Me robaste el pensamiento de los dedos,
se juntaron todos mi miedos y dejé de escribir;
me quedé con tanto por decir, ya ves.
Y es que yo aprendí Braile para amarte a ciegas
y, aunque sé que lo niegas, en clave Morse te toqué entera
una sinfonía sin fronteras, al derecho y al revés.Pero igual te fuiste y yo olvidé el significado de volver,
te llevaste mis palabras y en lenguaje de señas, lloré;
acudí a los telegramas, de bajo costo y en distintas camas,
y sin vueltos ni pijamas desperté quinientas veces cubierto de placer;
semejante estupidez fue descubrir, diecinueve tiros después,
que cuando te marchaste no dejé de escribir, sino que aprendí a leer.Si me vieras ahora amanecer cada mañana,
a mitad de semana, te aseguro, te cansarías de huir;
no tengo nada más que decir, ya ves.
Y es que ya no me interesa si te vas en Morse o si te quedas en Braile,
total, ya se terminó el inacabable baile que pinté una vez en la escalera
de una vida pasajera, de un amor que ya no es.