¿Qué ocurrió con Brandon?

23. La leyenda de la parvada

/Narra Diego/

Caminamos por una autopista vacía: Don Julio, Brandon y yo, vamos todos juntos rumbo a un puente que aún desconozco, pero que según calculo por la distancia que me tomé del riachuelo hasta la morada del amical anciano, deberíamos llegar en unos doscientos pasos, aunque tal vez tardemos un poco más, pues al ritmo de Don Julio con ayuda de su bastón... avanzamos a paso lento. Podría decirle ahora mismo al señor que no se moleste en acompañarme, pues creo que si continúo la ruta llegaré a mi destino; pero decido aprovechar su compañía para hacerle un par de preguntas que me han surgido.

Si algo se me viene a la mente cada vez que pienso en este bosque (además de Brandon), es el horrible ruido de los cuervos graznando en las madrugadas, y una que otra vez durante el día, incluso escuché un fuerte graznido justo antes de que 'Tato' empezara a aullar, y ahora el energúmeno de Pablo me dice 'Agradece que los cuervos no le cantaron a tu perro'. Quiero saber sobre esto así que decido resolver mi duda.

- Disculpe Don Julio, ¿a qué se refirió Pablo con lo último que dijo?

- ¿Con lo que dijo Pablo? – pregunta Don Julio – bueno Diego, este... debes disculpar la actitud de mi nieto...

- Oh no, por ello ni se preocupe – respondo restándole importancia, pese a que me sigue rabiando su recuerdo - me refería a 'lo último' - le enfatizo.

No sé cuan mayor ha de estar Don Julio para no lograr pillar mi evidente duda, pues noto en su mirada no lograr comprenderme.

- No te entiendo – me responde sin más.

- Me refiero a lo de 'agradecer de que los cuervos no le cantasen a mi perro'.

- ¿Qué? – vuelve a preguntar para mi sorpresa.

- Verá... me refiero a que Pablo...

- Disculpa Diego – me interrumpe – podrías hablar más fuerte, es que ando medio sordo últimamente.

Ahora me queda claro algo más, Don Julio tiene cierto problema auditivo y por ello de seguro no logró escuchar lo último que Pablo exclamó.

- Entiendo – le respondo con una sonrisa, y me preparo para elevar el tono de mi voz – me refería, a que al momento de irnos, Pablo dijo 'agradece que los cuervos no le cantaron a tu perro' – le cito por no remedarlo.

- Oh, ya veo...  espera, ¿enserio eso dijo? – pregunta sorprendido tras pensarlo un poco más.

- Sí, eso dijo – reafirmo.

Con una mano puesta firme sobre su bastón y otra en la barbilla, medita un poco; no sé si es sobre el comportamiento de su nieto o sobre la pregunta que le acabo de formular.

- Dime Diego – me conversa con su mirada puesta en el camino – llevas poco tiempo viviendo por aquí ¿no es así?

- Así es señor, apenas una semana – respondo mirándole el perfil de su rostro.

- Entonces me imagino que no conoces sobre la leyenda de la parvada – deduce.

- ¿La leyenda de la qué?

- De la parvada – repite – la leyenda de los benditos cuervos – termina por aclarar la frase.

- Oh... - exclamo al comprenderle – pues no, no sé nada de eso.