Soledad reprimida
bajo el rojo carmesí,
hunde el dedo en la profunda herida
que me dejó la partida
de un corazón suicida,
que me reclama una salida
prohibida, malavenida,
para llegar a ti.Sol y Luna son mis guías,
de ellos aprendí lo que es amar;
de tus besos y tu tacto, vida mía,
aprendí a olvidar.Ahora escribo los recuerdos de un ayer
que no sucedió nunca,
ahora entiendo cómo es que una vida se trunca
cuando no se sabe comprender
que ya nada se puede hacer;
que de tanto esperar
a quien nunca tuvo intenciones de llegar,
se acaba poco a poco la vida
y se llena lentamente de vacíos la guarida
que con este amor, que ahora está marchito, creí poder llenar.Solitario, entonces, transito ahora,
en el limbo de lo que pudo ser y que jamás será,
soy un alma en pena y te visito en cada aurora,
soy el fantasma que con silencios tu corazón decora
y que, aunque no te lo mereces, siempre te amará.