Capítulo 11 - Félix

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Para mi suerte, ya terminé con todas mis obligaciones del día de hoy. Tenía que ir a la reunión con los empresarios chinos, dos horas hablando de tramites legales, yo tuve que arreglar todos los papeles, como "castigo" por no asistir ayer, aunque prefiero ver papeles a ropa femenina porque habría pensado en Bridgette usando cada prenda de ropa que vea, en otra ocasión hubiera pensado en Ladybug pero ahora mi mente la ocupa otra persona más especial.
¿En que momento cambiaron de roles? ¿O en que momento acepté ese cambio?
Mi padre fue a la reunión por mi ayer para arreglar el tema de la ropa que comercializarían. Además de diseñador, es contador público. Volví a la mansión a buscar mi auto y estuve una hora más en la sesión de fotos con Marcela, una fotógrafa amiga de mi padre, la cual también es diseñadora.
Hay momentos en que quisiera abandonar esta vida y empezar una nueva donde nadie me conozca y donde yo no conozca a nadie tampoco.
Terminé todo justo para la hora del almuerzo. Sigo pensando en Bridgette, en como se encontrará y si seguirá con pesadillas, aunque Allegra se ocupará de que ella esté bien. Sinceramente, odio usar limusinas, pero mi padre insistió que vaya, por lo menos, a la reunión en ella para dar mayor prestigio a la empresa y la familia.
Al llegar a casa, encuentro a mi padre en la cocina, me siento a su lado.
Está... raro... No tiene ningún artefacto de comunicación en sus manos, está entrelazando las manos y me mira. Su mirada es intimidante pero... ¿Tranquila?
-¿Todo bien?
-Si hijo, estoy de maravilla.
¡Sonrió! Esto está mal.
-¿Porque estás almorzando aquí y no en tu oficina?
-Quiero pasar más tiempo con mi hijo ¿Acaso está mal?
Esto no me pinta nada bueno. Las únicas charlas que tengo con mi padre son sobre la empresa, reuniones a las que debo asistir, sesiones de fotos a donde debo ir. Hace años, desde que termine la primaria para ser más exacto, que no charlamos como padre e hijo, sino como jefe y empleado, de empresario a empresario.
-Claro que no está mal padre.
-¡Ay hijo! No seas tan formal -Palma mi espalda- dime papá.
Lo miro asombrado, ya que él mismo me corrigió hace años diciéndome que en todo momento debo decirle "Padre".
-¿Qué-qué vamos a comer hoy?
-Tu favorito, spaghetti con pollo -Dice sonriendo.
Intento no mostrar emoción pero me resulta imposible, no sabía que mi padre recordase aún mi comida preferida.
-Le pedí especialmente a Marta que lo cocinara, creí que luego de cuidar a tu amiga tendrías merecido está comida.
A todo esto, entra Marta con dos platos llenos de spaghetti y pollo al comedor. Coloca un plato para cada uno en frente de nosotros.
-Gracias Marta -Respondo feliz mirándola, lo miro a él- gracias papá.
Sonríe. Este momento vale más que el platino.
-¿Ya ha despertado? Imagino que si, porque de no ser así te hubieras quedado allí -Se ríe- Estoy en lo cierto ¿Verdad? -Asiento- ¿Cómo esta?
-Aparentemente no tiene nada, o eso han dicho los últimos estudios -¿Le cuento todo lo paso ayer?- El médico dijo que se ha enfermado por enfriarse.
No, aunque sea mi padre, este es un secreto que debo llevar a mi tumba.
-¿Suele ir desabrigada a la universidad?
-Huummm. Estos días ha estado fresco y todos los días estaba sin campera, con vestidos cortos de verano o pantalones cortos con musculosas... Efectivamente iba desabrigada.
-Si que te fijaste mucho en su vestimenta -Dice mi padre con cierta picardía en su voz.
-Só-sólo me fijo en ello porque son diseños originales.
-¿Es diseñadora? -Pregunta sorprendido.
Nunca me puse a pensarlo. Sus prendas de ropa nunca las he visto en tiendas ¿Serán diseños propios de ella?
-En realidad... Ella es una acosadora...
Mi papá suelta una carcajada. Estos días no paran de sorprenderme.
-¿De-de que te ríes?
-Es que -Vuelve a reír- ya me parecia bastante raro que tengas una amiga mujer -Dice limpiando pequeñas lágrimas que salían de sus ojos de tanto reír.
-¿¡Po-por qué!? -Eso si me ofendió.
-La última amiga que tuviste fue hace más de una década.
¿Una amiga? En esos tiempo tenía nueve años y vivíamos en Inglaterra, no me acuerdo de ninguna amiga de allí.
-¿Cuando vivíamos en Londres?
-No, no, no -Apoya el codo derecho en la mesa y lleva su mano a la frente. Se puso serio. Está concentrándose en recordar- Era antes de ir a Inglaterra.
-¿Antes de mudarnos?
Eso fue hace catorce años, tenía cinco. Tengo recuerdos muy vagos de esa época. Lo más que recuerdo de esa época es un pequeño gato negro de ojos verdes que falleció poco después de llegar a Inglaterra. Lloré mucho por él y mis padres me consolaron durante todo ese tiempo, desde esa época no quise tener más mascotas, ni quise hacer amigos por miedo a perderlos.
Guau, así es como llegué hasta esta personalidad tan hostil que hoy poseo.
-¡Ay! -Suelta de repente sobresaltandome- Definitivamente no recuerdo quien era.
-Es normal, eso fue hace catorce años.
-Como pasan los años -Dice algo nostálgico, mirando hacía arriba con una ligera sonrisa en sus labios- Seguramente tu madre hubiera recordado quien era, ella siempre tuvo buena memoria.
Mi madre, ella se había vuelto un tema tabú desde que se fue. Mi papá se culpaba mucho y evitó que cualquiera hablara de ella, así sufríamos menos su perdida.
-Hace muchos años no la nombras.
-Admito que lloro por ella todas las noches -Dice con una sonrisa triste.
Es algo muy drástico que mi padre hable tan abiertamente de mi madre.
-Tu madre siempre quiso que te enamoraras y te casaras por amor -Me mira- Dime hijo ¿Estás enamorado de esa chica de la universidad?
-¡Ehhh! -Es todo lo que logro pronunciar, me dejó bastante descolocado con su pregunta- La única chica de la cual me había enamorado nunca sintió lo mismo por mi -Es la primera vez que lo digo en voz alta pero no dolió, eso es bueno ¿Verdad?- sin embargo, está chica.
-¿Cómo se llama? -Me interrumpe mi padre algo emocionado.
-Bridgette -Sonrío inevitablemente al recordarla.
-Creo que realmente te gusta -Sonríe- se formó una sonrisa en tu rostro cuando la nombraste.
-Ella estuvo más de un año pidiendome que saliera con ella en una cita.
-¿Aceptaste salir con ella?
-No...
-Si te gusta ¿Por qué la rechazabas?
-Creo que no quería aceptar mis sentimientos. Seguía pensando en la otra chica.
-¿Y cómo se llama la otra?
Maldición ¿Qué le digo? Ladybug jamás quiso decirme su nombre de civil.
-¿O prefieres dejar eso en el pasado?
-Tu lo has dicho papá.
Gracias a Dios que no me insistió para que le diga.
-A ver si entendí estabas enamorado de una chica -Asiento- que no sentía lo mismo por ti -Asiento- y apareció tu acosadora -Asiento- olvidaste a la otra chica y ahora es Bridgette quien te gusta -Vuelvo a asentir- por lo menos no jugaste con los sentimientos la última chica ¿Cómo es que se desmayó?
-Realmente no lo se. Como era de costumbre, ella vino a preguntarme si podía salir con ella en una cita y, como siempre, la rechace. Pero esta vez caminaba raro, lo cual llamó mi atención, me acerqué a ella y se desmayó.
-Cuidala hijo, tal vez ella te quiere mucho, más que la otra chica.
-Lo haré papá.
-Sabes hijo, me llamaron unos amigos de la familia de tu madre para que te casaras con su hija.
-¿¡QUÉ!?
Se ríe mucho, pero a mi me dejo atónito con la noticia que me acaba de dar.
-¿Me... voy a casar... a esta edad?
-No hijo -Intenta parar de reír- lo harás con la persona que ames, tal como se lo prometí a tu madre.
-¿Cuál familia?
Vuelve a ponerse serio, está centrando todo sus recuerdos para acordarse
-Hoy no es mi día de recordar, no me acuerdo el apellido pero no tiene importancia.
-¿Por qué querían comprometerme con su hija?
-Es una tradición en la familia de tu madre, crear matrimonios arreglados para unir riquezas, los hacían conocerse desde chicos así no había problema a la hora del compromiso. Sin embargo, tu madre se reveló ante esa imposición y se fue de su casa. Éramos amigos en la facultad y no tenía muchos conocidos en está cuidad, vivía solo en un departamento cerca de la universidad. Un día me preguntó: "¿Me puedo ir a vivir contigo?", fue muy descarado por parte de ella pero no pude negarme, ya me gustaba demasiado en ese tiempo y me tenía rendido a sus pies. No fue hasta cinco meses después que me contó la verdadera razón por la cual quiso ir a mi departamento. Esa fue la primera vez que la besé -Sonrió- Comenzamos una relación. De vez en cuando salía ella con sus amigas y yo con los míos, nuestra relación no impidió que sigamos viviendo normalmente nuestras vidas. Los años pasaron, también estudiabamos lo mismo y llevamos la carrera a la par, le dije que cuando rindamos la tesis tenía un regalo para ella y ella me dijo que tenía otro para mi. Cuando salimos, todos nuestros amigos estaban esperandonos para felicitarnos. Nos enchastraron con cualquier cantidad de cosas, ella aún se veía hermosa. Me arrodillé y le pedí ser mi esposa, las lágrimas aparecieron instantáneamente en su rostro, ella asentía mientras se tapaba la boca. Todos gritaban de felicidad, incluso algunos de nuestros profesores salieron a aplaudirnos, ella sacó algo de lo que quedo de un bolsillo de su pantalón y lo puso frente a mis ojos, era un test de embarazo positivo, ahora él que lloraba era yo. La abracé con todas mis fuerzas. Todos gritaron más emocionados. "Te amo" -Una lágrima cae por su mejilla- fue lo que le dije en ese momento. "Yo más" fue lo que ella me respondió. Y luego llegaste tu para llenar de más luz y alegría nuestras vidas.
Yo también estoy llorando, es la primera vez que mi padre me cuenta como conoció a mi mamá. Es algo que siempre me había producido curiosidad pero nunca me animé a preguntar.
-Esa es una razón por la cual tus abuelos maternos no me quieren, me culpan de alejar a tu madre de ellos y luego de no protegerla.
-¿Por eso fuimos a vivir a Inglaterra?
-Así es. Los invitamos a la boda, asistieron y sonrieron para las fotos pero luego de eso, no quisieron saber nada de ambos. Siempre que llamaban preguntaban por ti y la regañaban a tu madre o me decían algo malo a mi. Ella se mostraba fuerte y respondía respetuosamente a tus abuelos. Un día, ya enojado, y les conteste de mala manera, tu madre me escuchó, yo creí que se enojaría conmigo, pero se rió y luego me confesó que se había cansado de esta vida. Me pregunto si podíamos irnos a vivir a Londres, mi ciudad natal. Yo le dije que si, por mi no había problema. Armamos nuestras maletas y nos fuimos. Ella trabajaba como profesora en una universidad y yo para una empresa de ropa. Tus abuelos paternos nos ayudaron mucho allí, cuando la empresa en la cual trabajaba quebró, tus abuelos y yo la compramos y allí comenzó mi carrera como diseñador, tu madre era mi modelo para todo. La empresa prosperó y pude extenderla a toda Inglaterra. Tu madre enfermo repentinamente y nadie puso hacer nada para salvarla. Víctor investigo hasta el final como salvarla pero no logró conseguirlo a tiempo. Allí volvimos a París. Cuando tus abuelos maternos se enteraron se enojaron muchísimo conmigo, no volvieron a llamarnos nunca más. Hace un par de semanas volvieron a llamarme para avisarme que debía comprometerte con esta chica que ni siquiera conoces. Me negué rotundamente, les dije que le prometí a tu madre un casamiento por amor. Tu abuela río y me dijo "Está bien, respeto tu decisión" eso fue como quitarme una carga de encima, una que había llevado durante tantos años, fue un alivio, de esa forma sentí que ella me perdonó, que nos perdonó a ambos y que también pidió perdón. Pero a los días que me llamo tu abuela, llamo el padre de la chica queriendome obligar a comprometerte con su hija. Me negué pero no le di explicaciones. Hace más o menos una semana dejó de llamarme, creo que se rindió.
Tanto tiempo sin saber nada de nadie. Es como un tacho de agua fría que necesitaba.
-Sabes hijo, quería almorzar hoy contigo y contarte la verdad de todo. Si te enojas y decides irte, adelante. Después de todo fui un mal padre, debí cuidarte más.
Me levanto de la silla y lo abrazo, él me corresponde llorando.
-Perdoname hijo, siempre quise lo mejor para ti pero acabe haciendote daño.
-No te preocupes papá. Ya cargaste demasiado tu solo.
Nos abrazamos más fuerte.
Entra la secretaria de mi papá. Da unos pasos hacia atras al ver la escena.
-¿Señor Agreste? -Mi papá la mira- Lamento demasiado interrumpir su momento con su hijo pero tiene cincuenta y cuatro llamadas perdidas de cinco empresarios en total y ciento tres mensajes solicitando su presencia urgente.
-Ya voy. El deber me llama hijo -Dice aún con algunas lágrimas.
-Está bien papá, ve -Respondí sonriendo.
Se levanta y se va. Ninguno de los dos comió nada. Me siento nuevamente y como mi comida, voy a la cocina y me sirvo otro plato. Al volver, el plato de mi papá no está, tal vez se lo llevaron a su oficina. Me siento a devorar otro exquisito plato pero un estruendo suena en la cuidad.
El deber me llama.

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