Capítulo 3: golpes.

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-No sé por qué te resistes...- se acerca de nuevo a él y vuelve a sujetarlo con demasiada fuerza. -Aquí no tienes nada que hacer contra mí.

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Sí, ya había aprendido que con Min Yoongi era mejor no meterse. Pero no estaba dispuesto a sufrirlo constantemente sin tener un motivo de peso que justificara el temor que todos sus compañeros tenían hacia él. Esa noche le concedió una pequeña tregua, pero nada más. Los días que siguieron, las noches más bien, fueron igual de insufribles que todas las que llevaba allí. No podía enfrentarse a él por más que quisiera, sabía que no podía hacer nada frente al mayor.

Sus propios compañeros se lo habían dicho. Ahora que hablaba con Taehyung, los demás lo respetaban un poco más e incluso se habían tomado la molestia de aprenderse su nombre y dejar de llamarlo "chico nuevo". Puede que no fuesen amigos, vale, pero eran compañeros y eso era más de lo que eran antes. Lo único que no cambiaba era el hecho de que cuando Yoongi entraba, ellos salían rápidamente para no tener que sufrir las consecuencias. Pero cuando él se iba, se preocupaban por él. Puede parecer una tontería, pero ya es más de lo que hacían antes.

El problema es que eso no lo ayudaba a llevar mejor la situación, ni a que le doliera menos el abuso que sufría constantemente. Sus heridas en vez de curarse, dolían cada vez más y Yoongi no es que fuera precisamente comprensivo con esto. Al contrario, parecía irle el rollo masoquista, porque acariciaba su espalda con brusquedad mientras lo follaba sin compasión. Lo cierto es que esperaba, después de que se preocupara por él aquella noche, que las cosas cambiaran, que lo dejara tranquilo, incluso hubiera podido perdonarle y empezar desde cero. Pero ni Yoongi parecía interesado en cambiar su actitud, ni él sería capaz de perdonar algo como eso.

Pero a pesar de todo, lo menos soportable eran las terapias con el psicólogo que se la tenía jurada y que no descansaría tranquilo hasta que no lo viera admitir que la homosexualidad es una enfermedad. Por su parte, puede morir esperando. Jamás aceptará algo como eso. Jamás se rechazará a sí mismo como lo ha hecho toda su familia.

Pero es que no es solo con él, las cosas cada vez empeoran más.

-Vamos, bebé.

Jungkook observa la botella de licor que el psicólogo le ha puesto delante y todos sus compañeros lo miran temerosos de que caiga en la tentación. Es lo que se llama "terapia de choque", pero no cree que sea efectiva cuando apenas lleva tres meses de tratamiento, ya que es el más reciente después de Jimin.

-¡Que bebas, joder!- grita golpeando la mesa con violencia.

Jimin lo mira con aprehensión, sabiendo lo mal que lo pasa por las noches por la falta de alcohol, algo parecido pasa con Hoseok, ninguno de los dos lleva nada bien no poder adquirir cada uno de sus vicios.

Jungkook alarga la mano para coger la botella y Jimin decide apartar la mirada. Luchar allí no vale de nada, pero no piensa ver como uno de sus compañeros se derrumba.

-No lo hagas- Hoseok se ha levantado. -No bebas, Kook.

Jungkook lo mira con una expresión desconcertada, está claro que se debate entre el deseo de volver a sentir el alcohol y el deseo de no volver a recaer. El psicólogo ignora a Hoseok y vuelve a ordenarle que beba. Así que el chico no tiene alternativa y por lo visto, Jungkook tampoco. Ambos se han unido al pasar más o menos por lo mismo, y quizás es por eso que Hoseok sufre más la tortura de Jungkook que todos los demás, porque se ve reflejado en ella. Y es por eso, tal vez, que le quita la botella de las manos y la tira al suelo derramando todo su interior. Jimin no puede evitar sonreír, orgulloso de no ser el único con algo de conciencia libre en este maldito lugar.

Dove || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora