Capítulo 26. -Final.

2.1K 243 28
                                    

Capítulo 26.

Ryder tuvo la amabilidad de aparecer en mi habitación.

Anna se encontraba acostada con una braga de ositos cariñosos. Su cabello estaba desordenado y estaba rodeada de libros. Al verme, sonrió.

-Feliz cumpleaños, Clea. –Me dijo, sonriendo. Yo me tiré en mi cama. Ryder estaba de pie a mi lado, pero Anna lo ignoraba.

-Estoy invisible. –Me dijo. –Te daré tu tiempo con tus amistades. –Sonrió. Estaré por aquí cerca. Si me llamas, podré escucharte. –Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla antes de desaparecer por la puerta.

-¿Cómo sabes que es mi cumpleaños? –Le pregunté a Anna. Ella se encogió de hombros.

-Tus padres pasaron hoy por aquí. –Dijo Anna. Lancé una mirada a mi despertador; eran las 10am. Mierda. –Tranquila. Les dije que estabas en clases, aunque no te veo desde hace como dos o tres semanas. –Dijo, hojeando su cuaderno. Me miró y sonrió. –Eres muy extraña.

-Lo sé. –Le dije de vuelta, con una sonrisa. Rebusqué en mis gavetas algo de ropa bonita. Iba a ir directamente a casa y quizás me encontraría con Maia de camino. Tenía mucho tiempo sin saber de ella. Y de no ser por su alarma en mi teléfono, no hubiera recordado que hoy era mi cumpleaños.

Me cambié por ropa un poco más decente. Unos jeans, una linda blusa azul rey y unas zapatillas negras. Busqué entre mi ropa un poco de polvo y labial y me lo apliqué. Peiné mi cabello castaño en ondas y minutos después ya estaba lista.

Salí al pasillo. Ryder no se encontraba por ningún lado, pero no me preocupé. Él, de alguna manera, siempre sabía en donde me encontraba.

Divisé mi auto en mi estacionamiento, pero antes de subir, comencé a revisar mi teléfono. Estaba colapsado de mensajes de mis familiares y de algunas notificaciones de Facebook y de correos. Y tenía más de 100 llamadas perdida de Maia. Wao. Ese era de su record y mi record de llamadas perdidas. Decidí marcarle. Contestó al segundo tono.

-¡Hasta que por fin! –Exclamó. Yo no pude evitar reírme. –Estás malditamente loca, ¿En dónde estabas? Tus padres estaban comenzando a preocuparse por ti.

-Estoy en el campus. –Le dije.

-Ellos pasaron por ahí. –Me dijo Maia. –Tu compañera de habitación les dijo que estabas en clases. –Suspiró. -¿Estabas en Mina, no?

-Sí. –Respondí. –Ya terminé lo que empecé allá.

-Eso quiere decir que no irás más, ¿Cierto?

La pregunta quedó suspendida en el aire.

Este era el momento difícil. Tenía que estudiar, quería hacerlo. Quería ser doctora. Amaba este mundo, aquí nací y aquí me crié. Pero también estaba la dimensión de Mina. Allí había conocido a Ryder, al hombre que amaba, y allí había conocido a personas maravillosas. A Ayden, el fallecido director de Ciudad Niebla, a Jeff y a Erika, A Alex y a Rocío y a Spirideon, que gracias a él habíamos conseguido la victoria de la guerra. Hasta los directores me habían asignado un puesto en el consejo de directores. De cualquier manera en lo que mirara, tenía una vida en ambos lados.

-¿Clea? –Maia me llamó al otro lado de la línea.

-¿Sí? –Sacudí mi cabeza. –Pasaré por ti, ¿En dónde estás?

-Detrás de ti. –Dijo, entre risas. Yo me giré con el teléfono en la mano. Maia estaba allí, con el teléfono aun pegado en la oreja. Apenas me sonrió, corrí a sus brazos. Se sentía bien abrazar a mi mejor amiga después de tanto tiempo.

Magos de Mina: La Guerra (Libro#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora