Capítulo 16.

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Capítulo 16

Carter y yo salimos de la cafetería. Él seguía preguntando que rayos iba a hacer y yo seguía diciéndole que eso no era su problema.

–¡Clea!

Me detuve en seco. Ahí, en plena acera del centro de Manhattan, estaba Ryder junto con Jeff y Erika.

Maldición. ¿Cómo rayos me encontró? Nueva York es una de las malditas ciudades más grandes del mundo. Pero de una u otra forma, estaba más que jodida. Ryder me iba a echar toda una mierda encima por haberme ido sin decirle.

Se acercó a mí con los brazos cruzados. Erika y Jeff iban detrás del, pero ambos tenían unas sonrisas estampadas en las caras.

–Pero mira si es mi novia. –Dijo Ryder entre dientes. –La que se fue sin decirme nada.

–Cariño. –Lo miré y le sonreí. –Lo siento, ¿Cómo te enteraste? –Seguramente fue Remir. Esa traicionera.

–Eso no importa. –Escupió. –Belial está aquí, ¿No? –Asentí.

–Y está poseyendo al ángel del infierno. –Completé. Ryder chasqueó la lengua.

–Maldición. –Se revolvió el cabello.

–Remir nos dijo que cuando el director de Ciudad Niebla murió, el ángel del infierno escapó. –Dijo Jeff, esta vez con seriedad. Sus ojos asimétricos de color, los cuales eran uno rojo y el otro amarillo, destilaban mucha preocupación. Erika también parecía ahora muy preocupada.

–Espera. –Ryder me miró. –¿Cómo sabes que Belial está poseyendo al ángel del infierno?

Me encogí de hombros. –Por qué me acabo de encontrar con él.

–¡Dios, Clea! –Chilló Ryder. –¿Estás bien? ¿No te hizo daño?

–¿Hola? Aún sigo aquí. –Todos clavamos nuestras vistas en el chico con el cabello teñido y las orejas horadadas, el cuál era mi hermano, Carter.

Carter dio unos pasos hacia adelante y se plantó delante de Ryder. –¿Le dijiste "novia" a mi hermana? –Me miró a mí sobre su hombro. –¿Este es tu novio, Clea? –Puse los ojos en blanco. Carter creía que porque entrenaba en un gimnasio más de cinco horas diarias podía luchar con cualquier individuo en la tierra y podría salir victorioso. Aunque más de cinco veces lo han bajado de esa nube a golpizas, él aun no entiende que existen límites. Y aunque Ryder y él tenían casi las mismas proporciones corporales, Ryder podría matar a Carter solo de uno golpe.

–Hola, Carter. –Lo saludó Ryder, con una sonrisa. –Creo que no me he presentado aún. Soy Ryder Kane. –Ryder extendió la mano, pero Carter, como siempre de maleducado, lo dejó con la mano extendida. Ryder lanzó una carcajada. –Soy el novio de Clea.

Carter lanzó una risa irónica. –Di algo que tenga sentido. ¿Alguien como tú es novio de alguien como mi hermana? Sólo...–Se giró y me miró como si yo fuera algo muy horrible. –Mírala.

Ryder clavó sus ojos gris azulados en mí. Esos malditos y hermosos ojos. Me sonrió y sacudió la cabeza. –Lo hago. La estoy mirando.

–Qué horror, estás enamorado de ella. –Dijo mi bello hermano, con asombro.

Empujé a Carter hacía un lado. –Eso no es un problema ahora. –Me dirigí hacia los chicos. –Chris creó un portal de aquí hacia Mina utilizando los cuatro elementos, pero perdió la llave. Belial tiene el acceso restringido a este mundo. La vez que apareció en la puerta de mi casa había utilizado un método desconocido para llegar hasta aquí, y dedujo que fue un método que le costó mucha energía, porque no pudo poseer a Matt por mucho tiempo. He aquí, ahora, hay un portal hacia este mundo el cual él puede usar libremente sin gastar su energía. Es por eso que aún puede poseer el cuerpo del ángel del infierno. –Expliqué. Los chicos me miraron con asombro. Ryder fue el primero en reírse.

–Te has vuelto toda una experta en la magia y en los demonios. Yo no hubiera llegado a esa conclusión. –Yo puse los ojos en blanco y traté de no caer derretida en un charco por un cumplido de mi sexy novio.

–En conclusión –Habló Erika –, necesitamos encontrar la llave del portal, ¿No?

–Exacto. –Concordé.

–¿Y cómo es la llave? –Preguntó Jeff.

Rápidamente me quedé de piedra.

No había pensado en eso. Maldita sea. Ryder rápidamente se cruzó de brazos.

–No sabes cómo es o que aspecto tiene, ¿Cierto? –Dijo Ryder, como un perfecto ceño fruncido. Maldición. Maldito Chris. ¿Por qué carajos no me dijo como era? ¡O al menos en donde buscarla!

Pero luego sentí unas manos apretando mi brazo con mucha fuerza. Miré la mano y luego miré a Carter. Lo vi tragando grueso. Estaba mirando hacia el cielo. Seguí su mirada para ver que lo aterrorizaba tanto; Belial está sobrevolando el centro de Manhattan. Los ajetreados neoyorquinos solo lo ignoraban, estábamos acostumbrados a las cosas extrañas.

Pero comenzó a lanzar sendas llamaradas del fuego a la tierra.

Una de ella pasó por el lado de Jeff que si no se hubiera agachado, se hubiera convertido en una linda antorcha.

¿En dónde estás, linda portadora? –Siseó Belial desde el cielo. El fuego se extendía rápidamente mientras la gente corría despavorida. Nosotros éramos los únicos que no nos movíamos de nuestros lugares. Miré a Ryder; no estaba para nada asustado, hasta había sacado su espada. Jeff desenvainó sus espadas de color verde y le entregó una a Erika.

–Clea, ya tú te enfrentaste a él. –Dijo Ryder, sin quitarle la mirada de encima a Belial. –Quizás estés cansada, quédate detrás.

Yo sacudí la cabeza. –¿Qué te hace pensar que voy hacer eso?

–Deberías dejarla ya, amigo. –Dijo Jeff, con una sonrisa. Ryder suspiró.

–No quiero otra espada en tu estómago. –Dijo al final. Yo sonreí y le tomé la mano.

–Eso no va a suceder de nuevo.

–Ey, Clea. –Carter comenzó a zarandear mi brazo. –Eso es una cosa muy fea.

Oh, ya te vi. –Dijo Belial, mientras sonreía. Aunque seguía poseyendo el cuerpo de Matt y aunque había pasado bastante tiempo poseyéndolo, no había signos de cansancio por parte de Belial o signos de rechazo por parte de Matt. Eso me preocupaba bastante. No sabía nada acerca de las posesiones, pero estaba preocupada por Matt.

Belial aterrizó en el piso. El fuego seguía extendiéndose. Los autos frenaban en seco e iban chochando uno contra otros. Maldición, ¿Por qué el centro de la ciudad? No creo que la alcaldía tenga un seguro contra daños hechos por demonios.

–El fuego. –Farfulló Ryder.

–Está comenzando a tomar los establecimientos. –Dijo Jeff.

–El fuego parece tener vida propia. –Comentó Erika. –Quizás Belial lo esté controlando.

Belial caminaba con toda la lentitud del mundo. Estábamos como a unos diez metros de distancia. El fuego nos estaba comenzando a rodear y el calor se sentía como si estuviéramos en un horno.

–Chicos. –Hablé. –No lastimen a Matt, por favor.

–Pero Clea...–Ryder iba a protestar, pero lo corté con la mano.

–Él no tiene la culpa de nada. Ni siquiera es un mago. No...No es necesario que muera, solo...Hagamos que Belial deje su cuerpo.

–Clea. –Erika llamó mi atención. –Haremos todo lo posible, pero si todo se sale de control...

–Tendrás de elegir a uno solo. –Completó Jeff. –O la ciudad, o el chico.

Maldición.

Jeff tenía razón.

Belial ya estaba acabando con este pedazo de la ciudad y mientras él se acercaba a nosotros, el fuego se estaba extendiendo aún más. No podemos sacrificar a miles de persona solo por una. No. Suspiré y tragué grueso.

–Solo si es necesario. –Acepté. –Solo si es necesario, matémoslo.

e

Magos de Mina: La Guerra (Libro#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora