Capítulo 23

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Durante la primera semana en el Capitolio hicimos lo que todo turista hacía. Conocer. Ya que nos quedábamos en la casa de Effie—la cual era muy bonita y elegante, con algunos detalles algo extravagantes pero sin dejar de ser una bonita casa—ella nos llevaba a conocer diferentes lugares. Entre los muchos lugares que conocimos estaban La Plaza Principal, La torre más alta de Panem—600 metros de altura—fuimos a visitar a la presidenta quien nos recibió con una gran sonrisa y estuvimos caminando por toda la ciudad. Ahora era menos extravagante y me resultaba mucho más agradable.

Llevábamos ya 2 semanas aquí y aún no me aburría. Cuando Effie tenía que salir por alguna razón y quedábamos solos en la casa, Peeta y yo salíamos por ahí a caminar o a comernos un helado en la plaza. Extrañaba a Haymitch y a Hannah pero cuando recordaba que Gale aún estaba en el 12 se me quitaban completamente las ganas de volver. Aun así quería volver para pasar las fiestas con mi familia.

Era lunes—el primer día de nuestra última semana aquí—y tanto Effie como Peeta se habían ido dejándome sola en casa. Sentía que estaban planeando algo a mis espaldas y aunque confiaba en ellos de que no sería nada malo me sentía incomoda después de como los rebeldes jugaron conmigo, haciendo planes sobre mí sin yo siquiera saber. Pero sin importar lo que yo sintiera me tranquilicé y traté de matar el tiempo.

Caminaba por la casa buscando que hacer. Ya estaba desesperada sin saber qué hacer cuando vi el teléfono. Decidí hacer una llamada a Haymitch y Hannah. Después de unos 15 minutos de conversación, la llamada termino. Decidí también llamar a Annie. La llamada fue de casi una hora—llevábamos mucho tiempo sin hablar—el pequeño Finnick estaba bien al igual que su madre. No pude evitar ponerme nostálgica al recordar a Finnick padre. Aunque en un momento me jure a mi misma nunca confiar en Finnick terminó siendo uno de mis mejores amigos. Aun me dolía saber que ya no estaba. Guarde la compostura para que Annie no fuera a estallar en llanto conmigo. Como ya dije, casi una hora después colgamos el teléfono. También llamé a Johana pero no estaba en casa.

Me senté en la sala y Peeta y Effie aún no llegaban así que decidí hacer una última llamada. Llamé a mi madre.

-¿Diga?—contesto ella al otro lado de la línea.

-Hola—le dije tratando de sonar lo más amable posible.

-¿Katniss? ¿Hija? Hola. ¿Cómo estás?

-Muy bien, mamá y tú?

-Bien. ¿A qué debo tu llamada?

-Pues… estoy en el Capitolio y pues pensé que hace tiempo que no hablábamos.

-¿Estás en el Capitolio? ¿Ha pasado algo?—un poco de angustia se notaba en su voz.

-No—me apresuré a aclarar—. Peeta y yo estamos de vacaciones.

-Oh. Me preocupe por un momento. ¿Y a qué se deben esas vacaciones?

-Es que… quería salir unos días del 12.

-¿Tú querías salir del 12?—sentía su incredulidad.

-Sí. Gale ha ido y no me sentía a gusto allá. Pero volveremos en unos días.

-Oh. Sí. Sabía lo de Gale.

-¿Sabías lo de Gale?—levanté un poco la voz.

-Sí.

-¿Por qué no me lo dijiste?—la ira empezaba a irradiar de mí.

-Pensé que podrían hablar y… y volver a ser los que eran antes de los juegos—dijo mi madre algo avergonzada.

-¡No volveremos a ser esos! ¡Estoy con Peeta ahora, lo sabes!

-Podrías al menos perdonarlo.

-Ya lo he perdonado.

La chica en llamas & El chico del pan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora