Capítulo 21 - Bridgette y Claude

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Que conveniente...

—Ayer sufrí un desmayo al salir de la universidad. Nada importante.

Su cara se transforma en una de sorpresa.

—¿Como que nada importante? ¿Te golpeaste o algo?

—No no –Digo elevando mis manos y moviéndolas de un lado a otro en forma de negativa– Félix me asistió y me llevó a un hospital.

—¿Y te dieron el alta en la mañana? ¿No tienes que tomar nada? ¿Hacer reposo.

—No recuerdo que tenga que tomar algo.

—Si tienes –Dice Félix apartándose a mi lado– te dieron unos medicamentos para el resfrío.

—Pero no me gusta tomar pastillas.

—¿Las tomaste?

Félix apoya su frente sobre la mía.
Está a centímetros de mi...

Puedo sentir como mi corazón se acelera desenfrenadamente. Puedo sentir como corre mayor cantidad de sangre por mis venas. Puedo sentir adrenalina correr por mi cuerpo.

—Ya no tienes fiebre.

No hace falta saber que Bridgette gusta de Félix, basta con mirar como Bridgette fija sus ojos en él, en el brillo que provoca.

Mi primo después de mucho tiempo demuestra cariño por alguien

—¿Y la herida de tu pierna? –Le pregunta Isaac.

—¿Cómo sabes que me lastimé?

—Vi el vendaje hace un rato.

—¿Acaso la estás observando obscenamente?

—¡No! En todo caso ¿Cómo lo sabes tú?

—¡Basta! –Grita Lizbeth– Ya somos grandes... No pueden seguir peleando como niños...

Se formó nuevamente un ambiente tenso.

Parece que ellos tres nos guardan un secreto a todos.

—¿Sigamos con el juego? –Dice Ámber para acabar con la discusión.

Es el turno de Zac. Tira los dados, sale el número dos, le toca carta roja.

—Tienes que contar algo vergonzoso que te halla pasado estando de novio.

El se ríe. Ámber lo mira con cara de complicidad.
—Una vez intenté ayudar a mi pareja a pintar una habitación. Yo estaba pintando la parte de arriba, parado sobre una escalera. En eso, a la escalera se le rompe una pata, me caigo al suelo, el tacho de pintara de cayó sobre mí y me quebré un brazo por el impacto. Al llegar así al hospital, mi padre no podía parar de reír. Estaba empapada de pintura fucsia, mi cabello estaba duro y tenía que quitarme toda la pintara del brazo antes de hacer nada.

La que más se ríe es Ámber.

—¿Hace cuanto pasó eso? –Le pregunta su novia.

—Hace cuatro o cinco años. Tenía catorce. Mi papá sabía que había ido a casa de una novia, pero mi mamá no. Creó que también se reía para no pensar en como le explicaríamos a mi madre mi brazo roto y la pintura fucsia.

—¿Cuántos puntos?

—Cinco.

Isaac le da los dados a mi primo. El los tira y sale carta azul. Esto se va a poner bueno.

Por Favor, DisculpameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora