Capitulo 15

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—¿Lizzie? —preguntaron, ella soltó una especie de gruñido, sentía la mano de Joseph en su cadera pero en un segundo, olvidó todo lo que acababa de suceder, su cerebro se desconectó y sintió que todo a su alrededor se detenía; lo siguiente fue una ola de recuerdos golpeándola con tanta fuerza que se sorprendió de no caer.

—Aaron, qué sorpresa, hacía mucho que... Él es Joseph —musitó, tratando de apartarse y al mismo tiempo sintiéndose acorralada—. Y el es Aaron, un viejo amigo.

—Un placer —dijo Joseph estrechando la mano del muchacho.

Era de su estatura y parecía un poco más musculoso, su cabello era negro y tenía la mandíbula cuadrada, lo retó con la mirada y Joe respondió con la misma hostilidad. Estaba claro que, cualquiera que fuera la relación que tuvieran con ella, jamás se entenderían a un nivel amistoso.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó Julie.

—¿Vienes con él? —preguntó Aaron señalando con la cabeza a Joe.

—Sí, ella viene conmigo —respondió Joe, quizá con demasiada fuerza, sentía la necesidad de alejarla tanto como le fuera posible, podía notar la súbita tensión en ella.

—Dios, Lizzie, pensé que tenias buen gusto.

—Y yo pensé que no planeabas volver aquí —comentó Julie y Joe la miró al notar la nota de resentimiento en su voz.

—Así era, pero Elias se enfermó y necesita que alguien cuide la tienda, ya sabes cómo es. ¿Quieres tomar algo? —preguntó Aaron—. Por los viejos tiempos.

—No, gracias. Tengo que volver a casa...

—En ese caso, creo que te veré luego, cuando tu.... amigo, se haya ido —le dio un beso en la mejilla a Julie y ella se estremeció, sin embargo después de que él se fuera, notó que tenía las manos hechas puños.

—¿Quieres que lo golpeé? —preguntó Joe, conteniéndose de tocarla por miedo a que reaccionara mal.

—No... No lo vale...

Los demás sostenían sus vasos con bebidas de colores y brindaban por algo cuando ellos aparecieron, ninguno parecía haber notado la pequeña escena de hacia unos minutos aunque quizá era lo menos que podían esperar después de todo lo que habían bebido.

El camino de vuelta fue más que silencioso, Joseph tomó el volante después de que Kyle fallara cinco veces en encontrar la manga de su abrigo, se escuchaban risitas en el asiento trasero y Julie se mantuvo silenciosa y con los brazos fuertemente apretados durante el viaje, sabía que no era por el clima helado.

**

Julie continuó su camino calle abajo con los audífonos puestos y las manos dentro de las bolsas de la gruesa chamarra, por su cabeza pasaban miles de pensamientos, ni siquiera le importaba el frío. Apenas y alcanzaba a escuchar el tintineo de las campanas de las tiendas cada que la puerta se abría y cerraba. Varios grupos de chicas pasaron a su lado, eran viejas conocidas pero ninguna le dirigía la palabra, ya no. Quizá era porque había cambiado mucho físicamente o porque había abandonado ese mundo hacia una eternidad, quizá era porque ella se había apartado tan repentinamente y sin dar explicaciones.

La tienda de ropa al otro lado de la calle tenía delgados maniquíes blancos vestidos con preciosos vestidos de colores brillantes, se vio a si misma salir por la puerta cargando dos bolsas y a un par de chicas tras ella. Llevaba el cabello perfectamente peinado en ondas y los labios pintados de un color rosa que resaltaba las mejillas coloradas, era como ver una muñeca recién salida de una caja. Se vio a si misma sonreír y la manera en que los pómulos le resaltaban de una forma que no era precisamente normal, sus piernas delgadas se veían torneadas por el uso de los tacones pero sin ellos, eran terriblemente finas.

La Heredera (1) El Misterio del CastilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora