5. Paralizados

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/Narra Mónica/

Amo a los animales ¿de acuerdo? Amo a los gatos, amo a los conejos, a las ardillas, a los peces y hasta los insectos, y especialmente... amo a los perros, lo digo enserio, incluso llevo una remera con huellitas de perro estampadas, algo irónico para la situación ¿verdad? Pero si veo a uno frente a mí, mostrándome con rabia y presunción sus tremendos colmillos, y mirándome como si fuese un gran bistec al que está apunto de engullirse... lo seguiré amando, pero no hay manera de NO tenerle pavor en este momento.

Estoy parada detrás de Lucas, ocultándome de ese gran perro que tan solo está cruzando la autopista, a solo 5 metros de distancia; y para colmo no pasa ni un solo carro, ni ninguna alma merodeando cerca para ayudarnos.

- ¿Lucas? – le susurro a sus espaldas.

Lucas no me responde, no puedo ver su rostro, pero veo las gotas de sudor cayendo desde sus cabellos hasta recorrerle el cuello. Está clarísimo, tiene mucho más miedo que yo.

Tomo a Lucas del brazo y doy un ligero paso a la izquierda. Lucas me sigue el ritmo, pero el perro también nos sigue con la mirada, incluso gruñe con más fuerza como advirtiendo que nos detengamos. Lucas obedece, pero yo trato de insistir. El perro entonces suelta un sonoro ladrido que me paraliza por completo. El hecho de que la carretera esté desolada, hace que el ladrido suene aún más salvaje y con un eco escandaloso.

- ¿Y ahora? – escucho el susurro de Lucas - ¿qué hacemos?

- No lo sé – le respondo en el mismo tono.

- ¿Y si corremos?

- No seas tonto, nos alcanzará.

- ¿Y si corremos en diferentes direcciones?

- ¿A qué te refieres? – susurro sin entenderle.

- Que tú corras de este lado y yo por acá.

Lo pienso por unos segundos, pero llego a la conclusión de que es una idea ridícula.

- Si hacemos eso, igualmente perseguirá a uno de nosotros – le respondo.

- ¿Y entonces qué?

Me vuelve loca estar como estoy, aquí sin poder moverme con el temor de ser mordida por un inmenso animal, me estoy desesperando, debo tratar de distraerlo pero no sé cómo. Antes de poder reaccionar, Lucas entra en tanta desesperación que empieza a gritar eufóricamente pidiendo ayuda.

- ¡Holaaa! ¡¿alguien que nos ayudeee?!... ¡auxiliooo!

Noto que el perro enloquece y empieza a ladrar con total rabia a la vez que se nos acerca llegando hasta la mitad de la autopista; este se detiene un poco después de que logro taparle la boca a Lucas con una mano.

- No hagas eso – le susurro al oído ahogando una reprensión por su actitud, aunque tampoco lo culpo.

Noto que Lucas da un paso hacia atrás pisándome la zapatilla, entonces me doy cuenta de que el perro se nos está acercando a pata apresurada como un depredador, hasta pienso que este no ha comido en días por cómo nos observa.

Yo también retrocedo unos pasos, y ya a punto de desesperarme, piso algo que parece ser una roca. Giro a ver lo que hay debajo, y efectivamente se trata de una pequeña piedra. La tomo con prisa, y se la paso a Lucas quien permanece adelante mío.

Lamentablemente, Lucas y yo no sincronizamos cabezas. Con gran fuerza, Lucas arroja la piedra directo al perro; esta le golpea ferozmente en una de sus patas traseras.

Hace dos segundos sentía un gran pavor por el animal, pero ahora este empieza a soltar unos llantos tan alarmantes que me hacen sentir gran lástima por él. Este da media vuelta, y desaparece entre los árboles cojeando terriblemente.

En un lapso, Lucas ha empezado a correr lejos del lugar retomando la misma dirección que seguíamos antes de que el perro apareciese, así que le empiezo a seguir.

- ¡Hey, Lucas espera! – le grito mientras le persigo - ¡Lucas, ya detente!

Finalmente, Lucas desacelera el paso y noto que se detiene tras encontrarse con algo más. No puedo ver qué es pues los árboles a mi costado me obstruyen la vista. Poco a poco, mientras me continúo acercándole, veo que hemos llegado hasta una casa.


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