Amar es simple, querer es complicado.

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Siempre se me hizo muy simple esto de amar.

Ojo que dije simple y no fácil.

Y es que, de verdad, no es complicado; ¿difícil?, sí, porque primero hay que tener amor dentro de uno, sino no se puede dar amor; porque, pues, es bastante obvio ¿no? No se puede dar lo que no se tiene; entonces, es como que un proceso, pero un proceso simple y claro: primero te amas tú y luego tienes amor para dar. Dos pasos simples de seguir, aunque bastante difíciles de realizar; el primer paso más que nada, porque el segundo llega por default. Pero, como acabo de decir, que sea difícil hacerlo no lo hace complicado de entenderse.
Y aquí está la clave para entender (o empezar a haccerlo al menos): El amor no es algo que viene de algo o alguien externo y nos lo hace tener o sentir por arte de magia, el amor es algo que uno ya tiene y ese algo o alguien externo nos incita a expresar; y ese algo o alguien externo también puede y debe ser, primordialmente (ojo con esta palabra), uno mismo.

Ahora, bien, lo que sí es complicado o, al menos, a mí se me hace complicado, es el querer. Simplemente no lo termino de entender. Lo que es paradójico o irónico, porque es lo que más se suele hacer. Pero,  ¿cómo se puede querer algo siempre? O, más claro: ¿Cómo se puede siempre querer lo mismo? Porque, siendo sincero puedo amar algo pero no siempre voy a quererlo.
Para explicarlo mejor: las cosas que amo hacer son actuar, fotografiar, producir teatro, cantar, ver series, caminar, bailar, leer, etc. Amo cada una de esas cosas y amo hacerlas cada vez que las hago, pero no quiero hacerlas todo el tiempo; por el contrario, muchas veces me doy con la (ya no tan) sorpresa de que en realidad lo que quiero es dejar de hacerlas y buscar algo nuevo que hacer. Es decir, el querer se me hace muy voluble, muy cambiante, muy efímero y hasta muy superficial y hueco muchas veces; a diferencia del amar, ya que, como ya mencioné, puedo seguir amando incluso cuando ya no quiero aquello que amo. En otras palabras el amar es, realmente, algo permanente, algo que perdura incluso más allá de lo que uno quiere o deja de querer con el tiempo.

Igual me sucede con las personas. Amar a alguien es muy simple, amo a mi mamá, amo a mi papá, amo a mi hermano, amo a mi hermana, amo a mi mascota, amo a mis abuelos, amo a mi pareja, amo a mis amigos, nada complicado ahí ¿verdad? Bastante simple eso de amar a alguien: lo o la conoces, pasas tiempo con esa persona y, muchas veces sin que te des cuenta, ya la estás amando; aunque, claro, lo que sueles decir es que "la quieres", cuando lo que verdaderamente quieres decir es que la amas, solo que suena muy denso y te haces roches (vergüenza) y te da miedo que digan que eres un(a) intenso(a) y se alejen. Pues bien, yo digo que las amo, pero a veces y solo a veces, las quiero. Ya que en realidad, la mayor parte del tiempo no las quiero: no quiero que estén cerca, no quiero conversar con ellas, no quiero salir con ellas, no quiero contarles qué estoy pensando, sintiendo, haciendo, etc., porque me gusta estar solo y la mayor parte del tiempo quiero y prefiero estar solo, pero las amo, de eso no hay ni ha habido ni habrá jamás duda alguna, y daría todo lo que tengo para dar por todas y cada una de esas personas.

Entonces vuelvo a esta cuestión del querer y me digo: ¡Qué complicado resultó esto de querer! ¿No? Y más cuando se trata de escoger: Escoger una profesión, escoger un trabajo, escoger un lugar donde vivir, escoger una persona para pasar el resto de tu vida (y en esto último hago énfasis porque ¿qué culpa tiene la otra persona de que a ti te haya dado la gana de decir "te quiero a ti para siempre"? Mira que hay que ser bastante egocentrista eh! O sea, ¿cómo y con qué derecho escoges a alguien? ¿Le encuentran algún sentido? Porque yo no. Y claro, escogiste porque querías eso pero después de un tiempo ya no quieres o quieres otra cosa o a otra persona y vas y haces la cagada, pero ya te jodiste tú y, peor aún, ya jodiste al otro).
Y es que, aquí el otro gran punto para entender esto: Uno escoge algo según lo que quiere, mas no según lo que ama, porque, simplemente, al querer le importa mucho tal y cual calidad, tal y cual cantidad, tal y cual forma, tal y cual color, tal y cual sabor, tal y cual lugar, tal y cual tiempo y así muchos otros tales y cuales más;  sin embargo, al amor no le importa en lo más mínimo nada de eso: el amor no te pide que escojas, porque no tiene sentido: ¿cómo escoges algo que ya es, que ya se dio, que se está dando? No se puede, no estás escogiendo nada, no estás escogiendo a nadie, porque el amor es justamente eso, el amor simplemente es, está, se da y se recibe, va y viene y al mismo tiempo se queda siempre con uno y también con todos, al amor no le importa nada de nada ni nada de nadie, el amor no discrimina nada, el amor no discrimina a nadie, el amor no quita, el amor no aprieta, el amor no asfixia, el amor no posee, el amor es maravillosa y majestuosamente libre y simple y es de uno para darlo y mientras más se da más está, más es, más hay.

Entonces, tal vez (y estoy bastante seguro de que es así) la mayoría de la gente lo que hace es querer y por eso se complica tanto la vida, porque se la pasan escogiendo según lo que quieren, lo que implica dejar de lado muchas otras opciones; mas no haciendo simplemente lo que aman, que implica involucrar muchos aspectos y posibilidades que no se excluyen ni cancelan una a otra.

Y bueno, aquí viene lo curioso, porque eso es, justamente, lo único que yo quiero: hacer lo que amo y amar lo que hago cuando hago lo que quiero.

Así que sí, siempre se me hizo bastante simple esto de amar, no sé si me explico.

Un Cigarrillo Y Un Café.Where stories live. Discover now