capitulo 10

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Llevo toda la tarde en la universidad, tengo que organizar mi tiempo, mi padre me ha mandado hacerle unos planos de unas pasarelas y no tengo el programa instalado en la computadora de la casa, a parte hoy tengo que quitarme la ortodoncia y la doctora me ha dicho que debo sacarme inmediatamente las cordales, ese inmediatamente será aproximadamente como 2 semanas mi hermana se encargó de conseguirme la cita.

-Johanna vámonos-. Le grito desde la puerta del salón para que me dé tiempo de ir al odontólogo.

- vale, relájate ya voy-. Sonríe y se dirige así a mí. –¿estás nerviosa? - me pregunta.

-claro, he tenido esto desde que tengo memoria-. comento haciendo referencia a la ortodoncia. – vámonos. -

No sé si vaya a gustarme como queden mis dientes, la verdad cuando la mente se acostumbra a algo es difícil hacerle entender que el cambio es bueno. Posiblemente ni siquiera me sienta yo misma por mucho tiempo, prefiero reprimir esos pensamientos negativos de mi cabeza ya que la verdad eso no me va a llevar a nada bueno.

- Listo-. Dice la doctora, y tras unos 30 min de eterno sufrimiento, puedo pasar mi lengua por los dientes, woao, se siente completamente distinto, lisos, bueno de hecho puedo pasar la lengua por mis dientes y eso es demasiado decir.

- ¿Qué te parece? - pregunta mientras me pasa un espejo.

Realmente se ve extraño, no extraño en un mal sentido, tengo unos dientes pequeños y muy blanco, son lindos supongo, pero el rostro me ha cambiado un pelo y no me hago a la idea por completo.

- Se ve bien-. Digo, sé que mi voz no refleja mucho entusiasmo, pero es algo que no puedo evitar, no me siento entusiasmada, solo un poco confundida, es cuestión de adaptarse. Salgo y veo que Johanna me está esperando en la sala de espera mientras revisa su telf., lo suelta y dirige su mirada hacia mí.

-a ver sonríe me dice- y yo le regalo una sonrisa aun poco tímida ya que no me siento cómoda por la situación.

- Pues fíjate que te ves mucho mejor si ellos. - me dice y me toma una foto.

- Qué bueno, yo no me acostumbro todavía, pero algo es algo.-. –por cierto, se me ha metido en la cabeza hacerme un tatuaje- pero aún no sé qué. -

- Qué bueno chama, bueno cuando tengas al menos una idea me avisas y te ayudo o te acompaño-

-dale-. Responde y nos subimos al carro y lo echo andar.

*tengo antojo de algo dulce*.

Dice un mensaje de Adela, sonrío, que raro, ella no es precisamente una persona que le guste el dulce, aunque eso me queda bien como excusa para ir a su casa y llevarle algo rico.

*quieres que te lleve algo rico? *.

*no, jajaja solo te lo comento, más tarde salgo a ver que compro. * responde.

-mira, en unas semanas tengo programada la operación de las cordales, préstale atención a las clases para no perder tanto tiempo a la hora de realizar los proyectos. - le digo a Johanna, veo que sonríe y hace un gesto como de relájate.

-sabes que todo lo tenemos bajo control-. Responde, pero la verdad es que no tenemos nada bajo control, ella falta más a clases que yo y eso es demasiado decir ya que yo nunca voy a clases, y realmente me preocupa que me vaya de reposo por una semana.

-bueno ya veremos. - digo. ella se despide y entra a su casa.

Bueno descansaré un poco, necesito dormir, aunque no sería mala idea ir a donde Adela, llevarle algo rico he irme. Aunque ya me dijo que no era necesario, pero igual si ella quisiera que le llevara algo no lo pediría, ella no es de ese tipo de personas, ella es demasiado independiente, capaz y ya salió a comprarla mientras tengo esta discusión, sonrío para mis adentros. ¡Que tanto!, le comprare algo de igual formas, si mi chica tiene antojo es mi deber quitárselo.

por siempre ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora