Capítulo 51

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Capitulo 4 de ?

-¿Quién eres? —fue lo primero que pregunté cuando la vi.

La chica, unos años menor que yo, sonrió con mi pregunta.

-Lo siento pero me siento en desventaja, es obvio que sabes quién soy pero yo no tengo idea de quién eres tú—trataba de mantenerme calmada pero el pánico estaba subiendo por mi cuerpo. ¿Qué carajos pasaba con la seguridad que no la habían visto entrar en mi casa?

-Sí, lo siento. No me conoces a mí pero sí a mi familia.

-¿Qué? ¿Tú era las de las cartas? ¿Dónde está mi hija?

Ya se me había acabado la calma. El odio de esa mujer era peor que antes y además de que sus ojos me expresaban eso también me alteraba esa risa que mostraba.

-¿Dandelion? Oh, tranquila, ella está bien, no te preocupes.

-¿Dónde está? —grité esta vez.

-Vamos, no creo que te convenga ponerte en esa posición, no conmigo.

-¿Dónde tienes a Dandelion?

-Está en el piso de abajo con sus juguetes. No querrás que se preocupe si te escucha gritar.

-¿Cómo has hecho para entrar?

-No fue difícil. Esconderse en el bosque y entrar por la puerta trasera de tu casa no es difícil.

-¿Qué quieres?

-Arruinaste mi vida y la de mi familia… en realidad me dejaste sola. Quiero devolverte el favor.

-¿De qué hablas? ¿Quién eres tú?

-¿Recuerdas a mi abuelo? ¿Snow te suena conocido?

Sentí que la sangre se me helaba cuando dijo ese nombre.

-E… ¿eres su nieta?

-Sí. En realidad, era todo lo que tenía. Ese hombre era todo lo que yo tenía. ¿Te parece justo dejarme sola y ahora tener todo lo que tienes?

-Tu abuelo era un tirano—dije con ira. El recuerdo de ese hombre, los juegos, el vasallaje, la revolución, lo que le hicieron a Peeta… todo eso me llenó de ira, mucha ira.

-¡Claro que no! Él tenía el país controlado.

-Doce distritos vivían en miseria. Niños inocentes morían cada año. ¿Te parecía eso justo?

-¿Y te parece justo dejarme sin la única persona que yo tenía? ¿Te parece justo hacer eso conmigo y ahora estar felizmente casada, con una hija y familia? No, no suena justo tampoco.

-¿Qué piensas hacer?

-Improvisar sobre la marcha. ¿Qué te parece si borramos a todas estas personas del mapa?

-NI se te ocurra ponerles un dedo encima.

El pánico que sentía estaba aumentado. ¿Cómo es que nadie la había visto entrar?

Empecé a mirar a mi alrededor buscando una forma de salir en busca de Dandelion.

-Oh, ni lo intentes—dijo al parecer notando mis planes—, tengo esto.

De su capa sacó una pequeña arma que aunque se veía pequeña podía jurar que hacía gran daño. Algo tenía que haber aprendido de los entrenamientos antes de los juegos. Ahora el miedo, el pánico, la desesperación y todo lo que corría a grandes velocidades dentro de mí se habían incrementado en un doscientos porciento.

-¿Piensas lastimarme? Tú, al igual que el que se va a matar no avisa, sólo lo hace.

-¿Hubieras preferido que actuara desde antes? —levantó una ceja casi retándome.

La chica en llamas & El chico del pan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora