Capítulo 32.

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[Narrado por Harry.]

El ambiente de la residencia, ya me tiene aburrido. Entonces cuando decido prepararme un sándwich a duras penas con la mano que no está lastimada, a alguien se le ocurre tocar el timbre y reniego al ir a la puerta.

Edward está sosteniendo su mochila y la chaqueta en otro brazo, entra a la casa y se quitas las botas. Huele a humedad y a frescas plantas.

— He olvidado mis llaves, perdón — menciona y choca su puño con mi mano.

— ¿Dónde estabas? — me intrigo y lo sigo a la cocina, toma el emparedado que estaba preparando y pongo los ojos en blanco.

— Ah, con Louis — responde. — Me han suspendido, ¿te enteraste? El puto director ha hecho un escándalo.

Me río ligeramente, pero siento la garganta seca. Busco en la nevera una botella de agua, y encuentro una medio llena.

— A Louis le han quitado el puesto de presidente — suspira y hace una pausa. — ¿Qué has arreglado com Scott?

— El imbécil va a Londres unos días — dice. — Le he dicho tantas cosas, pero creo que nada logra ofenderlo.

— Que se joda — parece tener tanta hambre, ya que devora en segundos y se mete los dedos a la boca. — Bueno, voy a dormir un rato, que anoche no he podido.

Me dejo caer en el sofá y luego el timbre vuelve a sonar. Me levanto de nuevo, pero Edward ya ha abierto la puerta.
Shani está del otro lado, lleva el cabello desordenado; la respiración agitada y los labios temblorosos.

— ¿Qué te pasa? — escucho la voz de mi hermano preguntar y me acerco.

Ella parece sollozar, sin embargo las lágrimas nunca salen de sus ojos. Luce como si se estuviera ahogando, porque las palabras se le quedan retenidas en la garganta. Le toma los brazos a Edward y observo que tiene marcas rojas en el abdomen, gracias al crop top que lleva puesto.

— Shani, ¿qué sucede? — cuestiono y la miro tragar saliva.

— Scott — suelta. — Me ha golpeado.

Chillo y Edward la hace tomar asiento en las escaleras, sin decir nada; corre al baño por el botiquín y yo ayudo a la morena a sentarse.

— ¿Por qué? — Shani se toca la herida del labio y se queja. — Tenemos que ir a la policía.

– No — murmura. — Ya está de camino a Londres, y me ha dicho que si abro la boca, le hará daño a mi familia.

— Cielos, Shani. ¿En qué te has metido? — Edward regresa y le tiende algunas gasas para que se quite la sangre seca, luego toma unos analgésicos y la chica los toma a secas.

— Lo hice enfadar — se cubre el rostro y llora.

— De todos modos no era para llegar a esto — dice mi hermano. — Ese hijo de perra, debe aprender que a las mujeres no se les pone un dedo encima.

Shani solloza y niega. La miro y asiento a las palabras de Edward. Nos quedamos en silencio, porque parece que ella necesita desahogarse.

— Lo lamento — murmura luego de unos segundos. — Todo es en parte mi culpa, yo he sido su cómplice...

— ¿De qué hablas? — investiga Edward y yo cierro los puños.

— Nosotros los expusimos a ti y a Louis — confiesa. — En el gimnasio.

Edward se pone de pie y comienza a andar por el living, de un lado a otro con los dedos atados al puente de su nariz y suspirando con pesadez.

— Que hija de perra — dice y lo hago callar. — ¿Qué? Le guardo respeto para no golpearla, pero insultarla, con todo gusto puedo.

Edward & Harry. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora