Capítulo 4.

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Capítulo 4

Aparecimos exactamente frente a la oficina de la madre de Ryder, que anteriormente era la oficina de Marcos. Me trajo algunos recuerdos; la primera vez que intentaron matarte. Y había sido Ryder el que lo intentó. Romántico, ¿No?

-¿De qué te ríes? -Me preguntó Ryder, ladeando la cabeza. Yo negué con una sonrisa en el rostro.

-Solo recordé algo gracioso. -Ryder me miró como si estuviese llegando a la locura pero decidió ignorarme. Justo en ese momento, veo como Jeff y Erika se van a acercando a nosotros.

-¡Clea! -Chilló Erika con una sonrisa apenas cruzamos mirada. Trotó un poco hasta llegar hacia mí y me echó los brazos al cuello.

-Hola, Erika. -La saludé. Ella se alejó de mí y me sonrió.

-Ya te extrañábamos por aquí. -Habló Jeff. -Ryder estaba a punto de volverse loco si no te veía.

-No puede vivir sin ti. -Dijo Erika, divertida.

-Ya, cierren la boca. -Los regañó Ryder, mientras lo fulminaba con la mirada. . -Clea solo vino a hablar con mi madre.

-Sí, Ryder, oculta tu felicidad. -Le dijo Erika, mientras le ponía los ojos en blanco.

-¿Vienes a hablar con la señora Kane? -Me preguntó Jeff. -¿Es algo sobre su hijo? -Me miró pícaramente.

-¡Jeff! -Lo reprendió Ryder. Jeff levantó las manos en un gesto de derrota, mientras estaba al borde la risa. -De todas formas, ¿Qué hacen por estos pasillos?

-Eso es, cambia el tema. -Dijo Erika. Jeff y ella parecían estar divirtiéndose realmente molestando a Ryder.

-Estamos aquí para el reporte de una búsqueda. -Explicó Jeff, esta vez, sin risas. -Y necesitábamos hablar con la señora Kane porque descubrimos algo muy interesante.

-Es bueno que estés aquí, Clea. -Dijo Erika. -Realmente te necesitamos.

Yo negué con la cabeza. -No entiendo en que les puedo ser de utilidad. Lo único que sé es controlar a duras penas los cuatro elementos, no es como si fuera una maga muy poderosa.

-Clea, te estás subestimando demasiado. -Dijo Ryder. Lo miré a los ojos rápidamente. -Eres más poderosa de lo que crees, con tan solo tener dentro de ti los cuatro elementos

-Es cierto. -Concordaron la parejita feliz al unísono.

En ese momento, la puerta de la oficina se abrió, dando a relucir a la señora Kane con la capa negra doblada en su antebrazo. Ignoró a todos y clavó rápidamente sus ojos en mí. Seguía tan imponente como siempre. En esta ocasión estaba vistiendo un vestido completamente negro si detalle alguno, pero su cabello azul que le llegaba por la cadera la hacía resaltar demasiado. Difícilmente podrías decir que esta mujer tenía dos hijos mayores de 20.

-Clea. -Me miró, escudriñándome con esos penetrantes ojos azules. -Estás aquí.

-Señora Kane. -Dije de vuelta.

-Madre, Clea necesita hablar contigo. -Dijo Ryder.

-Lo siento, cariño, pero tendrá que esperar. -La señora Kane parecía realmente ocupada. -Tengo una reunión con los directores de Las Casas en el salón del este...

-Perfecto. -La interrumpí. La parejita feliz y Ryder me miraron como si estuviera loca. Bueno, sí debo estar lo suficientemente como para interrumpir a la directora de La Casa de La Unión. La señora Kane me miró y pude notar que estaba conteniendo su ira. Me sonrió forzadamente. -Necesito hablar con todos los directores.

-Clea. -La señora Kane dijo mi nombre entre dientes. -Le dije a Ryder que fuera a buscarte porque necesitamos a los cuatro elementos en la línea de ataque. No estás aquí para ocuparte de otros asuntos.

