13. ¿Ser amigos?

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Estoy fuera de la facultad en donde trabaja Camille

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Estoy fuera de la facultad en donde trabaja Camille. No me ha costado nada llegar gracias a las indicaciones que Marcus me dio. La institución es pequeña, sin embargo es totalmente rustica y bastante elegante, claro, no es algo que deslumbre como las galerías en Manhattan o los museos en dónde sus pinturas están colgadas. 

Antes de poner un pie en el recinto, tomo aire y me preparo para que en cuanto llegue a su salón me mate, pero da igual. Lo único que quiero, es decirle que me permita estar cerca de ella.

Me he tardado dos días en armarme de valor y analizar cuál será la forma en la que intentaré ganarme de nueva cuenta su corazón. Ya me ha dejado en claro que no puedo volver a enamorarla de la misma manera en la que una vez lo hice, así que esta vez tengo que ser un poco creativo. Pero antes de volver a actuar, lo primero que tengo que hacer es ser su amigo. 

—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta un señor de no más de sesenta años. Por algún motivo su rostro se me hace vagamente familiar.

—Estoy buscando a la señorita Sanderson, me han dicho que da clases aquí —contesto un poco cohibido gracias a la mirada que tiene en el rostro.

—La encontrarás en el salón veintidós del segundo piso —Hago ademán de irme, pero me detiene—. O puede que esté en el taller de pinturas, si es así, estará en el quinto piso. Ha estado dando clases en distintas horas del día y no tengo su horario completo, pero puedes intentarlo yendo a esas dos partes.

—Muchas gracias —murmuro, un poco confundido. El señor me sonríe de manera divertida, se detiene para dar un sorbo a su café y me deja solo.

Vuelvo a tomar un poco de aire.

A pesar de que es mitad de Noviembre, el calor es un poco insoportable. Sigo sin entender porque Camille se ha venido a este lugar a vivir. Ella ama el frío. Nunca ha soportado el calor, cuando viajábamos a algún lugar con playa, no quería salir del cuarto de hotel por la calidez del exterior. Me quito mi chaqueta y acomodo mi camisa.

Enfurruñado, anoto en mi mente que tengo que ir de compras más tarde. Si visto mis trajes se arruinaran por completo.

 Llego al segundo piso y busco el salón, al topar con el, toco la perilla del pórtico. Mi corazón da un fuerte brinco y mi estómago se contrae. Quizá Cam esté detrás de este muro. 

No lo pienso mucho, así que cerrando los ojos, empujo la puerta.

Escucho su preciosa voz y mi mundo deja de girar. Está hablando por teléfono. Se encuentra de espaldas así que no me ha visto.

—No te preocupes Josh, entiendo. Además, de aquí saldré con Adeline a buscar un auto. Ya estoy cansada de ir en taxi a todas partes—suelta mientras analizo cada una de sus palabras—. ¡No, tonto! No estoy enojada contigo, pensé que ya te lo había dejado claro a noche. 

Aprieto mis puños con fuerza.

Joder, James. Respira. 

Tengo que controlar estos malditos celos si quiero ser su amigo.  ¡Pero demonios!... la idea de imaginarla de bajo de otro, mientras grita su nombre, me hace perder los estribos.

Cuando eras mía©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora