Capítulo 26 - Plagg/Jian

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Ya ha oscurecido, todos duermen.

El concierto de Jagger no ha concluido aún.

Me siento en el borde de la mesa ratonera.

No soy fanático de este este estilo de música pero es agradable.

Siento como unas manos tapan los ojos. Sin embargo, me resulta extraño, las manos de Akame son más suaves y sus uñas más cortas.

Giro mi torso para ver de quién se trata. Dislumbro a una mujer de alargada columna vertebral y rostro aguzado.

Abre su mandíbula de tal forma como si no tuviera piel que la limita.

Formo un puño con mí mano izquierda y tiro de ella hacía abako a medida que extiendo mis dedos, activando mí poder.

—¡Purificación!

El extraño ser se desvanece en una luz clara.

Detrás de ella está Akame, agarrando su brazo derecho con su mano izquierda.

Baja la cabeza, apoyo mis rodillas en la mesa ratonera quedando frente a ella de tal manera que su cabeza termina descansando sobre mí hombro.

—Eso estuvo cerca.

—¿Qué demonios fue eso?

Akame me toma de la mano derecha y me lleva al balcón.

Se sienta en el suelo apoyando su espalda en el barandal.

—Un demonio nocturno.

—Pense que este era un lugar seguro para Bridgette.

—Lo era, pero justamente ella los atrae.

La miro extrañado.

Suspira sonoramente, no seguirá hablando del tema.

Apoyo totalmente la espalda sobre la fría baranda.

—Tengo noticias –Digo desganado.

—No suenan a buenas noticias –Dice con los ojos cerrados con la cabeza apuntando a la luna.

—No lo son. Como ya sabrás, hay nuevos portadores, pero no tienen kwamis.

—¡No tienen kwamis!

—Shhhhh –Digo tapando sus finos labios con mí dedo índice. Siempre fue de exaltarse mucho antes las noticias.

—¿Cómo que no tienen kwamis?

—Así le dijeron a Félix los nuevos portadores.

—¿Se confesaron sus identidades?

—No, los nuevos portadores pudieron deducirlo.

—¿No será que el maestro Fu se los dijo?

—Esa también es otra posibilidad.

Akame se encoge y abraza sus piernas.

—Akame...

—Esto es malo...

Quisiera contradecirla. Igual que siempre, cuando las cosas van mal me gustaría negarlo decirle que todo va a mejorar. Pero nunca puedo hacerlo.

—No es la primera vez que no tienen kwamis...

—Esto quiere decir que no sobrevivieron en la última batalla. Y sabes las consecuencias siguientes.

Ella tenía razón.

Se muestra seria e impacible, como si quisiera comprobarme que es alguien impenetrable.

La abrazo de costado.

—Tal vez aún no aparecieron por otros factores, no es la primera vez que ocurre.

Puedo sentir como se relaja entre mí brazo. Eso provoca que deje de estar tan tensionado.

—Sabes que está situación me preocupa demasiado. No tenemos registro de lo que pasa ahora.

—Si lo hay, pero el maestro Kong lo perdió hace generaciones...

—Solo nosotros somos el registro de las últimas batallas...

Su semblante duro solo me provoca ternura.

La aprieto contra mí cuerpo.

—¡Me asfixias!

Esperaba esa reacción de su parte.

Conforme pasan los días que volvemos a ser humanos, ella va retomando su carácter reservado y gélido. Pero un poco de cariño la ablanda.

—¿Crees podremos resolver el problema de la falta de kwamis?

—Sabes que sí –Digo tocando la punta de su naríz.

Ella solo cierra fuertemente los ojos. Un acto reflejo seguido a mí acción.

Toma mí mano, amo cuando hace eso.

—¿Dónde crees que puede estar el libro?

—Siendo que se perdió hace mucho, como puede haber salido de Francia, puede seguir aquí.

—Puede estar en manos de un millonario.

—En manos de la familia de un antiguo portador.

—Destruido...

Silencio. No quería llegar a esto.

—Ese fue uno de finales más tristes –Dice finalmente.

—Ellos nunca quisieron aceptar sus sentimientos.

—Pero se arriesgaron por amor.

—Fue una de las más complicadas.

Tampoco quería llevar la conversación por este lado.

—¿Faltan muchos Akumas? –Me pregunta dubitativa.

—Sacando cuentas, tenemos tiempo. No sé si será el suficiente pero lo tenemos.

—Ahora también contamos con la ayuda de tres portadores más –Dice un poco más animada.

—Por lo visto, son hábiles. Fui fue sabio en sus decisiones.

—También uno sabe chino, si encontramos el libro también podría leer con Bridgette –Le digo animado.

—Ese libro parece más un jeroglífico.

Ambos nos reímos, la tensión desapareció de su cuerpo.

Suspiramos un poco aliviados.

—¿Será la última batalla?

Me quedo en silencio. No quiero responderle.

Él que está tenso ahora soy yo.

—Jian...

—No lo sé Akame –La miro, en sus ojos hay dudas– sabes que tan bueno y tan malo puede ser eso.

—Quisiera seguir siendo humana, disfrutar de las costumbres actuales, salir contigo a pasear, tener amigas, estudiar, formar una familia...

Ese había sido su sueño desde que la conocía.

—Ponte en pie.

Me levanto y tomo su mano para ayudarla.

—¿Qué ha...

Interrumpí su frase cuando vio que me agache.

—Mi bella dama –Tomo sus manos entre las mías–, mí compañera de batallas y mí amada –Deposito un beso sobre el dorso de su mano derecha– en cuanto terminemos con esta maldición, prometo hacerme su esposo.

Sus grandes ojos azules son atacados por un mar de lágrimas.

Cae de rodillas al suelo y me besa.

Me besa con esa pasión que la caracteriza.

Me besa con ese amor que me profesa.

Me besa con toda la valentía que lleva.

Por Favor, DisculpameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora