15. Escenas de caos

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/Narra Diego/

Siento un gran ardor en la palma de la mano. Mantengo el puño cerrado pues siento pánico de ver la herida, pero sé que es algo serio pues un hilo rojo empieza a deslizarse por mis nudillos hasta continuar en pequeñas gotitas de sangre directo al suelo. Trato de contener ese goteo poniendo mi otra mano como si fuese un depósito.

- No te quedes solo ahí mirando, enano – le ruego a Matías – ven ayúdame.

- Pero... ¿qué se supone que haga? – pregunta nervioso.

- Alcánzame uno de los trapos, ¡rápido! – le ordeno.

- Te dije que no jugaras con eso – me reprocha mientras rebusca nuevamente en una de las cajas.

Matías toma el primer trozo de tela que encuentra y me lo da, este está bastante sucio pero no le resto importancia y me envuelvo el puño con él. Necesito aliviar esta herida rápido, así que salgo a toda prisa del cobertizo y me dispongo a ir a casa; Matías me sigue el paso, pero le detengo con un pedido.

- ¡Espera no! – le vuelvo a ordenar – tú quédate y trata de dejar todo en orden.

- ¡Sí claro, cómo no! - exclama con sarcasmo.

- Por favor, Matías – le suplico.

- De acuerdo – acepta a regañadientes – pero y ¿qué hago?

- Deja todo en su lugar – le explico - luego trae la correa, el collar y la cizalla de papá... – mientras le doy indicaciones, me voy alejando poco a poco - ...y luego cierras la puerta con uno de los candados que hay dentro.

- Pero... esos candados no tienen llave – empieza a subir el tono de su voz conforme me alejo de él.

- ¡Eso no importa, cuando papá llegue romperá el candado! – sentencio.

No es una tarea complicada dejar todo en orden, confío en Matías. Empiezo a correr a toda prisa directo a casa pues empiezo a sentir muchas punzadas en mi puño; Brandon me acompaña. Durante la carrera, noto como el viejo trozo de tela que envuelve mi mano, empieza a humedecerse, este está tan sucio que por suerte no logra apreciarse el color rojizo que seguramente lo está tiñendo.

Finalmente llego en poco más de 5 minutos. Entro por la puerta trasera y me dirijo al baño de la primera planta. Entré tan deprisa, que ni siquiera me percaté de que Brandon había entrado a mi casa también. Me encuentro solo en el baño, retiro el harapo de mi mano... y con cierto temor abro el puño. Sin prestarle atención a la herida, meto mi mano al lavabo y dejo que el agua limpie este mini-desastre. Después de limpiar la herida, veo que no ha quedado tan mal como lo imaginé: el feo corte es una línea roja que cubre casi todo el ancho de mi palma, pero con suerte cicatrizará en un par de días. No pienso echarle alcohol a la herida, simplemente tomo una gasa y vendas y me envuelvo la mano, y mientras culmino la tarea me pregunto '¿cómo se lo explico a mis padres?'

De pronto escucho el estruendoso ruido de algún objeto rompiéndose en la cocina. Salgo a inspeccionar a la habitación, y al llegar veo a Brandon con dos patas puestas sobre el repostero husmeando todo lo que encuentra, y un par de platos en decenas de pedazos esparcidos por el suelo.

Escucho a alguien entrando por la puerta trasera; me altero por unos segundos, pero la voz de Matías buscándome, me tranquiliza.

- Diego ¿dónde estás? – se escucha desde el pasillo.

- Aquí, en la cocina... ven pronto – le suplico.

Matías aparece con la correa y el collar en una mano, y la cizalla de papá en la otra; se queda por unos segundos apreciando el caos, luego me mira y pregunta inocente.

- ¿Qué ocurrió?

- ¡Oh! Le estaba enseñando a cocinar a Brandon... ¡¿qué crees que pasó?! – le contesto ofuscado.

- Oye, no tienes por qué hablarme así – responde sin gracia – todo esto es por tu culpa, así que mejor me retiro, y espero que te diviertas limpiando todo este caos y explicándole a mis papás lo que ocurrió aquí.

- ¡No, no, no, no, no! – voy hacia él y lo sujeto del brazo – oye lo siento, no debí hablarte así, no te vayas Mati, te lo ruego, ayúdame a arreglarlo todo ¿sí? – entono suplicante.

- Mmm... no lo sé – por su tono de voz, sé que quiere algo a cambio.

- Mira ayúdame con esto, y haré lo que me pidas ¿vale?

Planta una mirada malévola, y cierra el trato con lo siguiente...

- Vale, ya hablaremos luego.

- Perfecto, ahora dame esto... – le quito el collar y la correa – ...y ve limpiando todo, ya regreso – empiezo a retirarme.

- ¡Hey espera! – me detiene - ¿por qué no lo limpiamos juntos?

- Ya te había dicho que tenía un plan ¿recuerdas?

- Sí.

- Pues iré a ocuparme de algo, te juro que regreso en un santiamén.

- Como no estés de regreso en unos minutos, dejaré todo como está – advierte.

- Descuida, regreso rápido - aseguro - mientras tanto limpia lo que puedas con mucho cuidado sin cortarte...

- Habló la voz de la experiencia – interrumpe.

- Ja ja – vacilo - ...y guardas la cizalla de papá en el ático ¿entendido?

- Sí, sí, ya date prisa.

Regreso al baño y tomo unas gasas, algo de cinta y un desinfectante. Vuelvo a la cocina y noto que Brandon sigue de curioso, así que tomo del refrigerador una tira de jamón y lo atraigo con ello. Lo llevo hasta la puerta trasera y empiezo a correr hacia el cobertizo mientras él me persigue. En una bolsa (que tomé de la cocina) llevo conmigo, el collar, la correa, y los objetos que tomé del botiquín.


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¿Qué ocurrió con Brandon? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora