8 [Mordidas]

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La sangre de Lian es tan deliciosa, la mordí en diferentes lugares y cada vez era más exquisita. Pero por más que mi hambre aún no estaba saciada me obligué a alejarme cuando ella quedó dormida, supongo que estaba muy cansada.

Me dediqué a observarla mientras limpiaba los rastros de sangre que quedaron alrededor de las mordidas, sólo quedaron las marcas de mis colmillos ya que la mordí suave sin desgarrar su carne con mis demás dientes.

—Ya está —besé su cuello con suavidad después de lamer toda la sangre restante.

Luego me levanté con Lian en mis brazos para entrar a la bañera, al ver mis manos y su ropa supe que estábamos cubiertos por mi sangre y fue mi culpa por ser tan descuidado. Abrí el grifo de agua caliente y me relajé al sentir toda esa calidez, no sólo la del agua, también del pequeño cuerpo de Lian. Escuchaba su respiración pausada y tranquila mientras quitaba la ropa para lavar su cuerpo.

—Esta rota así que no creo que se molesta —murmuré terminando de romper su camiseta rosa y luego deslizé sus pantalones dejándola en ropa interior. Su olor se sentía mucho más intenso ahora y tuve la tentación de volver a morderla—. No... ya es suficiente —sacudí mi cabeza y procedí a quitar toda la suciedad del cuerpo de Lian lentamente con agua y jabón.

También hice lo mismo conmigo y al terminar la llevé a su habitación, dejándola en la cama porque debe descansar mucho para recuperar las fuerzas... Aún sigo sediento.

Dante vino al cuarto unos minutos después y golpeó la puerta un par de veces diciendo que debían irse. Pero al ver a Lian dormida maldijo en voz baja y se encerró en su habitación.

Ahora me encuentro paseando por el parque, observando el cielo estrellado hasta que alguien toma mi brazo.

—¡Milo! —me saluda Edith con una gran sonrisa—. Te vez bien.

—Aún tengo hambre pero algo es algo —respondo al recordar como el líquido espeso bajaba por mi garganta. Quiero volver a sentirlo.

—¿Qué? No debe ser así, toma cuanta sangre te placa. Así como yo lo hago —habla sonriendo de lado.

—Pero las personas...

—Son alimento tontito, nosotros podemos hacer lo que queremos con ellos, ni siguiera la muerte puede detenernos —ella se acerca a mi oído para susurrar—. Por eso es que sigues aquí.

—Tienes razón —hablo haciéndola sonreír.

En la casa de los Mayer...
—A-Ah... Mi cabeza —siento que todo da vueltas, necesito mi medicamento ahora. Trato de levantarme pero mis piernas me fallan, caigo arrodillada en el suelo soportando los golpes y no tengo otra opción que gatear hacia el baño en busca de mis medicinas. Hago un esfuerzo para ponerme de pie y me sostengo del lavado. Tomo las pastillas con un poco de agua, miro mi reflejo y encuentro las marcas que Milo hizo en mí. Por un momento creí que él acabaría conmigo.

—¿Hum? ¿Qué? —miro mi ropa y es otra, tampoco tengo la sangre oscura de Milo en mis brazos. ¿Qué fue lo que pasó?

—Ya era hora de que despiertes —escucho a Dante a mis espaldas y me apresuro a cubrir las marcas con mi ropa y cabello.

—Dante... ¿Qué hora es? —pregunto tocando mi sien, aún me duele un poco la cabeza.

—Es de noche, no fui al instituto porque a alguien se le antojó representar el papel de la bella durmiente —contesta con la boca llena de frituras—. ¿Así cómo quieres que sea el mejor?

—Lo siento, estaba muy cansada y... —no es una mentira, aún estoy cansada, debilitada por la pérdida de sangre.

—No importa. Además pude ver series en la televisión y no me aburrí en lo absoluto —sube y baja los hombros cuando lame sus dedos. Yo miro a Dante con una sonrisa pero la misma se desvanece al ver una venda en su mano y parte de la muñeca.

—Estás lastimado —me inclino para tomar su mano. Pero él la recupera de inmediato. Dante niega sonriendo.

—Sólo fue Sheldon, no le gusta los baños. No es nada Li —me tranquiliza para luego salir del baño rodando —Mamá llamó diciendo que se queda en casa de una amiga y que nos ama —comenta entrando a su habitación.

—Mmm, una amiga, claro —rodo los ojos mientras voy a la cocina para preparar la cena. Apenas puedo mantenerme de pie pero no pienso seguir en la cama, Dante podría sospechar algo.

Mis pies paran cuando entro a la cocina y no puedo creer lo que está adelante de mí. Quedo en shock al ver la mesada repleta de platos con comida, desde ensaladas, carne, vegetales hasta ensalada de frutas.

—¡D-Dante!

—¿Qué?

—¿Pediste comida? —pregunto al sentir el delicioso aroma del pescado asado, mi favorito, también la ensalada de fresas y otros frutos rojos llaman mi atención. 

—No, creí que tú ibas a hacer la cena —responde viniendo hacia mí, él también queda sorprendido al ver tanta comida junta—. Oh... ya está lista —Dante mira con un poco de asco una ensalada pero al probarla deja el plato limpio y luego sigue con otro.

—Pero... —en ese momento siento un escalofrío en mi espalda, alguien me observa. Giro hacia el pasillo y allí me topo con la penetrante mirada de Milo que está sólo a nos pasos de mí.

—¿Estás bien? Traje todo eso para ustedes, tú debes alimentarte bien —mueve su mano apartando mi cabello y aprecia las marcas que me hizo con satisfacción.

Ya sé lo que está tramado, me alimenta como si fuera ganado. Desgraciado. ¡No le daré el gusto!

Sed De Sangre [Secuela/dueño De Lobos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora