Capitulo 19

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La euforia de haber ganado el partido con diez puntos de ventaja se desvaneció en cuanto la consciencia de lo que había sucedido con su hermana la golpeó al abrir los ojos la siguiente mañana. Se apresuró a asearse y corrió al despacho de la profesora Kimani, esperando encontrarla antes de que las clases comenzaran.

–¿Profesora Kimani? –preguntó dando dos toques suaves en la puerta, estaba abierta y la mujer estaba ocupada leyendo el libreto.

–Señorita O'Connell, adelante –saludó con una sonrisa y quitándose los lentes cuadrados, la chica se sentó y tomó aire tratando de adivinar por dónde empezar–. ¿Qué puedo hacer por usted?

–Vi los resultados de las audiciones y... no creo ser la persona correcta, honestamente creo que mi hermana lo hizo mejor que yo y... a ella seguro le haría más feliz que a mi.

–¿Quieres que le de el papel a tu hermana? –repitió, con la misma sonrisa amable y recargándose suavemente en la silla azul marino.

–Si...

–¿Sabe cuál es el ideal que buscamos conseguir en esta escuela, por qué nuestra población es tan reducida?

–Porque buscan excelencia –suspiró–, según he leído, escuchado y recitado unas diez veces...

–Precisamente. Y el Club de Drama está pasando por una mala racha, es normal, pero mi trabajo sigue siendo buscar a los mejores actores de la generación y este año, el señor Lowell y usted son esas personas.

–Pero yo no soy actriz y no estoy segura de poder hacerlo –la mujer asintió y sonrió.

–Por supuesto que no, lo entiendo, pero creo que la conozco lo suficiente para saber que le gustan los retos.

–¿De verdad?

–Tiene una reputación, señorita O'Connell, y todos los ojos están sobre ustedes.

–Sin presiones, ¿eh? –la mujer sonrió y le ofreció un caramelo, ella eligió uno rojo.

–¿Dejar esta obra es lo que tú quieres o lo que tu hermana quiere que hagas? –la chica no respondió –. Entiendo lo que es estar en una posición complicada cuando tienes un hermano que quiere lo mismo que tú, créeme, soy la tercera de cuatro hermanos y uno de ellos quería este mismo puesto.

–¿Y qué hizo?

–Creo que es bastante obvio. Jasir estuvo molesto conmigo por un tiempo pero eventualmente comprendió que al final de todo, sin importar qué, seguimos siendo familia y que esto era parte de tener vocaciones idénticas. Ahora trabaja en Broadway y lo presume cada Navidad –sonrió. La chica permaneció en silencio, jalándose la manga del suéter y con el ceño fruncido, la profesora no pasó el gesto por alto–. No voy a cambiar mi decisión, pero su hermana es la sustituta en caso de que algo le suceda. Así que la veré en los ensayos mañana, sea puntual.

Pasó el resto del día terriblemente inquieta y sin lograr concentrarse en ninguna clase, ni siquiera en las platicas con sus amigos a la hora del almuerzo aunque sonreía, se reía y asentía cuando el resto lo hacía. Recibió un texto de Oliver casi al final del día y respiró profundo antes de entrar al salón, mientras todos iban al comedor.

–¡Hey, pero si es Idina Menzel! –saludó Oliver alzando las manos, la chica torció los ojos pero no pudo evitar reírse. Le sorprendió ver a la señora Pérez al lado de la profesora, con las manos cruzadas sobre su regazo y una sonrisa que resaltaba las arrugas alrededor de sus ojos.

–No es un musical.

–Es una pena, en verdad quería verte actuar.

–Si, seguro –Laura cerró la puerta y se acomodó en el escritorio como cualquier otro día.

La Heredera (1) El Misterio del CastilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora