Capítulo 02. |Esto apenas comienza.

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Aaron.

¿Han visto alguna vez a un hombre sufriendo por amor? ¿Sufriendo porque la mujer que ama lo dejó para siempre? Yo creía que eso no nos pasaba a nosotros, pero lo estoy viviendo en carne propia. Matar a Gregory fue una victoria para mí y para todas las pandillas que le temían, no me arrepiento de haberlo hecho, porque eso sería haber dado la vida de mi Chaparra en bandeja de plata, y eso jamás lo haría.

Hace aproximadamente dos semanas de que todo pasó y yo me he desconectado del mundo social del todo. Cuando mi madre murió hice exactamente lo mismo, y me juré a mí mismo no volver a tener que pasar por una situación semejante a aquella, y es gracioso como fallé a mi propia promesa. La noche anterior cuando Leah apareció en la cabaña, sentí como si alguna esperanza se encendiera dentro de mí. Había creído que había venido a perdonarme, que me daría otra oportunidad, que nuestro amor era más grande que su odio y su ahora miedo hacia mí. Pero no, había fantaseado por un momento en que hubiera venido por eso, en cambio terminó sorprendiéndome una vez más.

Su mirada hacia mí, la forma en la que me hablaba y se expresaba no era la Leah que yo conocía, no era mi Chaparra, definitivamente era otra persona. Me volvió a acusar y para el colmo defendió a Vanessa con uñas y dientes, como si Vanessa alguna vez hubiera sido amable con ella. Me acusó de llamar a la policía y entregarme, eso si dolió. Ahí lo había entendido; esa era otra Leah, y yo ya había perdido a la verdadera.

Lo que si me sorprendió es como habló de Vanessa, y supuse en el momento que la muy asustada y zorra de la morena había chantajeado a Leah de alguna manera para que hablara conmigo. Y es que me da risa sólo imaginármela pidiendo ayuda, después de que muchas veces le advertí que cuidara cualquier cosa que saliera de su boca, y no me hizo caso, y ahora después de la amenaza de Leah, no sé que voy a hacer con Vanessa.

Desayuno en silencio en casa de mi padre. No he pisado mi departamento en semanas, me he encerrado en la cabaña de mi madre lamentándome y odiándome a mí mismo todos estos días. Decepcioné a Leah, y tengo miedo de decepcionar ahora a mi padre, él no sabe nada. Muevo la fruta de un lado a otro en el plato perdido en mis pensamientos. Veo a mi padre bajar las escaleras con su maletín de trabajo y todo bien vestido. Al verme me sonríe y se une a mí en la mesa para desayunar.

—Hijo, que bueno verte fuera, y comiendo algo.

—No puedo encerrarme por siempre papá, aunque así lo desee. —Le mostré una sonrisa. —Tengo que volver al trabajo.

Mi padre asintió.

—Ciertamente, tienes qué Aaron. Matt y Jared no pueden solos con todo el trabajo y te he dejado estar fuera estas dos semanas porque sé que no estás bien. Es el otro negocio de la familia, no puedes abandonarlo.

Suspiro y duelen sus palabras porque son totalmente ciertas.

—Lo sé.

Mi padre termina su desayuno y se inclina en la mesa con sus manos unidas.

—Sé que tú y Leah terminaron, y no porque tú me lo hayas contado Aaron. No sé las razones pero espero que todo pueda solucionarse.

—No lo creo papá, Leah me ha dejado claro que esto no es temporal, así que debo aceptarlo y seguir adelante.

Mi padre me mira con el ceño fruncido.

—¿Qué? ¿Te piensas rendir así como así y perder a la mujer que amas? No, este no es Aaron Walter.

Levanté las manos en señal de derrota.

Mi Salvación #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora