Capítulo 19.

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–Despierta, dormilona.

Me estiré perezosamente mientras abría un solo ojo. Cuando logré enfocar mi vista, tenía a mi novio con el codo apoyado en la cama y con la cabeza apoyada en su mano. Lo miré y lancé una carcajada.

–¿Ya es de día? –Pregunté. Ryder negó con la cabeza.

–Aún no es de día, pero ha pasado un poco más de ocho horas. –Se encogió de hombros. –Tenemos cosas que hacer, cariño.

Yo hice pucheros. –Quiero quedarme un poco más en la cama. –Lo abracé. –Sólo un poco más. –Ryder rió mientras besaba mi frente.

–No, es tarde. –Se sentó en la cama. –Vamos. Si te levantas ahora, quizás pueda bañarme contigo. –Se colocó sobre sus pies mientras se reía, mostrándome toda su desnudez.

Casi se me sale la baba.

–Está bien, tú ganas. –Respondí, mientras me arrastraba fuera de la cama rápidamente.

**

Rato después, comenzó a salir el sol. Ryder me dejó sola en la habitación. Dijo que tenía que planear estrategias con su madre y con Remir; prepararse para la última lucha con Belial. Me preguntó si quería ir con él, pero decidí pasar. Tenía planeado entrenar un poco con Spirideon. Había hablado ayer con él, que casualmente estaba por estos lados. Era lo mejor que podía hacer mientras esperaba.

Belial me preocupaba, pero no dejaba de preocuparme sobre lo fuerte que sea esta Mina Tepes versión malvada. Aún no sabía si controlaba los elementos. De ser así, seguro iba a carbonizarme. Decidí que también debía practicar ataques con los elementos. Explorar mis límites un poco más, saber hasta dónde puedo llegar.

Mientras peinaba mi cabello frente al espejo, entraron sin ni siquiera tocar Erika y Rocío. Como siempre, de maleducadas.

–Ey, chica. –Me saludó Erika, con una sonrisa. –¿Qué haces aquí encerrada?

Rocío, en cambio, comenzó a mirar mi cama de forma extraña. Y sí, estaba hecha un desastre, había olvidado arreglarla.

–¿Qué hiciste en tu cama? –Me preguntó, mientras la señalaba. Yo bajé mi cabeza y comencé a sonreír mientras me ponía como un tomate.

–¡Lo hiciste con Ryder! –Exclamó Erika, con una sonrisa. –Dios, al fin.

–Eso es buena noticia. –Concordó Rocío. –Ya era hora. Al pobre profesor Kane le iban a hacer un altar.

Puse los ojos en blanco. –No es para tanto.

–Por lo que he oído en los pasillos, las chicas dicen que Ryder lo hace muy, pero que muy bien. –Erika me miró pícaramente. –¿Es eso cierto?

Me encogí de hombros, sin que la sonrisa abandonara mi rostro.

–No hablaré de eso con ustedes. –Comencé a reírme. Las chicas se miraron entre ellas, mientras negaban con la cabeza.

–Algún día necesitarás de nuestro consejo. –Dijo Erika. –Sobre todo de Rocío. –La señaló con el pulgar. –Aunque Jeff puede causarme múltiples orgasmos, esta chica es la que duerme con el director de La Casa de los expertos en sexo.

Pensé que Rocío iba a decir algo con respecto a Alex y sus buenas técnicas en el sexo, pero solo se quedó callada mirando sus uñas. Estaba pasando algo raro.

–Rocío. –Erika y yo la miramos fijamente. –¿Sucedió algo con Alex? –Rocío solo negó con la cabeza.

–No quiero hablar de eso. –Dijo, suspirando. –Peleamos hace algunos días. No quiero ni hablar con él. No al menos hasta que se disculpe.

Magos de Mina: La Guerra (Libro#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora