Capítulo 11.

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Capítulo 11

–Clea.

Quité mi brazo de mis ojos al escuchar que alguien me llamaba. Era Ryder. Estaba de pie en la puerta, con los brazos cruzados y mirándome fijamente. Se había puesto unos jeans rasgado, sus botas negras y solamente vestía una camisa blanca. Se veían a simple vista la mayor parte de sus tatuajes.

–Regresaste antes de tiempo. –Le dije, mientras me levantaba perezosamente de la cama. Él se acercó lentamente y se sentó a mi lado en la cama. Estaba mirando fijamente a sus zapatos. Era extraño, siempre hacía contacto visual conmigo. –Ryder. –Dije su nombre con voz temblorosa. Tenía un mal presentimiento. Uno muy grande. Algo malo había sucedido.

–Clea, no sé cómo decirte esto...

–Ryder, solo dilo. –Levantó la mirada y clavó sus ojos en mí.

–Es el director de Ciudad Niebla. –Masculló. –Él...está a punto de morir.

Mi mandíbula cayó al suelo, literalmente.

–¡¿QUÉ?! –Chillé. –¡¿Cómo...?!

–Estaba enfermo, Clea. –Explicó Ryder, lenta y calmadamente. Yo, por otro lado, estaba a punto de tener un mini ataque al corazón. –Estaba enfermo y nadie lo sabía, a excepción de Liana, que es su mano derecha, pero él prefirió no compartirlo con los demás.

–Tú...–Se me quebró la voz. No habíamos congeniado demasiado, pero aun así me dolía que simplemente fuera a morir. Recuerdo la vez que lo conocí y como me ayudó y me contó cosas acerca de mi misma. Recuerdo sus palabras: "Solo debes desear hacerlo." –Ryder, tú... ¿Hablaste con él? –Ryder negó con la cabeza.

–Está dormido. Alex está en Ciudad Niebla cuidando de él. –Se rascó la cabeza. –Habló sobre alguna extraña enfermedad en la sangre.

Parpadeé varias veces. Estaba intentando contener las lágrimas.

–Quizás... ¿Leucemia? –Ryder se encogió de hombros.

–Alex no dijo nada más que eso. –Colocó una mano en mi hombro. –Hay que regresar. Mi madre dice que hay que estar preparados. Belial puede atacar en cualquier momento. Yo...–Me miró fijamente y colocó su mano en mi mejilla. –Mi madre dice que por ser la portadora de los cuatros elementos, tienes que estar al frente. Sabes que no estoy de acuerdo para nada, ¿Verdad? –Coloqué mi mano sobre la suya y le sonreí.

–Sabes que no me pasará nada, Ryder. –Le eché los brazos al cuello y hundí mi cara en su pecho. Su olor era realmente embriagador. El me rodeó protectoramente con sus brazos.

Sentía que nada malo iba a pasar. Aquí, en sus brazos, podría llenarme de valor y confianza para enfrentarme a lo que sea.

–Oh, lo siento, debí tocar. –Ryder y yo nos sobresaltamos al ver en el umbral de la puerta a Anna, mi compañera de cuarto. Me levanté y le sonreí.

–Tranquila, es tu habitación también, de todas maneras. –Ryder se levantó y se colocó detrás de mí, con las manos en los bolsillos. Anna clavó su mirada en él, confundida. –Oh, lo siento, este es mi novio. Ryder, ella es Anna. Anna, él es Ryder. –Los presenté. Ryder le sonrió y le estrechó la mano. Anna lo miraba como si fuera un modelo de Calvin Klein. Estaba casi que babeaba.

–E–Es un gusto. –Balbuceó ella, mientras se lo comía con la mirada. Esas son algunas desventajas de tener un novio de, prácticamente, otra dimensión. Todas se lo comen con la mirada.

–Clea, necesitamos volver. –Dijo Ryder. Yo le asentí. Recogí mi mochila y la colgué en mi hombro.

–¿A dónde irás? –Me preguntó Anna. –Es algo tarde. –Ryder me miró y sabía a qué se refería, pero no quería que recibiera un hechizo.

Magos de Mina: La Guerra (Libro#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora