Capítulo 22

1.1K 102 4
                                    

DISCLAIMER: Los personajes que aparecen en esta historia pertenecen a Naoko Takeuchi y su obra Sailor Moon, sólo los tomo prestados para crearla.

Queda prohibido editar, reproducir o publicar total o parcialmente esta historia en cualquier blog, página, grupo o plataforma sin mi consentimiento expreso.

Estimado lector: Agradezco infinitamente que te guste la historia y que desees compartirla con otras personas, pero la mejor forma de apoyar mi trabajo y respetar el esfuerzo y dedicación puestos en cada una de mis historias es colgar el link a la misma, ya sea en tu fanpage, grupo u otro medio que manejes.

NO LA COPIES O DISTRIBUYAS SIN AUTORIZACIÓN. NO PLAGIES NI APOYES EL PLAGIO.

.

:::Capítulo 22: El retorno de la arpía:::

Hablaron sobre todo y sobre nada al mismo tiempo, era una plática tranquila y distendida, queriendo conocer todo cuanto se pudiera la una de la otra. Acompañadas de una copa de vino tinto, luz de velas y la suave música de un pianista neoyorquino llamado Derek Reid que Michiru conoció en un viaje a Estados Unidos, estaban sentadas sobre la alfombra frente al fuego de la pequeña chimenea eléctrica.

Haruka se sentía perdida en la mirada azul profundo de aquella mujer que le nublaba los sentidos y la hacía imaginar las más deliciosas y pervertidas aventuras, pero que también le inspiraba ternura, cariño, comprensión... y amor. ¿Cómo era que se había enamorado hasta los huesos de Michiru Kaio? Tenía tan poco tiempo de conocerla, pero todo lo que sabía de ella era tan misterioso y fascinante que Haruka se sentía atrapada en ella.

Lo que más la sorprendía era la facilidad con que podía abrirle su corazón, sin ningún tipo de reservas. La primera vez que la aguamarina accedió a salir con ella sintió una profunda alegría que inundaba su corazón de tibieza. Esa noche habló de su vida como no lo había hecho con nadie antes y no le guardó secreto alguno, la cálida mirada de esa mujer tan fascinante no se lo permitió ya que Haruka sentía que le traspasaba el corazón y revelaba todos sus secretos.

— ¿Más vino? —preguntó Michiru despertándola del hermoso sueño que era verla.

—Por favor.

Michiru tomó la copa de su mano y al hacerla sus dedos se rozaron. Fue sólo cuestión de unos segundos, pero ese leve contacto encendió un fuego en Haruka que nada podría apagar, sólo los besos de ella. Se infundió de valor y levantándose de la alfombra caminó hasta el minibar donde Michiru de espaldas servía el vino.

Apartó con suavidad su sedoso cabello, exponiendo la apetitosa piel del cuello de la aguamarina. Pasó la mano libre alrededor de su cintura, atrayéndola hacia su cuerpo y entonces la besó. El sabor delicado de su piel fue mucho más embriagador que el vino, mientras más la besaba más quería saborear de ese dulzor, más quería devorarla, saciarse de ella hasta que ya no pudiera más.

Michiru se dejó hacer, olvidándose por completo del vino. Sentía la lengua de Haruka jugar con el lóbulo de su oreja, bajar a su cuello y volver a subir nuevamente. El lugar sobre donde estaba posada su mano alrededor de la cintura se sentía como ardiente, como si una extraña fiebre estuviera concentraba justo en ese punto. Su mente era un campo de batalla entre lo que quería sentir y lo que debía hacer, había algo en su interior que aún la frenaba, que le decía que debía detenerse antes que fuera demasiado tarde.

— ¡Sirena! —dijo Haruka a su oído en un suave murmullo.

Sirena... una sencilla palabra pero con tanta intensidad y tanta fuerza que derrumbaba todos sus muros. Ya un par de veces Haruka la había llamado así, pero esta vez era diferente, esta vez se sentía tan íntimo, era casi como una súplica, como si la rubia le estuviera pidiendo permiso para ir más allá.

Luna OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora