IDFC ~ Jikook.

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-tenemos que irnos, ahora -sentí la voz de mi tía irrumpiendo tanto en mi sueño como en mi habitación.

Levanté un poco la vista y vi el reloj. "04:34 am" ¿qué?

-¿Por qué? ¿qué pasa? -pregunté adormilado.

-¿cómo que por qué, tontito? Ya será tu cumpleaños.

-¿y eso qué tiene?

-que lo tenemos que celebrar -esbozó una sonrisa- 18 se cumplen una vez en la vida... Es una sorpresa que teníamos, hijo.

Hijo.

Yo no soy tu hijo.

-mi cumpleaños es el sábado ¿sabías? Aparte mira la hora. ¿Qué les pasa? ¿no duermen?

-solo habían pasajes para hoy... ya te explicaremos todo en el auto cuándo vayamos en camino -me sonrió- empaca lo necesario.

La maleta ya la tenía lista, pero esa tenía las cosas que me llevaría para siempre de aquí. Me levanté y en un bolso eché una muda de ropa.

Iba a ir por al baño para arreglar un poco mi cabello. Pero mi caminata fue interrumpida por voces provenientes de la sala de estar.

-Yerin, ¿estás segura que era él? -escuché la voz de mi tía.

-¡por décima vez, si! -exclamó mi prima- es imposible no acordarse de su cara.

-¿Jungkook lo sabe?

¿qué se supone que debo saber?

-me importa un mierda si sabe o no -gruñó el marido de mi tía- prefiero que no... No quiero que vuelva a tener un tipo de relación con Park Jimin.

Oh no, ¿nuevamente hablando de Jimin, en serio?

-¿dónde lo viste, Yerin? -dijo la voz de mi tía.

-venía por la calle principal y con el cabello desordenado... -respondió- creo que no me conoció, pero yo si a él.

-tenemos que salir de aquí lo antes posible.

Oh no, no volveré a irme, no volveré a alejarme de Jimin.

Me dirigí hacia el borde de mi cama en dónde mi celular se estaba cargando. Pero solo encontré el cable sin él.

Perfecto, no tengo celular. Al menos lo tengo con clave para que nadie se atreva a ver mis cosas.

-¿¡Jungkook, estás listo!? -preguntó mi tía.

Debo idear algo, hacer algo.

-Voy de inmediato -respondí.

Saqué un papel de mis cuadernos y un lápiz, anoté una que otra frase. Escondí la maleta que pensé en llevar en mi escape de esta casa en el armario y me colgué mi mochila la cuál estaba bien ligera.

-¿estás listo? -me preguntó mi tía con una sonrisa. Asentí- será un largo viaje.

No para mi.