9 [Peor pesadilla]

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No puedo creer en lo rápido que Milo cambió, creí que podría contenerlo, estar a su lado en este momento pero se convirtió en mi peor pesadilla.

Anoche cuando Dante fue a dormir me quedé en la cocina para lavar los platos sucios y guardar el resto de la comida. No probé ni un sólo bocado por orgullo y rabia.

—Prueba algo, puedo escuchar tu estómago desde aquí —su voz me causó otro escalofrío, no voltee a mirarlo y seguí con mi trabajo con los platos sucios hasta terminar—. Li, no puedes estar sin comer —insistió, pero después sentí su presencia justo detrás de mi espalda.

—No lo haré —voltee para enfrentarlo, pero me arrepentí de inmediato al ver esa mirada, su piel ya no era tan pálida pero sus ojos tenían un tono entre negro y rojizo. Aterrador.

Arqueó una ceja mientras ladeaba un poco la cabeza. 

—¿No?, hazlo —ordenó tomando uno de los platos y lo acercó a mí. Me crucé de brazos mientras miraba a un lado, él no podía hablarme de esa manera, tan... frío.

Milo me miró por un momento, dejó el plato en la mesada con una gran  fuerza que creí que lo rompería, luego sentí sus manos en mi cintura y terminé sentada en la mesada con él entre mis piernas.

—Voy a obligarte entonces —sostuvo mi mentón con tanta fuerza que me hizo abrir la boca, dejó un poco de comida dentro de la misma y luego la cerró—. Mastica y traga —murmuró serio, jamás lo había visto de esta manera.

Tragué la comida con mucho entusiasmo, demasiado, tengo hambre pero no quería comer y Milo me obligó.

—Basta —mi propio estómago me traicionó cuando comenzó a gruñir pidiendo por más.

—Creo que aún no, Li —negó sonriendo y me daba bocados como si fuera una bebé, jamás me habían humillado tanto. Miré a un lado pero él seguía insistiendo hasta que terminé comiendo dos platos enteros. 

—Ya no quiero —estaba satisfecha pero mi orgullo roto, pisoteado. Él acarició mi cabeza suavemente mientras me sonreía. 

—¿Ves?, si tenías hambre —después de eso Milo me llevó cargada a la habitación y se arrojó conmigo en la cama diciendo que debía descansar, además me prometió estar a mi lado todo el tiempo. Toda la noche me observaría.

Y es por eso que apenas pude conciliar el sueño, el sol comienza a salir y yo me encuentro en la cama con Milo abrazándome por la espalda. De repente siento caricias en mi cuello y cortos besos que me hacen temblar de miedo.

—M-Milo... —no consigo hablar porque él cubre mi boca con una de sus manos mientras que la otra me sujeta con fuerza de la cintura—. ¡Mmm! —intento gritar al sentir una mordida en mi nuca, no puedo hacer nada más que temblar y tratar de soltarme inútilmente de sus brazos.

Golpeo sus manos pero él parece no notarlo mientras sigue succionando, se aleja cuando dejo de luchar y su aliento choca contra la herida provocándome asco y dolor. 

—Desayuno en la cama —comenta mediante una corta risa.

—Te odio...

Perspectiva Milo...
Lo escucho claro aunque Lian lo haya murmurando muy bajo.

—No me importa —respondo en su oído para luego lamer la mordida de su nuca, su piel salada y el sabor de la sangre crean un manjar digno de dioses.
Edith dijo que debo saciar mis deseos, yo quiero recorrer todo el cuerpo de Lian con mi lengua.

—¿Ah no? ¡Déjame en pa...! —cubro su boca de nuevo para que no grite, no quiero que nadie nos interrumpa. Pero luego siento sus pequeños dientes en mi mano, la suelto por la sorpresa y ella aprovecha eso para alejarse.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunto poniéndome de pie, mi sangre ya no es tan oscura como antes y comienza a deslizarse fuera de la herida. Edith me explicó que mi sangre es la mezcla de la sangre de todas mis presas. También la de Lian.

—Me mordiste después de prometer que no, me alimentas como si fuera el pavo para navidad... ¿Por qué no me matas ahora? —Lian se ve desesperada y termina por descubrir su cuello para ofrecerlo—. Termina lo que tu hermano empezó.

Escuchar eso me duele mucho.

—No soy como él, Walter era un imbécil, por eso terminó hecho cenizas —respondo viendo el rostro aterrado de la chica frente a mí, huele aún mejor asustada.

Sin tener nada más que hacer, decido salir de la casa para estirar las piernas. Dejo a Lian en paz por unas horas porque estando cerca de ella deseo morderla a toda hora y terminaré acabando con su vida si no tengo cuidado. Hasta le traje comida saludable para que se sienta mejor y la despreció.

—¿Quién te puso de malas? —me pregunta Edith estando a mi lado, ella está vestida con un suéter color blanco y negro con capucha, la misma tiene la cara de un panda con todo y orejas.

—No es nada —contesto sintiendo como toma mi mano con la suya. Ambos caminamos de la mano en medio de las demás personas en pleno día, siento sus aromas agradables pero estoy satisfecho gracias a la sangre de Lian.

—Debes sentirte muy sólo, ¿no? —comenta jugando con su cabello y después sonríe—. Creo que es tiempo de que conozcas a unos amigos.

Y así ella me lleva a las afueras de la ciudad, a un lugar muy, muy alejado del bullicio y las personas. Nos encontramos en el bosque.

—¿Qué hacemos aquí? —le pregunto y en lugar de recibir un respuesta escucho unos aullidos a lo lejos.

Sed De Sangre [Secuela/dueño De Lobos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora