Capítulo 32

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Cuando me despierto me siento en un lugar extraño, cuando recuerdo que justo hoy a la madrugada llegamos nuevamente al 12. Me siento en la cama para desperezarme un poco y veo a Peeta dormido a mi lado. Lo observo unos instantes y recuerdo lo que paso anoche y una pequeña sonrisa se forme en mis labios. Soy una chica mala. También recuerdo que dije que lo compensaría hoy así que me levanto de la cama y camino a la cocina para preparar el desayuno, si es que aún recuerdo como se cocina.

Encuentro huevos en la cocina y tocino, todo está en buen estado eso quiere decir que Haymitch y Hannah han consumido lo que se dejó y lo han ido remplazando por cosas nuevas. Me alegra que hayan seguido mis indicaciones y no hubieran dejado que las cosas se hayan dañado. Preparé unos waffles con tocino y huevos fritos, también preparé algo de jugo de naranja y un poco de café. Coloqué todo en una bandeja y subí al cuarto. Peeta estaba despertándose cuando atravesé la puerta del cuarto.

-Buenos días—dije con una gran sonrisa.

-Buenos días, belleza—respondió él con su voz ronca.

Me acerqué a la cama y me senté a su lado. Le planté un pequeño beso en los labios y empezamos a desayunar.

-Y…—empezó a hablar Peeta tragando un bocado—¿a qué se debe el desayuno?

Solté una pequeña carcajada.

-Quería hacerte el desayuno. Soy tu esposa ¿no?

-Sí, pero… ¿eso qué tiene que ver? Hemos vivido juntos un buen tiempo y casi siempre era yo el que preparaba el desayuno.

-Bueno entonces digamos que quería tener un detalle contigo.

-Entonces me encantan esos detalles—dijo acercándose y acariciando mi cuello con su nariz. No pude evitar sonreír con sus palabras y su contacto.

 Después de desayunar Peeta se arregló para ir a la panadería a dar una rápida revisión. Cuando lo despedí en la puerta me metí en el baño y después me arregle un poco, me coloqué una falda café que iba desde mi cintura hasta la mitad de mi muslo, una camisa sencilla blanca, unas baletas abanas con un pequeño moñito rosa. Cuando estuve lista bajé al salón para llamar a Peeta, dije que lo compensaría hoy.

El teléfono sonó un par de veces hasta que por fin Joan contestó.

-Panadería Mellark. Buenos días.

-Hola, Joan. Hablas con Katniss. ¿Me puedes comunicar con Peeta?

-Señora Mellark, claro. Ya la comunico.

-Solo dime Katniss—dije esbozando una pequeña sonrisa aunque sabía que él no podía verme.

-Claro.

Esperé unos cuantos segundos antes de que Peeta pasara al teléfono.

-Hola, amor—dijo tan pronto cogió el teléfono.

-Hola. Quería saber si te demorarás mucho en la panadería.

-¿Por qué?—dijo con un tono pícaro.

-Te quería en casa. Además dijiste que era solo una rápida revisión.

-Me convenciste con te quiero en casa. Ya voy para la casa.

-Está bien, amor. Nos vemos.

Colgué el teléfono. Solo me quedaba esperar a que Peeta volviera a casa. Creo que pasar varios días teniéndolo el 100% del tiempo para mí me afectó porque de verdad ya quería que llegara a casa. Unos 10 o 15 minutos después la puerta se abrió y yo me quede sentada en el sofá esperando que Peeta llegara a mí. De repente sentí las manos de Peeta sobre mis ojos y sus labios cerca a mi oído.

La chica en llamas & El chico del pan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora