Capítulo 24

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DISCLAIMER: Los personajes que aparecen en esta historia pertenecen a Naoko Takeuchi y su obra Sailor Moon, sólo los tomo prestados para crearla.

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:::Capítulo 24: La tragedia:::

Darien había decidido que ya era tiempo de enfrentarse a Serena. Eran demasiadas cosas que la incriminaban; la visita de su padre, la llegada de Diamante, el regreso de Mina y para terminar aquellas fotos que le mostró Lita. Necesitaba de una vez aclarar su situación con ella y también con Mina, y lo más sano era enviarlas a las dos a volar.

Por Mina no tenía problema, a ella no le dolería verla lejos, pero Serena era otra cosa. Los días que había pasado fuera de la habitación y de la cama que compartieron los últimos cuatro meses fueron una tortura, añoraba a Serena, sus besos, sus caricias, la timidez de la primera vez que lo acarició, cada detalle lo tenía tan grabado, marcado a fuego en su piel, en su corazón y en su mente, que sabía que dejar de amarla sería prácticamente imposible.

Pero no tenía otra opción cuando ella era parte de una telaraña de mentiras y engaños que atentaban contra él y que también ponía en peligro la salud del viejo. Al llegar a casa se dio cuenta que Mina no estaba, lo que era conveniente para así poder hablar con Serena en relativa calma, claro, si es que él podía permanecer calmado.

Darien entró en la habitación que antes compartía con ella pero no la vio allí. Iba a darse la vuelta para marcharse cuando escuchó una melodiosa voz tatareando la canción de cuna que a la abuela Rini le gustaba cantarles antes de dormir. Se dirigió hacia donde escuchaba la voz de Serena y abrió lentamente la puerta del cuarto de baño. Por un breve instante su mente viajó quince años atrás, al día que la vio por primera vez desnuda, con el agua acariciando su hermosa piel.

—Mariposa...

Su cuerpo parecía reaccionar por cuenta propia y Darien empezó a quitarse la ropa, quedando en un puño sobre el suelo. Hizo a un lado la puerta corrediza, exaltando a Serena en un principio, quien al ver su desnudez se olvidó de todo lo ocurrido en los últimos días, extendió su mano y le invitó a entrar con ella.

Darien no se hizo de rogar, no podía, la necesitaba y su erección se lo confirmaba. Entró debajo de la ducha y empezó a besarla mientras el agua tibia bañaba sus cuerpos. No hubo un lugar que no acarició, ni parte de su cuello que no besara, deseaba embeberse de ella hasta quedar completamente saciado ya que sabía que aquella sería la última vez que probaría su cuerpo. El pelinegro la volteó y ella restregó con descaro su trasero contra la pelvis de Darien, sintiendo la potencia de su miembro erecto.

La cadencia de las caderas de la rubia lo tenían al límite de su control, en ese momento no importaba nada más que el cuerpo de ella, aunque hubiera dudas en su mente su cuerpo no dudaba de lo que sentía por ella. Besó la parte trasera de su cuello, acarició y pellizco sus pezones logrando que ella diera pequeños gemidos ahogados como si de una gatita en celo se tratara.

Su resistencia se fue por el drenaje junto con sus preocupaciones del momento. ¿Qué rayos le importaba si ella lo amara o no? ¿Qué podía importar si tenía dudas de su fidelidad? ¡Él la amaba! Sí, la amaba y por ese amor sería capaz de perdonarle todo, de dejar a un lado lo que ella hiciera si tan sólo pudiera quedarse así para siempre, aunque eso significara conformarse con su cuerpo.

Luna OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora