Encargo Especial

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El departamento se encontraba en total oscuridad, si no fuera por los sonoros ruidos en la habitación hubiera parecido que en el departamento no había nadie, lo último que te esperas al volver de un viaje de negocios es encontrarte a tu prometida en pleno faje con tu padrastro en tu cama, pero que fue lo que hice al abrir la puerta:

—     Oh disculpen, debí haber tocado la puerta de mi habitación en mi departamento, uno nunca sabe cuando encontraras a una zorra revolcándose con un hijo de p*… 

Y después de decir eso cerré la puerta y me fui a un hotel, que es lo que esperaban que hiciera agarrar al imbécil y golpearlo hasta que se me bajara el coraje o mejor aun ir a la cocina sacar la pistola que tengo guardada en la alacena y dispararles a los dos tortolos, no mancharía mi reputación por un par como ellos, debo confesar que me dolió encontrarla revolcándose con otro pero no porque le quisiera sino porque le dieron un duro golpe a mi orgullo.

Además Camila solo era mi prometida por que estaba buena, tiene un cuerpo que cualquier hombre se sentiría atraído y  creía que era la única con la educación y belleza para proporcionarme un heredero, que mas da tendré que pedirle a la señorita Anderson que me consiga otra prometida.

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—     ¿Quien se cree que soy, la doctora corazón o qué? — Jamás en mis 10 años laborales me habían pedido esta clase de cosas, porque no mejor se va a algún antro y busca esposa el mismo, que me tengo que meter yo a resolverle su vida sentimental.

—     No, no es la doctora corazón, pero si es mi asistente y usted está para cubrir cualquier necesidad que yo necesite — Maldito fueras Mark Dinovik, y todavía tienes la desfachatez de decírmelo así como si me estuvieras pidiendo un café.

—     Las necesidades que estoy obligada a cubrir o resolver son específicamente los relacionados con el trabajo y el futuro de la empresa, no su vida amorosa

 —     Ves, tú misma lo has dicho el futuro de la empresa, para yo poder estar tranquilo y saber que esta empresa estará en buenas manos necesito un heredero y cómo voy a tener un heredero sin esposa.

Mark Dinovik era mi jefe hace cinco años debo reconocer que no me molestaba que me pidiera esta clase de cosas, siempre lo hacía, bueno en realidad buscarle una esposa no, pero en el momento en que tenía una aventura yo era la que me encargaba de mandarles un pequeño detalle de despedida cuando él se cansaba de ellas, y lo que más me molestaba es que nunca quedaba mal con ellas, que estas mujeres no se tenían un poco de respeto por ellas mismas, pero Mark siempre sabia con que contentarlas solo llegaba y decía: 

—     Señorita Anderson, Mándele a Lauren, Linsay, Clarisse o como se llamara la de turno una pulsera de diamantes o un collar con un mensaje de despedida.

—     Que quiere que le ponga en el mensaje. — decía yo tomando mi libreta para anotar

—     No lo sé, usted es mujer, usted sabrá mejor que poner para que no me venga a hacer un drama en la oficina — se volvía y entraba en su despacho.

 Aunque ya estaba harta de hacer este tipo de trabajos, no podía hacer nada, porque necesitaba el trabajo para ayudar a mis padres con el pago de la hipoteca de nuestra granja, sino hace bastante tiempo que le hubiera dejado.

Así que cuando me dijo el motivo por el que quería una esposa, lo único que me resto fue decir:

 —     ¿Como la quiere, castaña, rubia, morena? —Aunque yo lo dije sarcásticamente el respondió.

—     Usted ya sabe mis gustos, confió en que me encontrara a la mujer perfecta.

 Claro que conocía sus gustos, como ya lo dije desde hace cinco años que era la encargada de despedir a sus aventuras, sabía que le gustaban rubias, delgadas e idiotas, ya que ninguna tenía un gramo de cerebro en su cabecita, ellas creían que la cabeza solo servía para hacerse peinados, pero que mas daba.

 Al salir de su oficina me encontré con Camila su ex-prometida que iba saliendo del elevador muy angustiada, ni siquiera me volteo a ver, paso directamente a la oficina de Mark, decidí no seguirla, que se encargara él de ella.

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 Lo último que queria el día de hoy era que Camila fuera a mi oficina, la muy descarada con qué cara iba y se me ponía enfrente.

—     Mark, por favor no me dejes, fue un error, un desliz, me sedujo.

—     Pues muy bien, ahora dile a él que se case contigo, porque yo no pienso hacerlo.

—     No Mark, yo te amo — Camila lloraba como si de verdad le doliera, pero a mí no me podía engañar, yo sabía que solo estaba conmigo por mi dinero.

—     Ya veo cuanto me amas, tanto que en el primer instante que no estoy te metes en la cama de cualquiera, ah… no espera —dije pensativamente — te metiste con mi padrastro, y tu bien sabes cuánto odio a ese hombre. Ahora porque no dejas de hacer teatrito y te largas de aquí, no quiero volverte a ver.

 Camila me miro con odio contenido en sus ojos, como decían algunos, si las miradas mataran ya estaría muerto hace diez minutos, se dio la vuelta y salió enfurecida de la oficina.

Inesperadamente ¿Tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora