37. Un ciclo que ha sido cerrado

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Mi corazón late deprisa, ni siquiera sé cómo es eso posible

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Mi corazón late deprisa, ni siquiera sé cómo es eso posible. Siento como si no tuviese pulso.

No puedo verlo. No puedo ser yo la que vea el resultado.

Tomo la prueba con la mano y salgo del baño. Anastasia está en frente mordiendo su labio inferior. A juzgar por su mirada sé que imagina que el resultado es positivo, por eso decido aclarar lo siguiente:

—¡No puedo hacerlo! —Los ojos se me cristalizan al tratar de retener un sonido sordo de mi garganta al percatar la mirada recriminadora que me obsequia la anciana que nos vendió la maldita prueba—. ¿Podrías hacerlo tú? Por favor...

Ana asiente y extiende su mano, yo se la entrego con las manos temblorosas. 

La mira pero no dice nada y es ahí donde entiendo todo. 

Ya está. 

Tendré un hijo de Josh. 

—Negativo... es negativo, Camille. No estás embarazada.

Llevo una de mis manos a mi cuello y rasco más tranquila, sin embargo siento todas mis extremidades balancearse. Suspiro aliviada, aunque una parte de mí está algo decepcionada.

—¿Estás segura? —pregunto, aún llorando—. ¿Puedo confiar en la prueba?

—Tienen una confiabilidad del noventa y nueve por ciento. Si hubiera algún error te saldría como a la quinta prueba que realices —agrega la señora, mientras nos mira con seriedad.

—Gracias—murmuro.

Anastasia me toma del brazo para indicarme que tenemos que volver. Estando en el coche me quedo callada. No hay nada que tenga que decir. Tengo demasiados sentimientos encontrados. No voy a negarlo, estoy agradecida con Dios de no estar esperando un bebé, pero también estoy triste. Me hubiera encantado formar una familia con Josh. 

Que ironía.

Él quería lo mismo y cuando mencionó el tema yo sólo quise salir huyendo de ahí. Sin embargo, en este preciso momento, si Josh me pidiese matrimonio le respondería con una sola sílaba y me perdería entre sus brazos para jurarle amor eterno. 

 

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Cuando eras mía©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora