Capítulo 33.

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[Narrado por Edward.]

Sign of the Times - HS.


Cuando me despierto, el malestar de migraña es lo primero que me hace sentir mi cuerpo. Me cubro con las sábanas hasta que decido que la luz que entra por la ventana, es demasiado molesta como para ignorarla. Huele a café y a pan tostado, pero el malestar en la cabeza y lo poco que puedo ver, hacen que ni siquiera sienta hambre.

Camino descalzo hasta el baño, de la vitrina tomo las pastillas que me ayudan con la ansiedad y luego tomo una aspirina para aliviar el dolor de cabeza. Me doy una ducha rápida, vuelvo a cubrir las heridas de mis brazos y piernas, que aunque ya se encuentran cicatrizadas, el contacto con la tela de la ropa hace que ardan levemente.

Me pongo unos jeans negros y unas botas Levis, una camiseta roja sin mangas y bajo las escaleras, ignorando el olor que proviene de la cocina. Harry me mira de reojo cuando me ve entrar y sentarme en la barra. Tomo un plato hondo y vierto cereal dentro.

— He hecho pan tostado y café — anuncia y me levanto para ir a tomar el envase de leche de la nevera. — Por si quieres.

No respondo, pero le pongo el líquido al cereal y comienzo a desayunar, mientras observo la televisión de la sala, que pocas veces se enciende a la hora del desayuno; pero es mejor escuchar las noticias o cualquier canal, que escuchar a Harry hablar.

Al terminar dejó el plato sucio en el lavabo, sin molestarme en limpiarlo, entro al baño de la planta baja y me cepillo los dientes. Me acerco al recibidor y tomo las llaves de mi automóvil, Harry me sigue y me entrega un sobre blanco.

Se lo quito de las manos y observo que es el recibo para pagar los servicios de la residencia; asiento solamente y lo pongo dentro de la caja del correo que se encuentra a un lado de la puerta principal. Tomo la chaqueta de mezclilla y me la coloco. Luego salgo de la casa y me subo al vehículo, para ir directo a mi cita con Louis.

Ha insistido en ir al centro comercial; y ahora dudo si comprar ropa puede considerarse como una cita romántica. Al llegar, encuentro un lugar para estacionarme, justo frente a su chofer, entonces pongo la reversa y agradezco que esté sumergido leyendo el periódico detrás de la ventana. Busco un lugar más alejado, y bajo del auto.

Dentro de la entrada principal, Louis me espera mientras observa y prueba algunos perfumes que están de muestra en una tienda. Lleva pantalones que se doblan en la parte de los tobillos, una camiseta blanca a rayas azules y unos vans blancos. Al verme se acerca, descuidando el frasco de perfume que casi se le cae por venir hacia mí. La empleada lo regaña y pide disculpas.
Me acerco también y lo abrazo, me besa la mejilla y sonríe sin ganas.

— ¿Cómo estás, bebé? — cuestiono y besa mis labios en respuesta.

— ¿Tú? — evita responder y entonces me encojo de hombros.

Cuando le tomo la mano para comenzar a caminar, me aprieta con fuerza y lo escucho sollozar.

Oh no.

— Bonito, ¿estás bien? — niega automáticamente y la nariz ya se le ha puesto roja.

Me toma de la nuca y me acerca hacia su cuerpo; más pequeño y frágil que el mío, hay lágrimas saladas entre nuestras bocas unidas y tengo que abrir los ojos para ver la expresión dolorosa que tiene Louis.

Edward & Harry. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora