—¿Cómo está? —preguntó Julie, cuando Nathen salió de la enfermería.
—Se torció la muñeca, se dislocó el dedo anular y tuvo un desgarre en el ligamento cruzado y el ligamento lateral interno, es decir, la rodilla —la noticia tuvo el mismo efecto sobre ella que el que tuvo sobre Joseph—. Van a llevarlo al hospital de la ciudad para evaluar qué tan grave es la lesión pero la enfermera estima que no podrá jugar en una larga temporada.
—¿Tus padres ya lo saben? — preguntó Julie.
—La doctora acaba de llamarlos. Me quedare con él hasta que mis padres vengan...
Ella consiguió algo de comer para Nathen y su hermana, quien había esperado a Nathen en el pasillo de los vestidores antes de que el silbato sonara y no se le había despegado durante el trayecto a la enfermería. Se quedaron sentados en el pasillo por horas hasta que los señores Lowell llegaron, cerca de la medianoche, Joe ya había vuelto del hospital y ahora estaba descansando en una de las camas. Después del accidente, habían tenido que terminar el juego sin Joseph y sin el entrenador, quien se había ido corriendo con Joseph y aún estaba a su lado; habían ganado con una ventaja de 12 puntos, subiendo un par de lugares en la tabla.
—Nathen, cielo —lo llamó su madre cuando la puerta se abrió, ella le dio un fuerte abrazo. Las hermanas se hicieron a un lado para darles privacidad.
—¿Estás bien? —le preguntó Julie, ella dio un asentimiento pero se veía tensa.
—Es la primera vez que veo a sus padres y me encontraron sentada en el piso, con una chamarra sobre mi pijama.
—Si, bueno, es casi la una de la mañana —le recordó sin evitar sonreír—. Descuida, no lo recordarán.
—O'Connell —dijo el entrenador, con verdadera sorpresa, se veía agotado—. ¿Qué haces aquí?
—Dama de compañía —el profesor sonrió, poniendo su mano suavemente sobre el hombro de la chica.
—Eres una buena amiga. Lowell hasta arriba de analgésicos así que despertará hasta mañana, deberían irse a descansar, ha sido un día muy largo.
Un par de días después, las cosas se calmaron. La vida académica continuó casi con normalidad y la profesora Rodríguez le dijo a Julie que si Joe no se presentaba para la exposición entonces tendría que presentar el examen final o bien reprobar la materia, a Julie le pareció una injusticia. Entró a la enfermería y preguntó si podía ver a Joseph, la doctora la guió a través de la habitación hasta la cama de Joe, y entonces supo porqué la profesora Rodríguez había dado ese ultimátum.
—O'Connell, ¿quieres uno? —preguntó Joseph ofreciéndole una caja de chocolates.
—¿Qué haces? —preguntó al fin.
—Tomándome las cosas con calma. Como dijo la doctora... —musitó tomando otro chocolate—, ¿Segura que no quieres uno? Están deliciosos.
—¡Eres increíble!
—Ya lo sé —Julie frunció los labios y se acercó a él, le arrebató la caja y se hizo para atrás—. ¡Oye!
—¿La quieres? Ven por ella —Joe la fulminó con la mirada, tenía la rodilla inmovilizada—. Bien, ya que tengo tu atención, te diré algo. La profesora Rodríguez no planea darte preferencia solo porque estés lastimado, intenté defenderte pero eso fue antes de que viera lo que estás haciendo.
—No estoy haciendo nada.
—¡Exacto! Deberías de estar entrando a clases.
—Me dijeron que guardara reposo.
ESTÁS LEYENDO
La Heredera (1) El Misterio del Castillo
FantasiaJulie siempre trató de convencerse de ser una adolescente normal pero cosas raras suceden a su alrededor sin que ella logre entenderlas o controlarlas. Su transferencia a un remoto internado parece empeorar las cosas, el enorme edificio está lleno d...