Capítulo 48.

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Marry You - Bruno Mars

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Marry You - Bruno Mars.

2 años y seis meses después.
Jacksonville, Florida.

Habían pasado tantas horas, tantos días, tantos meses juntos.

A diario reforzaban aquel hogar que desde que llegaron, los hizo sentir a gusto.
Había días en los que a ambos, las mejillas les dolían de tanto reír, otros donde solo se sentían cansados, de mal humor o sin ánimo de meterse entre las sábanas con otra intención.

Abril ya ha llegado, la casa luce radiante; el jardín con el césped recién cortado y los lindos girasoles que a diario florecen, aquellos que Louis había plantado en marzo, con la esperanza de que crecieran.

Bailey corre de un lado a otro, Edward está disfrutando de su limonada observando al pequeño ser andando por todo el patio delantero. Louis lo llama a comer y desliza sus pies por encima del piso recién pulido.

— No me gusta que estés descalzo por toda la casa, luego vas a y pones tus sucios pies encima del sofá — murmura Louis en cuanto ve a Edward cruzarse por la cocina. — Y trae a Bailey amor, también le daré de comer.

Edward sonríe y lo toma de las caderas al verlo tan concentrado cocinando algo que huele delicioso. Louis siente los besos en su cuello y se aferra a la barra en cuanto sus piernas se debilitan.

— Bebé... — susurra. — ¿Por qué con tanto estrés?

Louis suspira y se da la vuelta.
Le besa los labios y Edward lo hace subirse a la estructura de mármol tomándolo de los muslos.

— ¿Olvidaste que tus padres llegan hoy? — Edward gruñe y niega.

— Pero relájate mi amor, solo serán dos noches.

— Eddie y tengo que estudiar para mi examen, estoy por terminar el semestre.

— Lo sé, Lou — sonríe y le acaricia la mejilla con los nudillos. — Tranquilo, mejor vamos a disfrutar un rato.

Edward apaga la estufa con una de sus manos; toma al más bajo por la cintura y lo carga hasta el sofá grisáceo donde un montón de libros descansan.
Los hace un lado; las notas y cuadernos de psicología caen al suelo y los planes de vuelos también.

— Bailey va a venir y se comerá eso — interrumpe Louis y Edward pone los ojos en blanco.

— Bebé, el perro está afuera, tranquilízate. ¿Quieres?

Louis asiente y se acomoda en su regazo, Edward le quita la playera, le da un masaje rápido en los hombros y Louis parece estar menos tenso. Siguiente, le besa las clavículas y le desliza su lengua desde la yugular hasta el lóbulo de la oreja.

Edward lo hace acostarse en el sofá, Louis se queja del bolígrafo que le pincha la espalda y el de tatuajes se lo retira de inmediato.
Cuando vuelve a besarlo, Edward aprovecha a desabotonar sus jeans flojos. Le pasa la mano sin paciencia por la entrepierna. Louis jadea y lo deja restregarle las caderas en su pelvis.

Edward & Harry. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora