Capítulo 18.

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–¿Está vivo? –Repetí en una pregunta. Ryder asintió.

–Sí, tiene el pulso estable, solo está inconsciente. –Dijo. Miré a Matt; estaba algo herido en la cara, pero por lo demás parecía estar perfectamente bien, y si mirabas bien su rostro, no parecía para nada el rostro de alguien recién poseído. Parecía estar durmiendo una plácida siesta.

–Creo que es mejor que lo llevemos a Mina. –Dijo Jeff, mientras dejaba de apoyarse en Erika para tratar de mantenerse él mismo.

–Es un alivio. –Murmuró Erika.

–¿Qué hago con todos esos humanos que acaban de ver todo esto, Clea? –Me preguntó Ryder. Yo sacudí la cabeza.

–Será la portada de todos los periódicos mañana, pero dentro de dos días ya todos lo olvidarán. Así son los humanos. –Fruncí el ceño. –¿A dónde fue Belial?

Ryder se encogió de hombros. –Regresó a donde quiera que se esconde. Al infierno quizás.

–Se nos olvida una cosa importante. –Erika se cruzó de brazos. –El portal.

Maldita sea.

El maldito portal que creó el maldito de Chris.

Pero yo sacudí la cabeza. –Por ahora, será mejor que llevemos a Chris a Mina. Lo resguardaremos en La Casa y buscaremos a Chris para que él mismo busque la maldita llave. –Los chicos asintieron.

–Es una buena idea. –Concordó Ryder. En el momento en que nos íbamos a fundir en la teletransportación, mi teléfono comenzó a sonar.

–¿Qué es eso? –Preguntó Erika, confundida.

–Es mi teléfono. Esperen un momento. –Me alejé un poco y vi en la pantalla quién era; nada más y nada menos que Julia Logde, mi querida madre. Contesté rápidamente.

–¿Hola?

–Clea, cariño. –Escuché del otro lado. Por alguna extraña razón, se escuchaba mucho ruido del otro lado de la línea –Lo siento por no llamarte antes, el hospital ha sido todo un desastre. Y ahora ha pasado algo muy extraño aquí en el centro de la ciudad. De repente todo se incendió y hay muchos heridos. No tenemos suficiente ambulancias habilitadas y tuvimos que venir nosotros al lugar. –Se detuvo un momento. –Sé que estás en el campus, pero quería preguntar si estabas bien.

Maldición.

Me quedé callada mientras giraba y a lo lejos, como me temía, miré a una mujer voluptuosa de cabello castaño desordenado vistiendo una bata blanca. Era mi madre, y solo estaba a unos pocos metros de donde me encontraba yo. Rayos. Tapé el teléfono mientras me giraba hacia Erika.

–Erika. –Ella clavó sus ojos morados en mí. –¿Se ve todo lo que sucede aquí dentro, no importa el escudo? –Erika asintió.

–Es una protección y se ve igual por dentro y por fuera. –Me contestó, mientras se encogía de hombros.

–Clea. –Escuché a mi madre llamarme. Coloqué el teléfono nuevamente en mi oreja. –¿Estás bien? ¿Pasó algo? Es extraño. –Casi la pude ver rascándose la cabeza. –Hay alguien en el centro de todo esto que se parece...a ti.

Tragué grueso.

No estaba preparada para decirle nada a mi madre sobre que manejo los cuatro elementos y estoy en medio de una guerra contra un demonio que me odia.

–Es una locura, mamá. –Respondí, casi con mi voz temblando. –No estoy preocupes, estoy bien. Tengo que estudiar, voy a colgar. –Y antes de que me dijera algo más, colgué y seguidamente apagué el aparato. Me giré hacia Ryder. El me extendió la mano y rápidamente nos fundimos en una teletransportación.

Magos de Mina: La Guerra (Libro#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora