en la alcaldía. Regina respondió a los labios de Emma apenas estos rozaron los suyos, le rodeó el cuello con los brazos y se apretó más contra ella, haciéndola gemir.

La rubia soltó la nuca de la mujer y fue bajando la mano por su espalda acariciando todo el recorrido hasta el trasero, cubrió un glúteo con ella y lo apretó haciendo que de la garganta de Regina escapara un sonido casi animal, olvidándose de dónde estaba, la tomó del culo con ambas manos y la levantó haciendo que la mujer le rodeara la cintura con las piernas y comenzara a ondular las caderas contra su pelvis volviéndola completamente loca. A ciegas, caminó hacia la pared más cercana, apoyó la espalda de Regina contra ella y comenzó a mover sus caderas contra las de su compañera sintiéndose cada vez más mojada e impaciente por calmar el latido desesperado de su clítoris.

Regina enterró los dedos en el cabello de la rubia al mismo tiempo que le atrapaba la lengua con los labios y la chupaba con fuerza una, dos y tres veces, cuando por fin la soltó fue para atrapar el labio inferior entre sus dientes y morderlo con fuerza, haciendo a Emma quejarse por la mezcla de dolor y excitación que le provocó. Completamente fuera de control, la reina se apartó apenas para poder meter una mano entre sus torsos, abrir de un tirón la camisa de la rubia, a duras penas meterla dentro y cubrir el seno por completo. Con el pulgar, comenzó a juguetear con el pezón erecto.

Una especie de chillido agudo se filtró apenas en la niebla de deseo en la que se hallaban metidas, pero ninguna de las dos le hizo caso hasta que el ruido ensordecedor se oyó a menos de tres metros de ellas. Se separaron con desgana y miraron hacia un costado, la vista de una ensimismada Snow con su endemoniado hijo en brazos hizo que ambas se dieran cuenta de la situación en la que se encontraban.

Del odio al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora