Capítulo 10.

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Capítulo 10

En un abrir y cerrar de ojos, Chris me arrastró hasta un salón vacío. Cerró la puerta detrás del fuertemente mientras le ponía el pestillo.

Estuvimos mirándonos fijamente por unos segundos. Luego, para mi sorpresa, Chris soltó una carcajada. Clavó sus ojos en mí mientras reía de medio lado.

–Que casualidad, hermanita. Y pensar que si eras tú. –Se cruzó de brazos. –Apuesto a que Ayden te contó de mí. ¿Qué acaso no eres lo suficientemente poderosa? ¿Qué tan necesitados están?

Ladeé la cabeza. –¿Quién es Ayden? –Chris me miró con confusión.

–¿No es el director de Ciudad Niebla? –Yo negué con la cabeza.

–Nunca había escuchado su nombre. Prefiere no compartirlo. –Sacudí la cabeza. –Tú y yo tenemos mucho de qué hablar.–Chris lanzó una carcajada

–Realmente, Clea, ¿Qué necesitas saber? Le dejé muy claro a Ayden que no estaba interesado en volver a...ese lugar, que bautizaron con el nombre de esa mujer. –No sabía si eran cosas mías, pero parecía que realmente odiaba a la dimensión de Mina. Chris, extrañamente, comenzó a mirarme muy detalladamente. –Aunque, he visto un par de reencarnaciones de la hija de Mina, ¿Por qué no te pareces a ninguna de ellas?

–Eso es por qué... –Me detuve un momento. Chris quería saber cosas y yo también tenía algunas dudas. No podía contestar todas sus preguntas sin tener respuestas de él a cambio.

–¿También quieres respuestas? –Me preguntó, mientras me escudriñaba con esos grandes ojos avellana. Miró rápidamente su reloj. –En esta aula habrá clases dentro de poco, ¿Quisieras ir a otro lugar?

Asentí rápidamente. No podíamos arriesgarnos a que nos escuchen hablar de magia y demonios.

**

Chris me llevó a su apartamento. Estaba en el piso número veinte de un edificio en el centro de la ciudad. El lugar era tan increíblemente masculino, con paredes blancas y grises, muebles de cuero negro, alfombras blancas y una excelente vista del paisaje urbano de Nueva York.

–Toma asiento, por favor. –Me indicó Chris, señalando el sofá de cuero, antes de dirigirse a la cocina. Era extraño, como un mago de Mina tan antiguo como su fundadora viva la vida modernamente.

Volvió con dos vasos de jugo de fresa. Los colocó en la pequeña mesa en medio del juego de muebles y se sentó paralelo a mí.

–¿Quién te dijo sobre mí? –Atacó rápidamente. Me reí por lo bajo. No era la única que tenía preguntas.

–Pensé que era la única que tenía preguntas. –Chris se encogió de hombros.

–Fue un largo camino. Tuve tiempo para pensar. –Me miró fijamente. –¿Cómo supiste acerca de mí?

–Tuve un sueño. –Respondí. –En donde te encontrabas con el director de Ciudad Niebla.

–Ah. –Masculló. –Eso fue hace algún tiempo. Seguramente Ayden te lo mostró para que vinieras a mí. –Chris ladeó la cabeza, pensativo. –Si estás aquí, entonces debieron haberte buscado para encontrar La Piedra de Nami. –Asentí. –Realmente yo...no tenía deseos de buscarla. Además...–Se relamió los labios y extrañamente bajó la mirada. –Mis poderes no son lo suficientemente fuertes como para sentir La Piedra de Nami. No quise mencionarle eso a Ayden.

–En el sueño...cuando el director se fue, estabas arrepentido, ¿No es así?

Chris se quedó en silencio unos segundos. –Lo estaba. Pero realmente odio estos poderes. Odio los cuatro elementos. Si hubiera una forma de deshacerme de ellos...Pero fue una bendición de Mina. Se supone que las bendiciones son cosas buenas. –Se encogió de hombros, despreocupado, como si las bendiciones fueran un chiste de mal gusto.

Magos de Mina: La Guerra (Libro#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora