La luz entraba a chorros por las ventanas de la casa. El jardín tenía un brillo fantástico al reflejarse en las gotas de rocío que colgaban de las hojas y las ramas de los árboles cercanos, eran alrededor de las ocho de la mañana cuando el grito furioso de Mónica despertó a Joe de su pesadilla, lo cual fue un alivio pues había soñado que Julie estaba en un peligro mortal y que debía salvarla pero estaba atrapado en un laberinto lleno de puertas cerradas y callejones sin salida y no lograba despertarse por más que lo intentaba.
Estaba solo, no tenía ni la más remota idea de a qué hora se había despertado Nathen, se puso trabajosamente de pie y miró el reloj, eran las nueve menos cuarto, no era muy tarde pero aun así sabía que debía ser el último. Encontró a su padre tratando de arreglar un reloj de pared y alcanzó a escuchar como su madre le llamaba la atención a Nathen, afuera en el jardín, mientras éste sujetaba a Elvis con fuerza para que no se moviera. Decidió que era mejor no interferir y para cuando su madre entró a la cocina de nuevo, él ya estaba recogiendo sus trastes sucios.
—Buenos días, cariño —saludó su madre tratando de recuperar su tono de siempre.
—Hola —saludó Joseph colocando los trastes sucios en la tarja—, ¿Pasó algo?
—Elvis destrozó las flores —Joe hizo una mueca al pensar que el pobre Elvis pasaría todo el día amarrado, aunque sabía que su hermano le buscaría un lugar cómodo.
—¿Y los demás?
—Julie bajó al lago hace un rato, debe de estar con su hermana —se quedó quieta y mirando por la ventana, Joe terminó de lavar su plato y su vaso—. ¿De dónde son?
—Colina Soleada, un pequeño rancho —respondió Joe inmediatamente—. Pero se mudo a Lighthold cuando era una niña, por el divorcio de sus padres...
—Pobres chicas —dijo el señor Lowell poniéndose de pie y limpiándose las manos—. Ya tienen suficientes problemas para ser tan jóvenes, no es sencillo tener que dividirse en dos , ¿por qué no vas a ayudarles allá afuera?
—Claro —dijo Joe y salió corriendo al jardín, donde encontró a Nathen y a Melissa, el primero tenía una cara de profunda tristeza mientras amarraba a Elvis a un árbol cercano y Melissa estaba recogiendo las flores que no podían salvarse—. Hola chicos.
—Hola, Joe —saludaron ambos, Elvis trató de soltarse para correr hacia el muchacho.
—Creo que esta vez fue demasiado lejos —meditó Joe acercándose al can y acariciándole la cabeza.
—Mamá está furiosa, no sé cómo vamos a reparar el jardín —admitió, sonaba triste.
—No están tan mal —le animó Melissa mientras recorría la zona destrozada—, creo que podemos salvar la mayoría.
—Al menos se mantiene positiva —dijo Joe con una sonrisa torcida, la encontraba simpática—. Buena suerte, chicos.
Continuó camino abajo, desde ahí podía ver a Julie de pie junto al lago, su cuerpo girando con gracia mientras lanzaba pequeñas piedras que rebotaban sobre la superficie, creando pequeñas ondas a intervalos regulares.
—Buen lanzamiento —le dijo cuando la piedra logró rebotar cinco veces seguidas.
—Definitivamente —admitió ella con una sonrisa, girando para verlo—. Por fin te dignaste a despertar.
—Son vacaciones, O'Connell —ella torció los ojos—. Dame eso.
Ella le entregó el montón de piedrecitas y él comenzó a lanzarlas, las primeras dos no pasaron de los tres rebotes.
—Es patético —le dijo con una risa.
—Por supuesto que no —la siguiente rebotó cinco veces y él la miró con satisfacción—. Solo estaba calentando.
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La Heredera (1) El Misterio del Castillo
FantasíaJulie siempre trató de convencerse de ser una adolescente normal pero cosas raras suceden a su alrededor sin que ella logre entenderlas o controlarlas. Su transferencia a un remoto internado parece empeorar las cosas, el enorme edificio está lleno d...