-Lo siento, señora Kane, y con el debido respeto que le tengo, creo que tengo que ocuparme de "otros asuntos" -Dije, simulando las comillas. -Prometo que no le quitaré mucho tiempo a su reunión. -La señora Kane me miró con el ceño fruncido. Su mirada pasó de mí a Ryder.

-Solo escúchala, Madre. Te podrías sorprender. -Ryder me apretó el hombro.

La señora Kane suspiró. -Está bien.

**

La señora Kane dejó que Ryder entrara a la reunión. En el momento en que entramos a la sala del este, los directores de Las Casas ya estaban sentados, pero se colocaron de pie en el momento en que la señora Kane entró, pero se sorprendieron al ver que iba escoltada por Ryder y por mí.

-¿Alguna razón en especial por la cual la portadora de los cuatro elementos se una a nosotros? -Atacó rápidamente la señorita Emilia, como digna directora de La Casa de Las Hermanas. La señora Kane se sentó en la cabeza de la mesa.

-Yo estoy esperando esa razón. -Me miró de reojo. -Se irá en cuanto escuchemos lo que tiene que decir.

Todas y cada una de las miradas del lugar estaban sobre mí. E incluyendo a Alex, que estaba siempre con su altanería y su cinismo, me estaba mirando fijamente y muy serio; primera vez que me tragaba que fuera el director de La Casa de Los Hermanos. El director de Ciudad Niebla me miraba con esos ojos grises hundidos que daban miedo y Marcus, el director del Consejo de Retirados me miraba más con interés que con otra cosa.

Tragué grueso y tomé todo el valor que pude.

-Mina Tepes está viva. Y está del lado de Belial.

Bien, quizás no debí haberlo soltado así.

Todos comenzaron a murmurar entre ellos, hasta que la señorita Emilia se levantó, pareciendo muy indignada.

-¿Qué clase de argucias estás diciendo? -Chilló, mirándome como si estuviese drogada.

Alex la miró con confusión. -¿"Argucias"? Ya nadie usa esa palabra, Emilia. -Clavó su mirada en mí. -Clea, ¿Estás segura de lo que dices?

Marcus, el anciano del Consejo de Retirados, nunca cambió su expresión de interés.

-Es verdad lo que dice la portadora de los cuatro elementos. -Nos sorprendió a todos cuando el director de Ciudad Niebla habló con su extraña voz difónica. Nadie esperaba que fuera él la persona que estuviera de acuerdo rápidamente.

La señora Kane no había mostrado reacción alguna, pero se sobresaltó en su lugar cuando el director de Ciudad Niebla Habló.

La señora Kane se dirigió hacia él. -¿Está seguro de lo que dice?

-Señora Kane, ¿En qué momento me he equivocado? No esperaba que dudara de mí. -Le respondió, mirándola con esos tenebrosos ojos grises.

-Yo también digo que es verdad. -Concordó Marcus. El anciano dejó de mirarme y se dirigió a la señora Kane. -Quizás debamos escuchar el resto de lo que tiene que decir.

La señorita Emilia era la única que estaba de pie, pero comenzó a sentarse lentamente en cuanto Marcus dijo que dijera el resto de mi locura.

-Supongo que si el señor Marcus dice que te escuchemos, hay que hacerlo. -Dijo, mientras alisaban su vestido color lila con sus manos.

Alex, que estaba sentado con los pies sobre la mesa, cambió de posición, con las manos entrelazadas sobre la mesa. Su altanería había vuelto. Me estaba mirando muy divertido.

-Esto deseoso de escucharte, Clea. -Me guiñó un ojo.

Aún estaba de pie al lado de la señora Kane. Esta me indicó con la mano el otro extremo de la mesa.

-Toma asiento, Clea. Supongo que es una historia muy larga.




Magos de Mina: La Guerra (Libro#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora