En la dulce soledad de esta noche oscura
el humo de mis recuerdos se aclara lentamente
y se mezcla perfectamente con el aroma de tu memoria
que entre sueños descansa profundamente
y se sume inexorablemente en la inconsciencia de esta historia sin final.La triste melancolía que empaña suavemente tus pupilas
elabora, de tus rizos, el camino de mis dedos,
enlaza, con tus labios, la dulzura de tu credo,
y empieza la fantasía que no habrá de terminar,
es así como comienza esta triste historia que, se dice, no debió nunca empezar.Mas ese fondo musical que proviene de tu boca
y esas sábanas, ahora sucias, de tanto esperar
aún logran conservar la mirada tierna que alguna vez me diste,
aquella vez, cuando estuvimos frente a frente
y los secretos más profundos que guardamos, revelaron dos maneras diferentes de amar.Ahora intento conservar la calma que me diste otrora vez
y me empeño, testarudo, en que dos almas pueden encontrar su paz,
pero la cordura oculta un insensato cambio de rumbo
y la locura recrimina, a cada instante, la oportunidad que dejamos pasar
aquella noche infame, aquella noche cobarde, en que decidimos olvidar.Y mientras las preguntas caen como lluvia desde el cielo,
las respuestas, como las semillas, toman tiempo en germinar
y el plateado resplandor de un sueño confundido
busca, sin cansancio, en el subsuelo, una esperanza que le dé sentido a lo que se ha perdido
pero deja abierto el hueco inmenso que, desde hoy, nuestro vacío cubrirá.