Capítulo 18.|La presentación de Leah.

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Aaron.

Como casi todas las noches esta tampoco pude dormir, y es que pensar en que Leah y Lexie pudieron morir ante aquel ataque me llena de impotencia. Gregory no es un idiota, tiene todo perfectamente calculado, cuando atacar y cuando guardar silencio. Siempre ha sido así, es una mente maestra el muy hijo de puta.

Doy vueltas en la casa y pienso en lo que hice. Terminé aceptando la propuesta de Leah en un momento de desesperación al darme cuenta que pude haberla perdido, y ahora ya no hay excusas ni vuelta atrás, tengo que cumplir con lo prometido, y aunque me resista a entrar a Leah a este mundo, debo hacerlo, y todo sea por mantenerla a salvo.

Vaya, Aaron Walter, aún después de que te dejó de la manera más dolorosa al decirte en tu cara que no quería nada con un asesino, luego de besarse con otro en tus propias narices, la sigues amando, cada día más si se puede, aunque sabes que jamás vas a volver a tenerla.

Me quedé toda la noche en el almacén sin parar de pensar ni un segundo, y el camino de regreso a casa parecía verse muy lejos y agotador, así que sin darle muchas vueltas dormí en una de las habitaciones del almacén. Miro la hora y es aún lo bastante temprano, pero mi realidad es que sé que si no logré dormir bien anoche, ahora menos. Así que tomo voluntad y me levanto de la cama para hacer mis actividades rutinarias de la mañana.

El agua parece entender mi estado neutral interno que me calma al sentir las gotas caer en mi cuerpo. Suelto un suspiro lleno de frustración y todos los sucesos pasados desde que Leah está en mi vida me llegan a la cabeza. Yo sabía, yo sabía que dejarla entrar a mi vida iba a convertirse en un desastre total, que ella había nacido para desorganizar mis sentimientos y volverse la única culpable de toda mi perdición. Sabía que de tanto amarla iba a terminar lastimado, que también la lastimaría a ella, y que todo se iba a ir a la mierda así sin más. Lo sabía, y no me detuve a pesar de las advertencias, y por primera vez en la vida, Aaron Walter necesita ser salvado. Y lo peor de todo esto, es que la única persona que tiene el poder de hacerlo, es la misma persona que me ha llevado a la perdición.

Cierro el grifo del agua y salgo de la ducha, el baño me ha quitado un poco la tensión del cuerpo, haciéndome sentir un poco más despejado. Me seco el cuerpo con la toalla y me visto, deteniéndome al verme en el espejo. Suelto la pequeña toalla, y si me pongo a analizarme, lo único que veo es a un hombre lleno de rabia que no ve la hora de encontrar a sus enemigos y terminar con ellos. A un hombre lleno de resentimiento con la vida por ser tan miserable con él mismo. A un hombre lleno de desamor por haber perdido, y esta vez para siempre, a la mujer de su puta existencia.

Me contengo en no arrastrar todo a su paso y destruirlo como sólo yo sé, así que respiro y salgo de la habitación hacia la sala de reunión del almacén. Aún es demasiado temprano y todo está vacío, supongo que debo ir al taller a hacerme cargo del negocio de papá, no vaya a ser que el señor Arthur sé de cuenta lo perdido que ando por allí y cancele nuestra alianza.
Camino a la pequeña cocina del almacén y empiezo a hacer café y a prepararme algún emparedado, algo si sé, y es que estoy hambriento. Escucho unos pasos y veo a un soñoliento Matt caminar con ojos hinchados y todo descalzo hacia la cocina. Reí al verlo tan perezoso, y él hace una mueca divertida.

—Buen día Duncan. No sabía que te habías quedado en el almacén. —Le digo mientras le unto mantequilla al pan.

Él ríe y se sienta en una de las butacas y recarga su rostro soñoliento en la mesa.

—Tu hermana no quiso llegar a la casa, dijo que tenía miedo por lo ocurrido con Leah y Lexie y que no quería quedarse sola, así que tenía que buscar algunas cosas aquí y terminamos dormidos en el sofá del cuarto de abajo.

Frunzo el ceño.

—¿Alice está aquí? Dime por favor que no tuviste relaciones con mi hermana estando yo en el mismo lugar.—Suelto divertido y con seriedad a la vez.

Mi Salvación #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora