Ella lo logró.
Logró escapar de ese mounstro al que alguna vez llamó "mi amor".
Negan había cambiado,se había convertido en un sádico que gozaba del sufrimiento de los demás. La muerte de su esposa lo devastó aún más, llamando así a su bate con púa...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No se sabe como, mucho menos por que.
Lo único que sabe y tiene presente es que le gusta verla asi por él. Sus grandes ojos cerrados, con la cabeza hacia atras, gimiendo y pidiendo por más, cosa que el cazador no le niega. Sus largas y finas uñas encajandose ferozmente en su espalda, exitandolo más como si aún fuera posible, sintiendo sus piernas enrollar su cadera profundizando las penetraciones.
El reflejo de la luna puede verse claramente a travez de la ventana de su habitación, iluminando las cortinas coral de esta. Deben pasar de las 2 am, pero claramente es algo que les importa poco. Todos duermen, después del ajetreado dia de ayer, sepultando los cuerpos, consolandose entre si por las perdidas, perderse entre las sabanas es algo que ambos necesitaban.
La ropa esparcida por la habitación, la puerta previamente cerrada. Su castaño y ondulado cabello esparcido por la almohada blanca. El cazador se sujeta de la cabezera, separando su pecho del de ella para observarla mejor. Sus mejillas levemente sonrojadas, mordiendo de vez en cuando su labio para intentar no gritar, viendo sus pechos rebotar a la par que la penetra, sin lugar a duda, le encanta la vista.
Siente su cuerpo vibrar debajo de él, la mira arquear la espalda y la escucha soltar un largo suspiro, a terminado ya. El cazador acelera sus movimientos, la escucha gemir despacio. Cuando ha llegado tambien, sale de ese húmedo y apretado espacio, para acostarse a su lado a tranquilizar su respiración.
¿Como es que volvió a pasar?
Les gustaria tener una respuesta, aún que es claro que no hay una logica. Daryl entro a la casa que compartian, la observó tararear y mover levemente sus caderas al son de su propia melodia. Lucille recogía y lavaba los trastos, aprovechando que la casa estaba vacia decidio limpiar un poco, y a Dixon se le ocurrio aparecer cuando casi terminaba con la cocina.
Esa imagen de ella basto para que el arquero rodeara la barra y la besara ferozmente, sujetandola por los muslos para elevarla y tener mejor acceso. Lucille no opuso resistencia, una vez que pruebas a Daryl, es casi imposible no querer un segundo asalto.
Ambos miran el techo, jadeantes y cansados. Esperando que el matrimonio de alado no haya escuchado nada.
— Espero lo hayas disfrutado — habla Daryl sentandose en la orilla de la cama, colocandose el pantalón — Por que no volvera a pasar —
Tenia claro que él habia comenzado este encuentro, pero si seguian asi, Lucille podria confundir las cosas y pensar que estan atados, y es algo que no queria.
Escucha la ligera risa de la castaña. Siente el colchon más liviano y repara en que de ha parado también. Gira sobre su hombro para ver que hace.
Desnuda y sin pena, avanza a su armario, sacando una camisa de seda que casi siempre usa al dormir.
— ¿Te parece divertido? — le cuestiona poniendose de pie tambien y girando a verla.
La observa con descaro, pasando sus brazos por la suave tela y cerrando los botones hasta que sus pechos estan cubiertos.
— Me da ternura que pienses que seras tú el que le ponga punto final a esto —
La mira confundido. ¿Eso que quiere decir? Sin explicarle nada, Lucille gatea hasta la cabezera de la cama y se recarga en esta, mirando con esa sonrisa tierna al arquero.
— ¿Insinuas que eres la que manda? — cuestiona incredulo.
— No lo insinuo. Lo se —
Bufá un tanto irritado, recoje sus botas y su playera del suelo, la mira aún sonriendo, como si de verdad el fuera a caer rendido a sus pies. Ninguna mujer a logrado eso ¿y ella se cree la excepción? Si, como no.
— Pues no, tu no mandas aqui — le recuerda — Esto no volvera a pasar —
Una pequeña risa sale de los labios de ella, irritando más al cazador. Ella se pone de pie de nuevo, coloca ambas manos en sus hombros y acerca sus labios a los suyos, dejando un corto beso en ellos.
— Cariño, no digo que yo sea la que mande — le susurra — Pero tu y yo sabemos que puedo tenerme en mi cama cuando quiera —
