Capítulo 2

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DISCLAIMER: Los personajes que aparecen en esta historia pertenecen a Naoko Takeuchi y su obra Sailor Moon, sólo los tomo prestados para crearla.

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:::Capítulo 2: La promesa:::

Estaba enfurecido con la situación, con Mina, con todo, incluso consigo mismo. ¿Cómo pudo haber sido tan tonto y no darse cuenta? Tenía que haber previsto la situación, sus hijas eran jóvenes y hermosas pero sobre todo eran ricas, cualquier caza fortunas como Darien pondría los ojos en cualquiera de ellas. Por supuesto, el que fuera precisamente Mina lo sorprendía, hubiera comprendido que Serena se dejara engatusar por las palabras de amor de ese chico, pero ¿Mina, su Mina? No, ahí había algo que no calzaba.

—Papá—dijo la rubia desesperada—déjame explicarte, Darien... Darien me sedujo.

El pelinegro no podía creer lo que estaba escuchando, la chica le estaba echando toda la culpa de lo ocurrido a él, hablando de su relación como si fuera algo sucio o sórdido. No podía ser cierto lo que escuchaba. Darien trató de halarla hacia sí, pero su reacción llegó muy tarde, Kenji la tomaba del brazo y la empujaba al lado de Serena.

—Serena, llévate a tu hermana adentro.

—Papá—trató de replicar Mina.

— ¡Ahora!

Ante el grito enfurecido de su padre no les quedó más remedio que obedecerle. Cuando llegaron a la escalera de la entrada, Mina corrió llorando hacia su habitación, seguida de su hermana que trataba de ayudarla. Cuando hubieron entrado Kenji se volvió hacia Darien, sus miradas enfurecidas cruzaron la una con la otra, la tensión era palpable y ninguno de los dos se atrevía a decir o hacer cosa alguna, solo estaban sosteniendo la mirada hasta que Kenji comenzó a hablar.

—Te he tratado como si fueras de la familia, te brindé mi casa, comida, estudios, un trabajo digno ¡y esa es la forma en cómo me pagas! ¿Traicionando mi confianza y seduciendo a mi hija?

—Señor Tsukino yo...

— ¿Tú qué Darien, tú qué? ¿Tú no quisiste traicionarme? ¿O me dirás que tú no quisiste meterle mano a mi hija?

—No voy a defender la forma en que hicimos las cosas,—dijo Darien con firmeza—tal vez no ha sido la manera más correcta, pero le aseguro que el amor que siento por su hija es puro y honesto igual que mis intenciones hacia ella. Si usted me lo permite yo estoy dispuesto a ca...

— ¿A casarte con ella?

—Sí.

— ¿De qué van a vivir?

—De mi trabajo señor.

—De tu trabajo—repetía Kenji caminando en círculo alrededor de Darien, que permanecía de pie firme como un soldado— ¿Tu trabajo de peón de una hacienda de arroz?

—Tal vez no sea mucho señor pero sí. —Respondió—Y si tengo que trabajar el doble para darle todo lo que ella merece lo haré.

—Ni aunque trabajaras día y noche podrías darle a mi hija todo lo que se merece. Además—dijo Kenji— ¿De verdad piensas que voy a permitir a mi hija de catorce años casarse y encima de eso hacerlo con un simple peón?

Luna OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora