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Perspectiva Milo...
Dormí en el armario de Lian todo el día y ya comienza a anochecer. Es por eso que despierto, mi cuerpo sabe por sí solo que es hora de levantarse.
Sacudo mi cabello con una mano al encontrarse muy desordenado, entonces veo a Lian en su escritorio anotando algunas cosas.

¿Qué estará haciendo? Está de espaldas a mí, eso me da una idea, así que me acerco lentamente.

-Buenas noches Li -digo en su oído. Ella da un salto y casi cae del asiento de no ser por mi brazo, la sostuve antes de que caiga.

-¡Me asustaste! -suelta un chillido. Luego tiembla por alguna extraña razón y entiendo porqué cuando aparta mi brazo de su cintura. Debe ser por mi aspecto de muerto y mi fría piel.

-Eso quería -admito sonriendo para tratar de cambiar el tenso momento, pero Lian no se ve muy contenta y sólo roda los ojos.

-¿Qué pasa? ¿Te molestaste conmigo? -pregunto rápidamente mientras tomo su mano.

Ella suelta un quejido de dolor, entonces la suelto para ver las marcas rojas que dejé en su piel.

-¿Qué s-sucede contigo? ¿No sabes controlar tu fuerza? -las marcas se tornan un poco moradas con el paso del tiempo mientras miro a Lian sin saber qué responder.

-Lian... de-déjame ver -intento tomar su mano pero ella no me lo permite. Hasta termina dando unos pasos hacia atrás.

-No hace falta. Iré por un poco de hielo -Lian sale de la habitación dejándome solo. Yo quería pasar el tiempo con ella.

Debería darle un regalo de disculpas.

-Ya sé -tengo una idea. Y para eso debo salir y visitar algún invernadero. Entonces salgo de la casa por la ventana de la habitación de Li, es de noche. Con unos minutos de búsqueda logro encontrar unos hermosos rosales de diversos tonos, rojo, blanco, amarillo, rosa. Definitivamente a Lian le gustará.

Perspectiva de Lian...
Milo está diferente, no sólo lo digo por su aspecto, sino que... Su mirada es distinta, sentí su piel muy helada cuando me tocó y después están estas marcas.

-¿Lian? -Dante me llama y luego lleva su vista a mi muñeca-. ¿Y eso?

-Nada, sólo unos moretones, caí en clase. Pero no duele -contesto sonriendo-. El pequeño se preocupa por su hermana mayor -digo en tono de burla palmeando su cabeza.

Él hace una mueca de enfado.

-Si estuviera de pie sería mucho más alto que tú -habla moviendo su silla hacia el refrigerador. Se sirve un vaso de leche fría y la bebe despacio-. Cuatro años en esta silla. Genial.

-Amargado -comento para luego recibir un golpe de su parte.

-Cállate torpe-Dante deja el vaso a un lado, luego me mira con atención-. Tu cuello está rojo -comenta ladeando un poco la cabeza.

-Ah si... Estos mosquitos, debería cerrar la ventana.

-Te escuché hablando en tu habitación. ¿Ya te volviste loca tan pronto? -no de nuevo. Nada se le escapa a este chico.

-Leía en voz alta unos apuntes de la escuela para memorizarlos mejor. ¿Qué más desea saber el detective? -hablo inclinándome para estar a su altura. Dante roda los ojos.

-Vamos Sheldon, debo practicar -el gato sube en el regazo de su amo y él va a su habitación de nuevo sin mencionar nada más.

-Eso estuvo muy cerca -suspiro aliviada.

Al día siguiente...
Él no ha regresado desde la noche anterior y ya es de día, supongo que buscó otro lugar para dormir pero... No puedo estar tranquila al no saber de Milo. Que tal si el sol lo quemó, o si lo atraparon robando un banco de sangre.

-Cariño, haz el almuerzo -me pide mamá mientras acomoda su vestido, luego se mira al espejo y retoca su maquillaje.

-¿A dónde irás?

-Tengo una cita con mi jefe -me cuenta como si fuera un secreto y luego suelta una risita. Parece una colegiala enamorada.

-Suerte mamá. -Le doy un abrazo y espero que no lo esté haciendo por venganza hacia papá. Pero verla feliz es muy bueno.

-No olvides llevar a Dante al instituto de música -ella me da un beso en la mejilla y luego se marcha dejándome frente a la puerta.

-Okey, a preparar el... e-el... -giro y quedo muda al ver a Milo frente a mí. Él se quita la capucha de su abrigo mientras sostiene un gran ramo de rosas en sus manos. Éstas se encuentran sangrando y las gotas caen al suelo creando un pequeño charco oscuro a sus pies.

-¿Te gusta? -pregunta sonriendo, tendiendo el ramo hacia mí. No respondo y bajo la mirada hacia sus brazos pálidos, también están lastimados. Debieron ser las espinas de esas rosas-. No te gustan -dice bajando el ramo lentamente para dejarlo caer en el suelo. Él avanza hacia mí manteniendo sus manos como puños, pisa las flores y termina tomando mis muñecas, manchándome con su sangre.

-¿Qué puedo hacer para que no me mires así? ¡Dime! -habla desesperado. Sus manos van hacia mis hombros para evitar que me aleje.

Quiero correr lejos, éste no es el Milo que conozco, es aterrador y me lastima. Su agarre es muy fuerte, hasta comienzo a llorar por el dolor. Me duele como si fuera a romperme los huesos sin piedad.

-Suéltame a-ahora -trato de sonar firme pero mi voz se quiebra.

-No me hagas eso... -susurra bajando la mirada-. Me miras como mirabas a Walter -agrega alejando sus manos de mí. Milo se arrodilla en el suelo, su cuerpo se agita. Está llorando.

-Asustas más que él -pienso en voz alta para luego apretar los labios. Él levanta la vista rápidamente, se pone de pie y mi respiración se detiene.

Trato de escapar pero me acorrala contra la puerta.

-¿Qué dijiste? -pregunta lentamente, sus ojos tiene un tono rojizo en éste momento.

-N-No, no quise... Yo, perdona, sólo que... Tenemos que calmarnos y hablar.

-Me veo así por la promesa que te hice. Tengo mucha hambre -gruñe y veo sus colmillos crecer, son mucho más grande que antes-. Pero si te doy miedo... la romperé.

Milo toma uno de mis brazos llevando mi muñeca hacia su boca y me muerde haciendo que reprima un grito. Dante no debe escuchar y hago todo lo posible para callar mientras lloro, la melodía del violín me tranquiliza un poco al saber que mi hermano está en su cuarto practicando muy concentrado.

-¿Ya está? -trato de recuperar mi muñeca pero él la sostiene con fuerza.
Unos segundos después me suelta, puedo sentir la mano dormida y mi muñeca arde mucho. Yo trato de correr lejos, desesperada, él parece estar fuera de sí. Pero su frío brazo toma mi cintura para llevarme a arrastras hacia el baño.

-Shh... -dice muy cerca de mi rostro. Su aliento huele a sangre, es asqueroso.

Siento como aparta mi cabello y comienza a besar el costado de mi cuello, sus labios están helados, sus colmillos rozan mi piel hasta romperla. Me sacudo para liberarme pero él termina levantándome del suelo y colocándome en su regazo al encontrarse sentado en el borde de la bañera.

-Milo, suéltam-me -apenas puedo hablar, mi garganta arde mucho.

-Si te mueves terminaré desgarrando tu cuello -con sólo oír eso todo mi cuerpo queda inmóvil y sólo sus frías manos me mueven a su antojo. Milo rompe el cuello de mi camiseta dejándome más expuesta, a su merced.

Vuelvo a sentir sus mordidas, está vez en mis clavículas, pasan unos segundos y luego se mueve a mi hombro derecho. Ya no me importa lo que haga, el dolor es insoportable pero lo que más me duele es que no sé cómo ayudar a Milo, ha cambiado. No es el mismo que había conocido debido a su naturaleza y me siento inútil.

Lentamente cierro los ojos al sentirme muy cansada, debe ser la pérdida de sangre. Todo se vuelve oscuro y lo último que veo es a Milo lamer sus labios rojos.

Sed De Sangre [Secuela/dueño De Lobos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora